Han pasado dos semanas desde que salieron a la luz los resultados negativos de la encuesta Casen, y lo que resulta realmente sorprendente no son los datos, sino más bien, que un instrumento confeccionado para ocultar los datos de pobreza e indigencia, los revele.
En estas dos semanas, hemos sido testigos de una pobreza abismante de la clase política, pues no han dado propuestas de cambio, a la complicada situación que vivimos como sociedad.
Pareciera que “los políticos”, buscan entrampar el debate, haciendo artimaña de las técnicas comunicacionales que dictan los tecnócratas tras sus oídos, demostrando el conocimiento y manejo pleno, que tienen de la situación. Pues, la desigualdad social en Chile, esta íntimamente acompañada de la desigualdad política, en la cual como ciudadanos, nos vemos más ajenos en la toma de decisiones, a causa de sujetos como ellos que acrecientan día a día las diferencias dentro de nuestra sociedad.
Hemos podido ver, a uno y otro bando haciendo un circo de la política, al apuntarse con el dedo buscando culpas, sin cuestionar un ápice, el sistema sobre el cual posan sus pies embarrados. Centroderecha y derecha, sin embargo no dudan en colocar la Crisis Económica (propia de este modelo) como centro de su análisis; crisis que al igual que el terremoto recién vivido, solo evidenció las enormes contradicciones que alberga el neoliberalismo en su núcleo. Las respuestas por tanto no se hacen esperar y, apuntan a que como algunos (Concertación), no administraron bien el modelo, esta vez los especialistas en “la mano invisible”, sí lo van a saber hacer bien (¿alguien cree eso?).
Nuestros “representantes” siguen convencidos de que la pobreza se da tan sólo por la escasez de oportunidades, en el mercado de trabajo, y la incapacidad de ciertas personas de captar esas oportunidades, por lo que la salvación de nosotros mortales, estaría dada por el crecimiento económico y la focalización acertada. Aquel discurso es el que se ha venido reiterando desde hace 35 años y, entendámoslo de una vez, el chorreo no funciona; la desigualdad y la concentración de las riquezas, que crea este sistema de mercado, va a una velocidad mayor que el crecimiento económico que genera (la experiencia juega de nuestro lado).
Las cifras ponen en evidencia la veracidad de la popular frase: “en este país cada día, los pobres son más pobres y los ricos más ricos”. Si en el año 2006 el 10% más rico, ganaba 53 veces más que el 10% más pobre, en el año 2009 la diferencia era de 79 veces. Además se debe considerar que, según la Casen 2006, las diferencias dentro del 10% más rico van desde los 400 mil pesos –¿rico?- hasta los 8.700 millones mensuales que gana Sebastián Piñera (sin considerar a Luksic, Angelini y Matte). Más gráfico aún, según la Casen 2009 el más rico de Chile recibe un sueldo que es 2.193 veces mayor al más rico del 10% más pobre.
Por otra parte, los rasgos arcaicos de la Encuesta Casen, merecen un examen particular. Los elementos que componen la canasta básica, no se han actualizado desde el año 87, además de contener una dieta balanceada de 2.176 calorías diarias, que por supuesto no se adapta a la realidad de la pobreza. Es obvio que ningún gobierno querrá asumir las verdaderas cifras, por lo que como ciudadanos tendremos que seguir observando fotografías de nuestra sociedad en blanco y negro.
Es increíble tener que ver cómo representantes del mundo político se jactan de haber reducido la pobreza hasta un 13,7% en 2006. Según los datos de la encuesta una persona que en el 2006 percibía un ingreso de 50.000 y el 2009 recibía 65.000 mensuales, dejaba de ser pobre para efectos estadísticos; eso es una mentira innegable. Con criterios así, qué queda para el trabajador que posee un sueldo mínimo (¿sujeto emprendedor o nuevo rico?). Como dice Marcel Claude en el informe de la fundación Terram, Determinación del Nuevo Umbral de la Pobreza Para Chile: “los pobres son tan pobres en Chile que ni siquiera se les reconoce el derecho a ser reconocidos como tales.”. Hasta para medir la pobreza se les hace trampa, mientras el costo de los productos considerados por la encuesta subió un 36,2% entre 2006 y 2009, el IPC varió sólo en un 14%.
No podemos admitir vivir en una sociedad en que el ser pobre, sea algo incluso de aspecto físico (¿una prueba?: imagine un presidente de un directorio, muy bien, ahora imagine un vagabundo. ¿Ve que son distintos?).
¿Cuándo vamos a visualizar el país donde vivimos?
Es tiempo de pensar (y hacer) transformaciones radicales.
Por Aquiles Hernández
Presidente CEE Trabajo Social PUCV