Presidenciales: ¿Proyectos o programas?

La derrota municipal para el oficialismo se convirtió rápidamente en una oportunidad

Presidenciales: ¿Proyectos o programas?

Autor: LLaguno

La derrota municipal para el oficialismo se convirtió rápidamente en una oportunidad. En rigor, dicha debacle le hizo bien al sector al transitar del pesimismo al optimismo. Desde ese momento ocurren tres hechos relevantes; se da inicio formal a la competencia presidencial en el contexto de una primaria, se produce un cambio de gabinete que abre una nueva fase y se realiza un encuentro programático –el cónclave- que pone énfasis en las ideas fundacionales del sector y su proyección.

Los dos primeros hechos están fuertemente relacionados. Cambio de gabinete y carrera presidencial. Finalmente, el “cónclave público” genera una férrea unidad oficialista que se funda no sólo en las ideas que sustentan su proyecto y acción política, sino también en «las ideas que han sido exitosas en el mundo y que han hecho posible la masificación del progreso y del bienestar».

En el cónclave programático estaban todos; el Presidente, los partidos, los intelectuales y los presidenciables. Todos hablaron y concordaron en las ideas fundamentales del proyecto. Sin embargo, se observa optimismo y autocomplacencia.

Optimismo por el futuro electoral –“la presidencial está abierta” a pesar de la derrota municipal-; y autocomplacencia por el hecho de que sólo reconocen éxito y más éxito. Su gobierno es un éxito –ya hemos escuchado que “en 20 días hicieron lo que no se hizo en 20 años y que han hecho el mejor gobierno de los últimos 80”- y sus ideas son triunfadoras en el mundo; son las mejores. Pareciera que en su ADN no existe el fracaso ni la crítica.

De todos los discursos que se escucharon en el cónclave el más político y el más estratégico fue el de Patricio Melero. De hecho, su intervención identifica y define el futuro escenario de competencia presidencial. Es más, su discurso puede interpretarse como un manual de lo que hay que hacer para ganar la próxima presidencial. ¿Qué dijo?

Comienza afirmando que los resultados municipales “condicionan la acción política del país” al entregar señales y lecciones de lo que está sucediendo hoy. De hecho, el principal diagnóstico tiene que ver con la abstención. En esa dirección destaca tres situaciones que hacen posible y dan optimismo para el resultado presidencial del sector el próximo año: a) que en las municipales del 2012, la participación –los que fueron a votar- fue inferior a la de 2008 en “más de un millón de electores”, b) la mayor abstención ocurre en las “comunas con más habitantes” y c) hubo mayor participación en “las comunas con resultados más estrechos en el 2008”.

De este modo, la derrota municipal no es tan grave ni compleja para el sector; sobre todo, si la insertamos en el contexto de la abstención y del “nuevo Chile” que ha emergido. Por tanto, revertir la baja participación y entender el nuevo elector es la clave para enfrentar con éxito los futuros escenarios electorales.

Para aumentar la participación y volver a re-encantar a los electores del sector –que no fueron a votar en las municipales- hay que generar “incentivos” y entender que al nuevo tipo de elector hay que movilizarlo con ideas y cercanía. En efecto, afirma que los candidatos que tuvieron éxito y logran ganar fueron los que “captaron que había que movilizar y comunicar ideas, generar lazos de participación y cercanía y un clima de incertidumbre que estimulará la participación… al ver que su voto es decisivo”.

Para el gremialismo aquí están las claves para ganar la presidencial y seguir proyectando sus ideas. En definitiva, tienen que generar –en primer lugar- un clima de incertidumbre. En efecto, por ello se ha escuchado insistentemente que la “elección presidencial está abierta” y que la supuesta ventaja de Bachelet no es más que un error de la encuestas. ¿Será casualidad que las encuestas se hayan des-prestigiado y Adimark haya suspendido su habitual estudio después de las municipales? o, no es más que una táctica para generar incertidumbre presidencial y, de ese modo, movilizar al electorado del sector.

En segundo lugar, este hecho debe estar conectado con la comunicación de las ideas del sector. En efecto, los electores del “nuevo Chile” deben ser “convocados a participar por ideas”. En consecuencia, el oficialismo, sus partidos y sus centros de estudios, no sólo deben poner en el debate político-presidencial sus ideas fundacionales, sino también comunicarlas a sus electores “para movilizar este Chile nuevo”, para que, de ese modo, exista “una razón profunda para participar”.

Finalmente, el éxito de articular ideas con incertidumbre electoral “implica entender el estilo y la forma de cómo nos aproximamos al trabajo político”. Hay, por tanto, que “convocar y conquistar”. Hay dos caminos para el éxito de este objetivo; por un lado, “la popularidad, el populismo y la demagogia”, y por otro, la “consistencia, la convicción y la coherencia de las ideas”. El sector opta por el segundo camino: “Aquí esta nuestra oportunidad” afirma Melero. De hecho, la Alianza no sólo tiene un proyecto “con una visión común de la sociedad”, sino también “de lo que tenemos que hacer”. De este modo, las ideas del oficialismo son el “motor para movilizar y comunicar… comunicar y convocar… informar y movilizar” y para “seguir triunfando en nuestra sociedad”.

Este hecho, es la ventaja competitiva que el sector tiene con la Concertación-oposición; y debe, por tanto, convertirse en uno de los ejes de la próxima presidencial. “¿Qué pasa al frente?” se pregunta Melero.

Destaca y reconoce, en primer lugar, que “han logrado un potente acuerdo electoral”. Sin embargo, “sólo los une un afán de poder” ya que no tienen unidad ideológica; y se pregunta: “¿qué tiene en común el PC con la DC?”. Por tanto, van a ofrecerle al país –en la próxima presidencial- “un proyecto de sociedad ambiguo y gelatinoso”.

Es más, la Concertación ya no existe; “hablar hoy de Concertación es un engaño al país. Dejó de existir cuando perdió el gobierno”. De hecho, hoy “cada uno defiende su propio proyecto”. Para Bachelet esto es un problema; “los partidos políticos que la acompañan son un enorme lastre. ¿Quién va estar en la escalinata del avión en marzo: Tellier, Walker, Girardi, Escalona?”

En definitiva, confusión política y fragilidad ideológica. Por ello, para ganarle a este pacto electoral “potente” hay que llevarlo al terreno de las ideas. Por tanto, el escenario presidencial debe tener –como elemento de ventaja competitiva- un eje ideológico. Por ello, hay que instalar en el debate “la defensa de proyectos, más que de programas”.

“Estoy seguro –dice Melero– que las próximas elecciones están completamente abiertas… hay que tener la capacidad de convocar a los ciudadanos en la defensa de nuestro proyecto… ideas… y en este camino surge la oportunidad en la medida en que seamos claros y explícitos en la defensa de nuestro modelo”. Es más, no sólo hay que poner énfasis en un “gobierno de centro-derecha, no sólo tiene las mejores ideas… sino también conciencia social profunda”.

Finalmente y siguiendo a un prestigioso publicista de la política afirma que a) “se vota más por una persona que por un partido”, b) “se vota más por el futuro que por el pasado” y c) “se vota más por un proyecto que por un programa”.

En definitiva, el pesimismo electoral  inicial lo han transformado en optimismo electoral al instalar en el debate presidencial el eje ideológico del proyecto político y social, fundado en la convicción de las ideas y en la defensa de la obra. No olvidemos –insiste Melero- que “nuestra ideas dominan el mundo… no tenemos por qué mimetizarnos y parecernos a ellos”.

Y, ¿si su diagnóstico es errado? La competencia ya está instalada.

Por González Llaguno


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