Piñera es pinochetista. No es de centro ni portador de las ideas del falangismo que sostiene mantener como herencia de su padre. Camina y piensa en los logros que obtuvieron los grupos económicos durante el abominable periodo en nuestra historia. El pinochetismo que está vivo y latente, los herederos activos y pasivos, se lo agradecen.
Votarán por Piñera los pinochetistas uniformados y su multigremial de verdugos jubilados, no puede ser de otra manera, él es uno de ellos, los aplaudió en ese día que se vistió de traición.
Los pinochetistas querían que Kast, heredero de una tradición familiar cómplice de la dictadura, fuera su estandarte, su portavoz, las palabras de la criminalidad en los medios de comunicación y así fue. La multigremial uniformada/golpista/asesina necesitaba quien les reconociera su mediocre valor militar, sin escrúpulos y sin asco, desde el corazón militar piñerista pidieron que sea Kast el abanderado de ellos. Es por ello que alabó el asesino/criminal actuar contra hombres mujeres y niños, que ellos sostienen como la mayor transformación en la historia de Chile.
El pinochetismo sabía que Kast era su candidato de corte nacionalsocialista, era el gato con que Piñera sacaba las castañas. El largo listado de militares jubilados, que fueron activos protagonistas en las masacres, fusilamientos, desapariciones de chilenos, que utilizaron sus barcos para matar y torturar, deben ir con paso y música militar a la segunda vuelta a votar por Piñera. Kast es quien condena la despenalización en las tres causales. Con sus pocas luces es el indicado para creer que aún existe el Muro de Berlín y saluda en nombre del empresariado la bandera roja del PC Chino….pobrecito.
Cuando Sebastián Piñera fue proclamado candidato estaban ellos, los que apoyaron/callaron/actuaron, y no quisieron ver cuando los militares salieron de caza de los chilenos que dignamente sostenían que era posible en Chile un gobierno elegido democráticamente por el pueblo.
Viva Chile Pinochet….gritaban, mientras levantaban las banderas del candidato Sebastián Piñera y también de los grupos económicos que tienen a todo un país con las manos en alto en un casi eterno asalto.
Kast saludaba el 11 de septiembre, Piñera no podía hacerlo, para eso estaba Kast. Les prometía que impediría que Punta Peuco fuera cerrado; Piñera promete no cerrarlo y, más aún, mejorar las condiciones en que un grupo de asesinos pagados con dineros fiscales, cumplan sus condenas por deleznables crímenes cometidos y reivindicados por la UDI/RN/PIÑERA.
Piñera voz en cuello clama la libertad económica, y eso es una falsedad absoluta. Chile es un país donde unos cuantos grupos económicos controlan todo lo que el dinero compra y vende. No son los grandes empresarios los que más aportan a los recursos fiscales, el mayor ingreso es de los chilenos, los que compran el pan de todos los días.
Piñera miente, en su gobierno precario y servil a los grupos económicos borró a miles de chilenos que estaban en las listas de espera para ser sometidos a operaciones. Así de sencillo, BORRO de la lista a hombres y mujeres de precarios ingresos, chilenos pobres, que esperaban mejorar sus condiciones de salud. Para la derecha los chilenos pobres no existen, no son rentables ni serán emprendedores. Los considera una pesada carga a la que hay que restringir derechos fundamentales.
“Si Guillier abraza las ideas del Frente Amplio, se alejará de un Chile moderno”. Bernardo Larraín Matte
El Chile que Piñera quiere volver a administrar es donde el 50% de los trabajadores gana menos de $ 350.000 líquidos. Se hace urgente hacer mención que en las grandes empresas del sector privado, todos con jornada completa, el promedio salarial es de $ 480.000. En el Chile desarrollado de Piñera que sólo existe en sus limitadas ideas, el salario mínimo es de $ 270.000 brutos. Con ese ingreso nadie puede sacar a su familia de la pobreza, se mantiene por años en los bordes del desarrollo que nunca le llegará.
Nada puede mostrar Piñera de su gobierno. Habla de un millón de empleos y la verdad es otra. En el periodo 2010-2014 hubo un millón de asalariados sin contrato laboral. El 70% de los empleos correspondieron a empleos externalizados, los que son castigados con un 30% menos de sueldo. No es posible la lectura de los millones de ganancia en las AFP/ISAPRES/BANCOS.
Piñera sabe que en su gobierno el 90% de los trabajadores que lo hicieron por cuenta propia, y que Piñera llama emprendedores, tienen baja calificación y ninguna formación o capacitación para alcanzar mejorar su situación laboral. Esos miles que venden para ganar el pan del día, eso sencillamente.
Esta es la realidad que la derecha piñerista/empresarial santifica y quiere volver a repetir. Volver a la colusión de los grandes grupos económicos, precariedad en la vida cotidiana de millones de chilenos. Este es el cuadro real que tiene a Chile entre los países más atrasados de la OCDE que tanto les gusta compararse.
Durante el píñerismo se conoció como “Coimas de Junaeb”. Terminó con la compra que se hacían a las Pymes y dicto que todos deberían competir con todos, así le gusta a Piñera. Se cambiaron las bases para la licitación que en breve fueron olvidadas y se volvió nuevamente a la compra directa, favoreciendo a los grupos económicos cercanos a la UDI/RN, en un accionar sencillamente de “rateros”.
Fue un gobierno corrupto/piñerista/débil/precario/miserable/clasista que no se puede repetir.
Piñera considera que los cambios que se alcanzaron mediante el uso de la fuerza bajo dictadura son ejemplos a seguir. Que desde la visión de la clase dominante hará que Chile, el Chile de ellos, y que ellos necesitan es el que deberá detener la voluntad de millones de chilenos que apuran cambios en el actual modelo.
Piñera representa al pinochetismo, a esa rancia clase dominante que se reparte la patria a pedazos, donde los trabajadores son mercancía y convertidos en los tiempos actuales en una nueva visión de esclavitud.
Piñera es una batalla que se debe dar ahora. Impedir que llegue a La Moneda, pero aquello no es el final del camino, son los primeros pasos para empezar a trabajar en la suma de voluntades para victorias más grandes que deberán llegar inevitablemente. Eso lo deben saber desde ahora los que lograron hacer una pequeña rayita al sistema político chileno. Hasta el momento nada ha cambiado, todo sigue igual.