Preservando el debate…

El debate y la reflexión acerca de qué preservan la Alianza, la Concertación y la izquierda nos han llevado a varias conclusiones. Hemos concluido, por ejemplo, que la Alianza y la Concertación han cogobernado durante veinte años, profundizando el modelo económico impuesto en dictadura y tratando de legitimar la institucionalidad antidemocrática de la Constitución del 80. Con la “preservación” de aquel modelo y de esta institucionalidad, ambos conglomerados garantizan su reproducción en el poder político y sus cuotas de poder económico.

Por otra parte, hemos expresado que la izquierda ha “preservado” su situación minoritaria, lo que, por un lado, le ha impedido avanzar en las transformaciones profundas que a veces esboza en sus propuestas y, por el otro, la ha marginado del debate político. En efecto, la izquierda hoy sólo representa a una parte muy reducida de la sociedad chilena y hace años que no logra instalar sus temas en el debate nacional.

También hemos dicho que la reflexión en torno al estado actual de la izquierda tiene como único objetivo generar un remezón en su interior que le permita iniciar un movimiento de crecimiento orientado a concretar los cambios que esta fuerza política requiere para convocar a más gente con sus ideas.

En este sentido, considero que el tránsito de una izquierda con vocación minoritaria a una izquierda con vocación mayoritaria que sea capaz de llevar adelante las transformaciones profundas que nuestro país demanda, pasa por al menos dos cosas. Primero, hacer un diagnóstico político correcto de las fuerzas políticas del Chile actual. El discurso que identifica a la Alianza con los empresarios y a la Concertación con la sociedad no empresarial no da cuenta de la involución que ha vivido la Concertación en los últimos veinte años: en realidad ambas coaliciones son instrumentos políticos de grupos económicos diversos. Si la Alianza representa los intereses de los Matte, los Larraín y tantos otros, la Concertación representa a los Luksic y los Angelini. Más allá del detalle formal de los nombres, ¿cuál es la diferencia?

Ese camino nos llevará a que en el 2014 haya un retroceso inevitable de la Concertación. Y como la historia de lo que ellos hacen en el gobierno es conocida, creo que el camino de la construcción de izquierda desde el “antipiñerismo” está condenado a ser funcional a la Concertación, sus grupos económicos, y al estado actual de las cosas. Triste final…

Lo segundo, y en estrecha relación con lo anterior, es que la izquierda debe comprender que el sujeto social del Chile actual ha cambiado. Su realidad es distinta, sus aspiraciones son otras, y sus posibilidades de participación son muy diferentes a las que había en las sociedades industriales. Por eso, es un error profundo querer levantar organizaciones del siglo XX en pleno siglo XXI.

Una vez definido el marco de acción de la izquierda, ésta debe comprender que la única forma de crecer y avanzar no es con acuerdos políticos súper estructurales o entre grupos. La única forma de crecer es trabajando conjuntamente, pero construyendo sociedad civil y coordinando las iniciativas que levanten todos los grupos que la componen. Mientras todos los grupos que son parte de este marco común crezcan, crece la izquierda. Mientras las organizaciones sociales existentes se fortalezcan, o nazcan nuevas organizaciones, la izquierda crece. Mientras más iniciativas unitarias o colectivas surjan, la izquierda crece. Mientras se alcen más voces para izar estas ideas, la izquierda crece y avanza.

Así como las estructuras del siglo XX deben dar paso a nuevas formas de organización y participación, las aspiraciones por querer cooptar todos los espacios y hegemonizarlos, deben dar paso a la mirada colectiva en perspectiva de futuro. ¿Será ese, finalmente, un asunto de las nuevas generaciones?

Por Salvador Muñoz

Presidente del Partido de Izquierda (Paiz)

Politika

El Ciudadano N°85, primera quincena agosto 2010