Los cochinos pesos son los culpables del lamentable accidente de la mina San José, puesto que ella ya había sido cerrada por problemas graves de seguridad. Sin embargo el Sernageomín volvió a autorizar su explotación, sin que hasta la fecha se hayan entregado los fundamentos técnicos de esa decisión.
La apertura de la mina solo puede obedecer a los cochinos pesos que se pagaron para permitir su reapertura. Son los cochinos pesos que ganarían los dueños de la mina los que determinaron que continuase su explotación. Son también por los cochinos pesos que no se realizaron los necesarios trabajos de reforzamiento de la seguridad de la mina. Peor aún, según declaraciones de algunos ex trabajadores de esta mina, se comenzó a sacar mineral de los “puentes” que, obligatoriamente se tienen que ir dejando en la misma veta, a medida que se avanza en los socavones y niveles mineros.
Cuando el precio del cobre está a 3 ó 4 dólares la libra de cobre, y el oro aún más caro, el valor de esos “puentes” justifica que se les explote -siempre los cochinos pesos-, debilitándolos e impidiéndoles cumplir su rol de contención del cerro. La seguridad de la mina se debilitó por unos cochinos pesos. Esta mentalidad empresarial -que ha dominado en nuestro país ya por más de 30 años, de ganar mucho y en poco tiempo-, la que también descuida totalmente el medio ambiente sin tener en cuenta la sustentabilidad de la economía en su conjunto.
Esto forma parte del comportamiento y pensamiento del “empresariado moderno”. El hilo conductor de este comportamiento, de esta “cultura”, de esta “ideología”, son los cochinos pesos, aparejado con el debilitamiento del rol del Estado. Los dueños de la mina San José son el ejemplo concreto de esa mentalidad empresarial hoy dominante: Por ganar más dinero ahora, extrajeron mineral de los puentes que le daban mayor seguridad a la mina, sin invertir ni en la seguridad de la explotación ni en la continuidad de la faena. Escogieron el pan para hoy y el hambre para mañana, porque ahora está excluido que la mina San José pueda continuar su explotación en el futuro.
Puede que las pérdidas para estos empresarios sean considerables, y todo por unos cochinos pesos en el corto plazo. Esta mentalidad de corto plazo y de ganancia fácil requiere de un Estado ausente: Por ello el Sernageomin no tiene el suficiente número de fiscalizadores, como tampoco los tiene la aduana para fiscalizar la exportación de concentrados, ni el SII para fiscalizar la tributación de las empresas mineras. El año 2003, en una Comisión Especial de Tributación Minera, el Senador Prokurica le preguntó a la Jefa de Fiscalización de Cochilco de cuantos inspectores disponía ese organismo para controlar las exportaciones de las empresas mineras. “Tres”, fue la respuesta. Miles de millones de dólares de exportaciones mineras eran fiscalizados por solo tres funcionarios, es decir, la nada misma. A todos los jefes de estos organismos del Estado se les preguntó por qué no tenían más fiscalizadores y la respuesta fue la misma: La falta de recursos. En un país minero, inmensamente rico como Chile, no es admisible que se diga que por falta de recursos que no se fiscaliza a la minería. Ya eso sobrepasa los cochinos pesos para colocarnos en un terreno político, donde los pesos ya no son cochinos ni son pesos: son dólares. ¿Cómo explicar que hace 50 ó 60 años, en la gran minería solo se podía trabajar en turnos de 8 horas, y ahora, gracias a los gobiernos de la Concertación, se trabaja en turnos de 12 y más horas, con el consiguiente riesgo para la salud y la vida de los mineros? ¿Cómo consiguieron esto las compañías mineras? Quizás ya no estemos ante los cochinos pesos sino ante los corruptores dólares.
Por Julián Alcayaga
Economista