Las tres causales de desgracias desperdigadas, sobre el largo tizón más extenso del mundo. Mientras el humo y las llamas engullen fragmentos australes, en el norte se inundan hasta el cuello. En el centro del país un par de temblores remecen las mesas. ¿Qué nos falta? ¿Algún tornado? ¿Algún volcán que se sume a la tragedia ecológica? ¿Un tsunami que consuma las brasas?
Hay desastres naturales que se sabe, van a ocurrir y que ocurren todo el tiempo. He ahí que un gobierno planifica, con anterioridad, es decir antes de, no durante, cuáles serán las medidas a tomar.
Quienes deben estar organizando y trabajando en ello, son los funcionarios públicos. Es decir, aquellos que trabajan en el gobierno. No la empresa privada, no los ayudistas, no los internacionalistas, tampoco nadie de carácter animoso. Todo esto porque son quienes están al mando del barco, los encargados de que no nos hundamos. Solidarizar y ayudar un par de veces, está bien, pero ¿cuántas veces hay que bancarse la mediocridad y astucia de tanto pillo, tirado a político?
Y si pasamos varias veces por las mismas tormentas, año a año, ¿Por qué no se aprende, por qué no se adquiere experiencia en tal ámbito? ¿Cómo es? ¿Una para los vivos y otra…?
Un servidor público es un individuo que trabaja para un estado y su misión es “servir” de alguna utilidad social. En este sujeto no existen intereses personales, su trabajo consiste en ayudar desinteresadamente al ciudadano común. No genera ningún tipo de plusvalía o ganancia, aparte del sueldo que percibe, para su subsistencia.
Como ejemplo de un servidor público, aparecen los militares, la fuerza policial, quienes trabajan para el gobierno o el estado, y todos aquellos que sean empleados públicos.
Un servidor público administra recursos estatales, el erario público, confeccionado con, por ejemplo los impuestos, no es su dinero el que gestionan, es el dinero de la sociedad toda.
Hasta ahí todo bien, todo lindo. Pero hay diferencias abismales en esa área 51 que es el gobierno de Chile. Un empleado público es aquel que, engañando a los demás, y, el cual, usare astucia en la comisión de sus actos, intenta obtener la mayor cantidad de beneficios personales. El nepotismo o “compadrazgo” es producto de ello. (Toda la familia trabaja en la municipalidad X)
El empleado público nace y se hace en una probeta burocrática. Tiene el título, el contrato. Y eso sería. Este representante estatal, no está en peligro de extinción, no está en veda. Crece sano y se multiplica como bacteria de baño abandonado. (Que es su hábitat perfecto)
La especie rara y en peligro de extinción, (se desconoce cuántos quedan) es el servidor público. Aquel que quiere ayudar a los demás, quien es respetuoso y humilde en su posición de poder, porque sabe que es la comunidad en total, la que pone el pan sobre su mesa. Por ejemplo, un policía de fuerzas especiales.
¿Todo esto a pito de qué? Porque siguen quemándose los bosques y las personas. Porque al otro lado, “fallas mecánicas” inundan las calles del norte. Y el maldito smog se institucionalizó en la capital y otras regiones. Porque la planificación vial es un desastre y la clase desposeída, se tiene que mamar calles y calles, con decorado tipo planeta marte. Y hay demasiada gente preocupada de puras estupideces banales y a uno que no le gustan las bananas se molesta y eso va en aumento, después de leer nombres de seres humanos quemados.
¿Por qué no se quema la vomitiva “Televisión Nacional de Chile” (financiada por todos nosotros) y ojalá que las llamas se propagaran a sus vecinos, en una de esas, con suerte (aunque obviamente desvariando) también se quemara la mofeta retórica del diario La cuarta.
Ahora que no lo pienso. Qué hermoso sería ver arder los malditos cíclopes agiotistas, llamados Tags en Chile. Ver cómo, “lamentablemente”, se quemaran los pórticos y peajes, a falta que a nadie se le ocurre levantar una iniciativa de: Recuperación ancestral de los caminos, las rutas y autopistas entregadas al sector privado, donde pase el chileno libre y libre sea el tránsito de chilenas hermosas por su propia casa o patria o suelo.
Han privatizado hasta las calles. Las calles. ¿Para cuándo el aire y su reemplazo de oxígeno plastificado, que si no funciona, le devolvemos su dinero en el cementerio.
“Con el tiempo nos ponemos viejos, nos ajamos, nos arrugamos. Pero hay algunos que tienen la caradura hasta más allá de la muerte”. Después del punto aparte se me viene encima, un mar de nombres, de entre los que destaca el de este charlatán, mitómano, mediocre y senil Ricardo Lagos.
Hay que ser muy caradura para re-postularse, después de ser un vende patria. Obviamente los proxenetas de la nueva mayoría, en especial, el burdel político desde el cual fue eyectado, debe susurrarle al oído; Chile es un país de imbéciles domesticados con once neuronas por lado, xenófobos, pacatos, racistas y una izquierda que no se pone de acuerdo.
Y a renglón saltado, los que ya mencioné, saben que aquí, hay gente que bien “incentivada” deja pasar cualquier payasada, del circo y su falda amplia e histriónica, que todo lo cubre o apaga con lágrimas de cocodrilo vegano.