Continuando con el título de esta columna de opinión, podemos afirmar que a los directivos de la temeraria revista Qué Pasa les salió el tiro por la culata porque la presidenta Bachelet no aceptó la operación política, a través de la abusadora transcripción de groseras conversaciones telefónicas de un individuo miembro de la UDI, las que fueron interceptadas por la unidad especializada de Carabineros y que, por estar en poder de la Fiscalía, según ellos, sería legítimo y necesario darlas a conocer en función de que en nuestra democracia la prensa debe comunicar todo.
El director de ese medio y los periodistas que han investigado el caso Caval conocían la turbia trayectoria del animado lenguaraz Juan Díaz, de tal forma que de antemano sabían el escándalo de marca mayor que se iba a generar en el país con sus invectivas hacia la presidenta. Ellos evaluaron las consecuencias de su decisión y apostaron a que, haciendo valer la supuesta libertad de expresión vigente en Chile, la ofensa no iba a tener costos para ellos, es decir, quisieron golpear gratis con esa noticia.
Quien escribe esta narración es una persona independiente que, desde hace muchos años, con información a prueba de desmentidos, ha estado criticando en distintos medios digitales las políticas públicas y arreglines comerciales, monitoreados desde las altas cúpulas del poder, para favorecer a los más poderosos actores privados de los mercados, cuyos dirigentes sectoriales con desfachatez absoluta reiterativamente comunican por todos los medios que son promotores de la autorregulación de sus propios mercados y que se ciñen a la pomposa Responsabilidad Social Empresarial, lo cual son simples cazabobos.
Por lo expresado queda en evidencia que no soy bacheletista, no apoyé ni a la Concertación ni al gobierno de Piñera y actualmente soy un declarado opositor al engendro denominado Nueva Mayoría, de tal forma que lo que diré más adelante tiene el mérito de representar el sentir de alguien que es promotor acérrimo de la libre expresión responsable, no aceptando por lo tanto el obsceno gustito que se dio esa revista, como también incondicional del sistema económico de libre mercado con un Estado de verdad, es decir, con una administración pública que regule sin temor a fiscalizar y que sea implementadora de acciones de prevención y planificación, tal como proceden las instituciones de los países civilizados.
Conozco muy bien cómo se abordan las noticias económicas en los medios impresos del grupo periodístico Copesa y puedo aseverar con innumerables fundamentos que allí no se cultiva la libertad de expresión, ello por cuanto sus editores, siguiendo las instrucciones del dueño, tienen un marcado sesgo siempre pro empresarial, lo que en sí no es malo porque entre bueyes no se dan cornadas. Lo feo y anti plural es que para promocionar los proyectos de inversión de los grandes actores, de esos cuantos que mandan en Chile, no dan cobertura a las precisiones que se les formulan con respecto al tratamiento de esas noticias, lo mismo que sucede con su hermano El Mercurio.
La libertad de prensa en Chile es una entelequia y los gobiernos continúan dándole altas sumas de dineros por publicidad a los 2 consorcios dominantes, lo que sin duda alguna se mantendrá. La Concertación dejó morir a La Epoca por falta de avisaje y como Piñera se enojó con La Nación, decidió eliminarla, de tal forma que tendremos asegurado un duopolio comunicacional por muchos años.
La inmensa mayoría de los periodistas y de aquellos particulares que publican columnas en los medios, han sido muy críticos con el gobierno “porque no supo manejar la situación” (sic), planteando que para solucionar el conflicto Bachelet solo debía desmentir por escrito el infundio. Otros tantos prohombres más desubicados andan pidiendo que la presidenta se desista de la querella. Allá ellos, pero como en nuestro país cada uno se debe hacer responsable de sus decisiones, serán los tribunales de justicia los que digan la última palabra y en una de esas los bocones no irán a la cárcel.
El libertinaje informativo es una lacra, más todavía cuando proviene de una revista que presume de seria, pues estamos ante vulneraciones flagrantes de estándares éticos y por ello somos partidarios de que el abogado Hermosilla no se deje embaucar con las “juiciosas” posturas del Colegio de Periodistas, de la Asociación Nacional de la Prensa y de la influyente Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP), las cuales como instituciones interesadas sustentan criterios meramente corporativos. Hay un antiguo dicho que es bueno recordar : el que la hace la paga y Que Pasa se sobrepasó con creces.
Terminamos diciendo que el caso Caval es demostrativo del despelote y abuso existente. La nuera de Bachelet es un genuino producto del neoliberalismo depredador y oportunista y es sumamente sospechoso que otras especulaciones inmobiliarias, a través de cambios de usos de suelo, no hayan tenido la misma cobertura noticiosa. Como conocemos varias situaciones bochornosas que han privilegiado a ciertos particulares, siendo la más inconveniente desde el punto de vista del interés público, la que hemos publicado en Ciperchile, medio digital de prestigio financiado por Saieh, pero no controlado por él, me pongo a entera disposición de esa revista para que próximamente publique un reportaje dando cuenta de hechos impresentables.
En un extenso editorial del diario La Tercera del domingo 5 de junio, su comité creativo con una señal de mando termina diciendo “Esta querella contamina inevitablemente el caso, y por sus implicancias para la libertad de expresión, cabría esperar una pronta rectificación” (?) : Por nuestra parte, le contestamos a los propietarios de ese consorcio periodístico que la rectificación tiene que venir de parte de ellos y si proceden en consecuencia estaremos en otro escenario más benigno para todos.
Lo peor que podría suceder es que los amigos y testaferros del duopolio periodístico convenzan a Bachelet y al abogado Hermosilla en orden a que se desistan de la querella porque ello significaría rendirse ante un influyente poder económico que utiliza a la prensa para administrar sus propios negocios. Pero si ahora Qué Pasa, desdiciéndose de su artero ataque, desea abuenarse con la presidenta, tendrá que excusarse públicamente.
Finalmente, hoy miércoles 8 de junio Burgos dejó el cargo de ministro del Interior porque, según dicen, estuvo en desacuerdo con la querella interpuesta por Bachelet, su jefa. Esa importante función política a partir de ahora será ejercida por su camarada Mario Fernández quien, estamos ciertos, apoyará en un 100% todas las decisiones que adopte la primera mandataria.