Por: Onel Ortiz Fragoso
Ante el enorme éxito en redes y medios de comunicación, millones de reproducciones en las principales plataformas de Shakira con el lanzamiento de su último sencillo en contra de su expareja, Gerard Piqué, jugador del Barcelona, personajes del mundo de la farándula mexicana siguieron su ejemplo. Recurrieron al escándalo para llamar la atención. Las copias regularmente son malas y en algunos casos, patéticas.
El más patético de la temporada fue El Babo, vocalista del grupo Cártel de Santa, que intentó generar polémica y, por tanto, ganar popularidad, en su más reciente video promocional. Cuando un hombre de cerca de los cincuenta años tiene que mostrar su pene y recurrir a la pornografía para llamar la atención, algo anda muy mal en el personaje y el público que lo consume. Por redes sociales llegaron alertas y el post del video de la nueva canción de este grupo regiomontano.
El tipo es un excéntrico. Dicen los medios que tiene como mascota una pantera negra. Se tatuó prácticamente todo el cuerpo, se perló su pene. Presume su relación con narcos y sicarios. Es decir, reúne las características para ser un influenciador.
No vi el video de El Babo. Qué necesidad. La vieja fórmula. El escándalo para llamar la atención. Sexo y drogas. La carne vende. Al menos eso piensan los publicistas y los integrantes de este tipo de géneros. Las redes se nutren de las fake news y las estridencias.
Grupos como Cartel de Santa y otros intérpretes de música urbana, reguetón y rap son los perros castrados del sistema. Suena fuerte, pero es la realidad. Ladran, ladran y ladran pero no muerden.
A simple vista podría pensarse que la letra de sus canciones, su forma de vestir y de comportarse son antisistema, que son rebeldes, libertarios, pero no es así. Simplemente, hacen apología del narco, de la violencia, del machismo y del maltrato a las mujeres. Finalmente, son funcionales al sistema, al gobierno y a la delincuencia organizada.
No hablamos de una postura hedonista, sino de la barbarie. El simple placer por el placer mismo como un medio y un fin. Jóvenes y adolescentes ven en este tipo de grupos e intérpretes un modelo de éxito. Hay libertad de expresión. El libre ejercicio de la personalidad es un derecho constitucional. El Babo y cualquier persona puede hacer lo que quiera con su cuerpo y ejercer la sexualidad según le plazca, siempre y cuando no viole la ley. Del buen gusto luego hablamos.
Me responderán lo obvio. Que el papel de este y de cualquier otro grupo es entretener, no concientizar. Que su objetivo a fin de cuentas es la fama, no la trascendencia, que lo hacen para ganar dinero, que son un negocio, no un servicio a la sociedad. Su función precisamente es eso, que su auditorio olvide la realidad que vive. Tienen razón.
A mí no me gusta el Cartel de Santa, a mucha gente sí. Es mi derecho y su derecho. Pero que mal gusto. Eso pienso yo, ¿usted qué opina?
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@onelortiz
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