La mañana de ayer miércoles, la Presidenta Michelle Bachelet asistió al programa de MEGA, Mucho Gusto, en donde entregó una respuesta que ya se habrían querido los periodistas que cubren política y La Moneda. “No veo ninguna razón para renunciar, ni quiero renunciar”, confesó la mandataria.
Esta no es la primera vez que Bachelet decide hacer este tipo de declaraciones a través de programas televisivos, misceláneos, más cercanos a la entretención que a la coyuntura política. “Le pedí la renuncia a todos los ministros”, disparó en mayo de este año frente a un boquiabierto Don Francisco en su programa “¿Qué le pasa a Chile?”.
Acá le echamos un vistazo a algunos elementos para entender por qué la Presidenta decidió cambiar El Patio de los Naranjos por estelares y matinales.
Primero que todo, programas como los mencionados tienen alta sintonía, un ritmo en donde se permite a los invitados hablar generosamente y están dirigidos a una audiencia que por el horario puede dedicarle su atención a lo que allí se dice.
No obstante, más importante que eso es que en esos lugares Bachelet está blindada. No son precisamente espacios críticos políticamente, sino que todo lo contrario: son instancias condescendientes con el poder en general. Nadie la va a encarar ni poner en aprietos. Ese es su confesionario.
El interés del programa de Don Francisco o del matinal Mucho Gusto es picarla finito, apelar a lo emotivo, ese es su negocio. También el de Bachelet. La Presidenta no está en condiciones de ir a sentarse frente a Tomás Mosciatti en CNN para que la estruje con preguntas sobre el financiamiento de la Concertación y la Nueva Mayoría con las platas del yerno de Pinochet; o por los intrincados negocios de su hijo con el hombre más adinerado de Chile. Lo que le queda es hablar “como ser humano”, “como mujer”, “como madre” frente al cantante Luchito Jara. Él sabe de dramas, los crea, los explota en el set de televisión y en escenarios. Los respeta porque es lo que lo mantiene en pie hoy. También a la Presidenta.
Finalmente, por conveniencia, Michelle Bachelet abandonó el espacio de realidad pura y dura que representa el ser Presidenta de una República frente a los medios de comunicación que la interpelan, para moverse a uno en donde el suspenso, el drama y hasta la ficción no incomodan, se reciben con Mucho Gusto. Lo único importante al final del día es que frente a lo que diga la Presidenta uno responda: “Me enteré por el matinal”.
Por Daniel Labbé Yáñez