Nueva ley de Comunicación Audiovisual en Argentina

Nunca es tarde para enmendar el rumbo de los acontecimientos en un país, saldar deudas morales e históricas que se arrastran de tiempos oscuros, violentos y represivos


Autor: Sebastian Saá

Nunca es tarde para enmendar el rumbo de los acontecimientos en un país, saldar deudas morales e históricas que se arrastran de tiempos oscuros, violentos y represivos. Nos referimos a la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual Argentina, que fue aprovada con 146 votos a favor en la Cámara de Diputados, donde la oposición se retiró, y 44 votos a 24 en el Senado, declarándose Ley de la República Argentina n°. 26522.

Fue un grupo de luchadores sociales, apenas recuperada la democracia, quienes comenzaron un largo periplo para converger en la coalición que en el 2004 presentó al poder ejecutivo los 21 puntos de una radiodifusión democrática. En un país de luchadores, estos 21 puntos, así como muchas otras iniciativas reivindicativas, sirvieron de palangana para la derogación de leyes anacrónicas y favorecedoras del monopolio.

Empieza un nuevo rumbo de consignas, se superan las trabas burocráticas (en un país de por si burocrático) al desalojo mediático por parte de las grandes medios de prensa, las declaraciones altisonantes de los personeros de derecha que calificaban al proyecto de ley con la ridícula premisa de ser “Fascismo de izquierda”, aderezado con acusaciones de Montonerismo, Chavismo y otros adjetivos fetiches en tono peyorativo, característicos de los grupos de poder. Además del levantamiento de banderas en nombre de la “libertad de expresión” por parte de las reaccionarias Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y la Asociación de empresas periodísticas argentinas.

Se derrumba una ley de dictadura donde no existían los derechos mínimos. Hoy, en cambio, hay más voces que no callan, hay más debate. Se regula la concentración de los medios. Se democratiza el mensaje, no se atomiza el discurso.

Se crea una herramienta para darle poder a quienes hasta la promulgación de esta ley no lo tenían. A pesar de sus deficiencias, se toma como un triunfo, no el definitivo, pero existe otra correlación de fuerzas, es posible reconocerse dentro de los que no tenían voz, hoy se puede levantar la voz, sin ser silenciado.

por Sergio San Martín


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