Desde que cayó el Muro de Berlín, y en Chile las Fuerzas Armadas volvieron a los cuarteles -dejándonos regalos envenados- ha pasado casi la misma cantidad de años. Los alemanes lo celebran entre fuegos de artificios, y nosotros tratando de construir un país más democrático, solidario y sin excluidos. Los miles de chilenos que apoyan la candidatura de Jorge Arrate son los excluidos, y hay más también, y no han podido por la legalidad heredada de la dictadura, tener sus representantes en el Parlamento. Así que hablar de democracia y de gobiernos democráticos, nos puede llevar a engaños.
El pensamiento Pinochetista/Piñera, que sostiene que la dictadura militar ha sido un aporte a la historia de Chile, para que a nadie le quepan dudas, que los criminales tienen su defensor, y el modelo neoliberal a su apóstol. Sabido es que el modelo económico que tanta miseria y postergación significa, es el responsable de una de las mayores crisis económicas mundiales, la que viven los millones y millones de cesantes en el mundo entero. Aquí no hay nunca que perderse, y la batalla es todos contra el Pinochetismo/Piñera. Y es así porque el querer a un país no es privilegio de sus autoridades.
Hace algunos años en Francia, y fue porque los socialista franceses lo hicieron extremadamente mal, su candidato Leonel Jospin salió tercero, tuvo que dimitir la misma noche en que se supo aquel resultado electoral. En la segunda vuelta Jacques Chirac tuvo que enfrentarse el candidato de la extrema derecha, Jean Marie Le Penn, quién desconoce el genocidio judío y sostiene que los alemanes entre 1940-1945, lo hicieron muy bien. Ha quedado para la historia de la República francesa, los miles de socialistas que junto a los anarquistas, troskistas, libertarios de todo tipo, todos los de pensamiento progresista se volcaron a las calles, para impedir la llegada del anacronismo al país de la Comuna de París, al país de Jean Moulin, al país de Goerge Marche
Y guardando también las proporciones, los tiempos y la geografía, nos estamos acercando a un enfrentamiento en un escenario bastante parecido al francés. Lo expresado por Piñera en su encuentro los ex militares -que son sus iguales- no deja lugar a dudas. Su pasado con el golpismo está en su participación activa en el país que se repartieron, entre los que eran sus pilares fundamentales, la UDI y RN, es por eso que llama la atención, la nula voluntad de cambio institucional existente en estos largos períodos de la Concertación. Pero las cosas ya no son las mismas, y se acercan nuevos tiempos.
La izquierda tiene esa increíble fuerza histórica de estar presente con su programa de transformaciones sociales necesarias, que Chile necesita sin postergaciones y sin tan largas esperas. Será motivo de alegría saber que el Juntos Podemos pueda tener sus representantes en el Congreso Nacional, y no sólo ellos, hay otros candidatos en otras plantillas parlamentarias que son de un alto valor moral y consecuencia.
Sí, es verdad que existe un escenario electoral que lleva a confusión en un primer momento, pero con el paso de estos días va quedando más claro y quedará despejado totalmente, luego de pasada la primera vuelta.
La izquierda no sostiene que ganando la derecha, la izquierda se fortalece, que al día siguiente Chile estará encendido por los cuatro costados, y ad portas de una huelga general, y a la espera de una insurrección inevitable. Para la izquierda la preocupación está en el futuro y las oportunidades para las nuevas generaciones. La izquierda de manera insistente y muy justa, pide Asamblea Constituyente, es la que exige una nacionalización de las riquezas básicas, una mayor intervención del Estado en los proyectos que tienen carácter estratégico, como las energías renovables por ejemplo, pero especialmente por reconstruir espacios de dignidad en el hombre, de derechos fundamentales consagrados en una nueva e indispensable institucionalidad, sin esos cambios no hay futuro digno y la izquierda trabaja para hacer un país de oportunidades, de hombres libres… de grandes alamedas.
La izquierda es la que cree en el dialogo entre los pueblos, que nos posibilitará disminuir nuestros gastos en defensa, para asignarlos a otras urgencias. Apostamos a construir un continente con derecho a voz y voto, para un justo intercambio comercial, para nunca más ser el patio trasero de nadie. Gastos militares es hipotecar el futuro, y con tantas esperas y postergaciones… ya es suficiente
La Concertación sabe que se le acabaron sus horas de sobrado cariño, cuando no era necesario mirar hacia ningún lado para sacar sus cuentas alegres, porque las tuvieron, un sólo guiño, unas cuantas promesas, que nunca cumplieron, y todos votando por el mal menor. Pero eso se acabó. Llegó la hora en que aprendan que los caminos de la historia no son lineales.
La Concertación debe saber que sin los votos de la izquierda, se produce un segundo golpe militar, que todo vuelve a ser casi igual. Sin los votos de la izquierda gana el sector Pinochetismo/Piñera, que no queremos en absoluto. Esta inconclusa democracia, esta limitada institucionalidad, a la izquierda y a sus organizaciones le costó miles de vidas, y no podemos volver atrás. La Concertación debe saber que si apostó por romper la exclusión se deben abrir todas las puertas y ventanas para todos los que hacen posible que no se produzca un nuevo golpe militar. Piñera en La Moneda, la UDI y RN es eso, la vuelta activa y no pasiva de las Fuerzas Armadas, es el atraso más profundo en un continente que cambia y que apuesta por los cambios.
Se acerca la hora de sentar en una mesa todas las voluntades, desde las más intransigentes, desde los dinamitadores de puentes hasta las más dispuestas y creíbles; se acerca la hora de los compromisos firmados de puño y letra para medidas concretas e inevitables. Nos acercamos a la hora en que estas medidas no deben quedar en manos de los mismos de siempre. Romper la exclusión justamente es una nueva administración en los cambios propuestos, es la entrada de nuevos actores y personas para hacer que los acuerdos se cumplan. La Concertación sabe que ha mentido, que ha faltado a su palabra, en la Concertación ha llegado la hora final para muchos.
La izquierda sabe que lo que los une es un proyecto de sociedad y un programa de transformaciones, una historia de lucha y sacrificios, sin Recabarren sin Allende, sin libres pensadores, no hay historia nueva, nadie abandona los sueños de los que fueron asesinados por los adeptos al programa y la candidatura de Piñera. Nunca olvidaremos la memoria, pero tampoco que en la Concertación esto lleve a equívocos, con los proyectos y programas… no se juega.
Nadie cuestionaría que se firmen acuerdos de mínimos para el próximo período, el programa de la izquierda con Jorge Arrate tiene medidas urgentes para un primer año de gobierno, pero también es verdad que para que ello se respete, deben crearse las instancias de control que aseguren su consecución y avances, personas y equipos nuevos de trabajo. El avanzar lento no es tan grave… lo grave es estar muertos.
Y hay algo que Chile no puede seguir postergando eternamente, es el conflicto del pueblo mapuche.