En Puebla se lincha a una persona por robar unos brócolis, pero se prohíben las corridas de toros porque dicen que se maltrata a los animales y fomentan la violencia.
En Puebla los jóvenes hacen largas filas para ver a un reguetonero que con sus piezas musicales hace apología de la violencia, el narcotráfico y el machismo, pero consideran a las corridas como el acto más detestable que se haya visto.
En Puebla, en las ciudades falta empleo y en el campo, la ganadería se extingue, pero las buenas conciencias de la Ciudad de los Ángeles prefieren que las seis ganaderías de bravo poblanas, Zacatepec (1924), Reyes Huerta (1948), Núñez del Olmo (1982), José Raúl Cervantes (2000), El Rocío (1946) y Cervantes Hermanos (1983), algunas casi un siglo de antigüedad, sacrifiquen a sus animales o los rematen para el rastro como carne de desecho.
En Puebla, los grupos ecologistas están muy satisfechos porque en la Feria de Puebla no hubo corridas de toros. Les gustó que la Plaza El Relicario tuviera sus puertas cerradas, sin importarle las familias y trabajadores que dependen de la fiesta brava para subsistir. No hablo sólo de matadores o subalternos, de empresarios o patrocinadores, sino de los vendedores, acomodadores, billeteros, puestos de comida, en general, de los empleos que se generan en torno a un espectáculo masivo como es la fiesta brava.
Puebla se une a la CDMX como un espacio hostil para la fiesta brava. En la capital del país, sumando la sana distancia durante la pandemia por covid-19, van cuatro años sin corridas de toros. No piensen que es porque los capitalinos decidieron abandonar su larga tradición taurina. El 13 de agosto de 1529, Hernán Cortés tras tomar Tenochtitlan ordenó celebrar la primera corrida de toros, la cual tuvo lugar el día de San Hipólito, patrono de la ciudad. Se corrieron siete toros, dos de ellos a muerte.
La razón por la cual se cancelaron las corridas de toros en La plaza México es económica. Quieren destinar el inmenso predio de la plaza al “elevadísimo” propósito de construir un centro comercial más, algo que desde los ojos del capitalismo es indispensable para la capital del país.
Según el Archivo Municipal, las primeras manifestaciones taurinas en Puebla, tuvieron lugar en el zócalo de la ciudad, a partir de 1547, donde se instaló una plaza de madera con dos palcos especiales, uno para autoridades civiles y el otro para las eclesiásticas. En Puebla la primera plaza de toros fija fue “El Paseo”, por estar frente al Paseo Bravo, en la calle 11 Sur entre 3 y 5 Poniente. Se construyó en 1840 y fue demolida en 1937.
Qué triste que los poblanos no recuerden esta parte de la historia de su ciudad, qué lamentable que las autoridades tengan ese desprecio por lo antiguo y ese gran afán por las modas. El argumento fundamental de los llamados grupos anti taurinos es la supuesta preservación de la especie y evitar el maltrato animal. Más allá de los animalistas que se comen sendos cortes argentinos o americanos, el experimento que hicieron con la desaparición de los espectáculos de animales en los circos eliminó prácticamente la tradición circense en nuestro país y los animales supuestamente rescatados terminaron sacrificados o vendidos como desecho.
Es verdad que la fiesta brava está en extinción. Sus valores ya no corresponden con la sociedad actual, pero una cosa es el desarrollo de la sociedad y otra muy distinta las modas y la voracidad de algunos vivales políticos que desean aprovecharse de la situación. Quisiera ver a las autoridades municipales y estatales más preocupadas por garantizar la seguridad en los carnavales, por evitar los linchamientos o la violencia hacia las mujeres, que por prohibir las corridas de toros. Eso pienso yo ¿Usted qué opina?
@onelortiz
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