El feminismo y el masculinismo (hembrismo y machismo) no son la solución pero si son el motor. El hombre y la mujer son diferentes. Son complementarios en la convivencia, es decir que pueden coordinarse para intercambiar tareas, pero en lo sexual y reproductivo, suplementarios, es decir: hay funciones exclusivas de cada sexo excluyentes para el otro que son ambas indispensables para la mantención del ser humano en el tiempo, como todo mamífero.
La mujer busca al hombre, inspirada por su pasión sexual para realizar el acto reproductivo, que si se concreta pasa a otras etapas de su sexualidad: fecundación, gestación, parto, amamantamiento y crianza, con una relación simbiótica real con la cría, es decir que la vida de ésta depende biológicamente de la madre. Lo que no ocurre con el hombre.
El hombre busca también a la mujer como expresión de su vida sentimental, que tiende a la unión en el coito, y una vez que esto ocurre, lo que viene a futuro no es más que otra eyaculación. Si la mujer se embaraza, todo es diferente para ella, en su fisiología, hormonas, anatomía, emociones y conductas. De hecho su sexualidad entra en otra etapa en la que el coito pierde atractivo y con ello la expectativa que tiene de lo que desea de su pareja.
Lo dicho está a la vista de la experiencia de todos, y del conocimiento especializado, que es consistente en el tiempo al respecto. Lo que cambia, son las “condiciones” en que esos dos sexos en sus diferentes niveles: fisiológicos, emocionales, ideacionales, conductuales y sociales viven su propia naturaleza, según el desarrollo que el ser humano ha tenido en su forma de vida.
Lo que pasa con cada sexo “es justo”, cuando se compara con las características de cada uno, que se refleja y se traduce en que a través de la historia de la humanidad, ontogenia, la mujer se ha expresado en el núcleo de la crianza, que llamo endofamiliar, y el hombre en el núcleo exofamiliar, en medida que la sexualidad de este no cambia con el embarazo, gestación, parto y crianza, porque no tiene. Así que el núcleo exofamiliar lo creo el sujeto masculino, a su manera y con sus inclinaciones y facultades, donde surgen la ciencia, el arte, la tecnología, la economía, la política etc; las disciplinas de estudio para decirlo resumidamente. Por eso la mujer quedó fuera justamente de aquello, porque no es producto de su acción con el entorno en su momento.
Luego ese mundo exofamiliar empezó a recibir cada vez más mujeres que ambicionaron a participar en él, no hace mucho tiempo, en Chile por ejemplo la anticoncepción se consolidó en 1960, justamente cuando el desarrollo de ese mundo exofamiliar -creado por el macho humano- llegó a un desarrollo en que la mujer, dispuso, de anticonceptivos que le permitieron interrumpir la cadena de embarazos, a que le llevaba su pasión sexual con el hombre, y que le ocupaba toda su vida; cuando además, muy importante, la expectativa de vida también era mucho menor: Entonces, ya no eran 15 hijos, sino 10, luego 7, 3 y ahora 1,5. Coincidentemente el desarrollo tecnológico también hizo accesible a las características de las mujeres tareas que son mejor realizadas por fuerza física y violencia como las guerras etc. El feminismo es consecuencia del desarrollo exofamiliar realizado especialmente por el sujeto masculino, que empieza a poblar la mujer, y llega a ese ámbito con su visión de las cosas, y tratando de imponer cambios que le convienen, porque son sus interese y expresión de poder. Es una dinámica social histórica consecuente de la evolución natural del ser humano.
El conocer la evidente, gran diferencia, y muchas veces vivida como insuperable diferencia entre hombre y mujer ¿Sirve para mejorar la convivencia entre hombre y mujer? ¿De qué manera? En la práctica ayuda, pero no resuelve los conflictos que se dan a pesar que se estudien y cada sexo tome consciencia intelectual de lo que es el otro.
Hay algunas situaciones tipo en que se evidencia la diferencia de los sexos que creo que son ilustrativas:
Infidelidad: hombres y mujeres se enamoran y tienden a pretender que sus parejas sean exclusivamente para ellos, a pesar que el ser humano es polígamo, y ambos sexos entienden que el amor no se obliga. Sin embargo, el hombre que solo eyacula -sería absurdo que fuera fiel- es más proclive a que una infidelidad no sea el fin de la relación.
Desinterés y desilusión: Después de la primera etapa del cortejo, de la pasión que lleva a la unión sexual, el mundo erótico de la mujer y el hombre se dividen. En la mujer empiezan a primar una serie de reacciones profundas y absorbentes que son propias de la gestación, parto amamantamiento y crianza, y por su puesto un nuevo espermio y el coito se desvalorizan como necesidad predominante. Eso no ocurre en el hombre porque la expresión de la pasión masculina es la eyaculación y eso lo mantiene junto a la mujer y cuando esta se embaraza, eso no cambia, y el coito sigue siendo la columna vertebral de su afecto sentimental.
Esto lleva a que después del enamoramiento, las etapas posteriores que empiezan en el embarazo y los hijos que ello trae, se vivan especialmente diferente entre hombres y mujeres. Es común, no obligatorio, que con los embarazos el camino sexual del hombre y la mujer tome direcciones distintas, y con cierta frecuencia estereotipada, cada uno en su mundo, y con nexo sexual variable que puede llegar a cero. Con frustración, violencia de distinta intensidad, destructividad y egocentrismo, que en general se vive como desinterés y desilusión mutua, a lo que contribuyen indudablemente, el matrimonio que es un invento social, y la tendencia a la fidelidad típica del enamoramiento.
¿Deben mantenerse juntos los padres por los hijos? Este es el último ejemplo clásico que deseo citar de la diferencia de los sexos. Las mujeres suelen preferir que la pareja siga unida por los hijos por su relación simbiótica con ellos, su vida sexual va hacia un vínculo permanente con sus hijos, y en todas las sociedades se ha respetado eso. Prácticamente, se hacen leyes para “obligar” al hombre a asumir su responsabilidad con los hijos, porque naturalmente tiende a privilegiar su relación con la mujer, y al contrario haya que hacer leyes para “quitarle” los hijos a las mujeres, que nunca quieren ser separadas de ellos, cuando están incapacitadas para confiarles su cuidado. Para la pareja definitivamente no es bueno, y no tendría fundamento, quedarse juntos en nombre de sus hijos cuando han perdido el amor que los unió. Muchas veces los hombres dicen eso en el fondo como estrategia para mantenerse junto a la mujer.
Las formas ideológicas de enfrentar la relación hombre mujer, lo que sería machismo y hembrismo (o feminismo y masculinismo) no unen a los sexos. Las formas ideológicas esencialmente, buscan mejorar a un sexo, a veces a expensas del otro, y pueden tener poco en cuenta el beneficio general, parecen no verlo, no ser capaces de verlo. Estas formas ideológicas de enfrentar la relación hombre mujer podrían ser justas, y tratan además de construir un discurso de justicia en sus demandas, pero suelen caer en inercias maquiavélicas en sus propuestas y prácticas. Lo que pueden superar por comprensión profunda de los social y real empatía, más allá de sus propias necesidades.
La armonía hombre y mujer, sexualmente hablando, se da principalmente en algunas etapas de la del ciclo vital –digámoslo así- y la mayoría de las veces esta armonía es temporal. Solo el hábito y cálculo racional y cultural mantiene a las parejas más allá de cuando su mejor momento ha terminado.
Sin embargo esta riqueza escasa y pasajera, le da sentido a toda la vida de la mayoría de las personas, quienes transitan sobre el puente colgante de la pasión erótica, balanceándose sobre el abismo de la extinción que haría desaparecer al ser humano, gozando de esa inefable experiencia. Lo primero es sobrevivir, e inmediatamente usar esa vida en amar. No nos vamos a desayunar, a esta altura, de descubrir que el amor es lucha.