Las protagonistas del 2010 lo continúan siendo durante el comienzo del 2011, mejor representadas como carboneras, cuando dejamos de lado ese eufemismo que no expresa su naturaleza. Son proyectos sucios en todos sus niveles, desde sus insumos hasta los frutos de su producto y las utilidades para sus dueños y sus compadres de las mineras.
Proyectos malditos desde su gestación a sus consecuencias en el medio. Si fuera cura, diría el anticristo de la economía y para darle seriedad me explayaré sobre esto.
Turbios porque se planean en las altas esferas del poder, ministros de estado que a fin de periodo mostrarán sonrisas y pedirán votos junto a diplomáticos imperiales del lado oscuro se reúnen para prometerse cosas y puestos con el que sellan sus maléficos planes.
Mueven influencias como copas de champaña para hacer sus trajes a la medida. Decretos supremos que hacen cualquier cosa en el plano regulador y en las instituciones con tal de que primen los intereses del capital, que ha poseído a estas personas a tal punto que ya no son capaces de conectar con la empatía de su naturaleza humana.
Traen volando el cuervo insaciable, trayendo la interminable nube tóxica que degradará toda posibilidad de una economía independiente para los habitantes cercanos al nuevo proyecto, el que se inaugurará bajo una promesa de riqueza y de desarrollo que sólo se cumplirá para un puñado desterrable, los poseídos por el capital, los poseídos por el poder.
Los que materializarán la condena del valle de lágrimas para los recién expulsados del paraíso.
Verán caer las cenizas desde el nuevo y triste cielo impuesto por una chimenea gigante, insisto, puesta ahí bajo la promesa de la riqueza y el progreso.
Esa promesa comprada por miles de millones de pesos con los que la municipalidad adquirirá ambulancias y mejoras en el consultorio local que apenas podrán con el aumento de las enfermedades respiratorias y que nadie quiso incluir en los análisis del impacto ambiental que tendrá el proyecto maldito.
Esos análisis hechos a la medida por la Corema, que para eso está, y hará de una carbonera algo molesto donde todo el pueblo la sabe contaminante.
Contaminados sus recursos y reducidas sus posibilidades de trabajo, los antiguos habitantes de la comuna se pondrán a disposición de los recién llegados bajo sus eficientes y eficaces sueldos competitivos, los que solo compiten por ceder el mayor excedente posible a los caritativos patrones y dueños de la carbonera.
¿Por qué en Chile tenemos una distribución de la producción tan desigual? Entre otras razones, son reflejo de la poco equilibrada balanza de la toma de decisiones y por la caridad de nuestros políticos, que para no molestarnos no nos preguntan nuestra opinión y que para no molestarse nos echan al guanaco cuando queremos expresarla.
Cuando queremos expresar que no queremos que se quemen los baratísimos combustibles prohibidos de los países desarrollados, sus amigos el carbón y petcoke. Cuyos residuos generarán la más concreta visión futurista de un apocalipsis que se anuncia a sí mismo.
Estos nuevos invitados proveerán de la energía que consumirán las mineras y de utilidades a sus dueños. Tantas ganancias que no tardarán en planear otro proyecto similar.
Ni pensar en qué ocurrirá si no controlamos esto.
Es por esto que exigimos que la energía en Chile sea cara y limpia. Que sea cara porque esa energía no es para nosotros, porque mientras más esfuerzos por el progreso y la riqueza se hacen en el país, más contaminadas y más pobres quedan las comunidades y más ricos y poderosos se vuelven los que proponen estas ideas bonitas por fuera y podridas por dentro a un pueblo que ha sido despojado de su autonomía.
Queremos que la energía sea cara para ellos porque hasta el día de hoy los que la estamos pagando cara somos nosotros, con la pérdida de nuestros recursos, de nuestras actividades, de nuestra cultura, de nuestra salud y la de nuestros hijos.
Tarde o temprano tendremos que hacer algo, antes de que se corte el elástico es mejor que después.
Por Keko Hermosilla