Es imposible imaginar los resultados a obtener en términos comparativos: mejor calidad, menores costos, más inclusión, igualdad, innovación y anticipación.
La reforma se caracteriza por algunos aspectos que son muy discutibles. Por ejemplo, hace referencia a los recursos financieros del Estado y a la eliminación del lucro de las instituciones educativas, lo que obliga a ser muy claro en identificar la cadena de destinos dónde irán los enormes recursos financieros involucrados que necesariamente alimentarán a muchas empresas y a muchas personas, vinculadas o no la educación. Estas últimas actuarán seguramente movidas por el inevitable e indispensable deseo de lucro – diferencial entre el costo de los servicios prestados y los ingresos personales recibidos. ¿Estará probado que la eficiencia y la eficacia de los procesos y los resultados educativos es superior en instituciones sin fines de lucro o es que, al final, el lucro institucional se traspasa al lucro personal? y finalmente ¿Con qué actitud lucrarán los egresados de esta enseñanza en instituciones sin fines de lucro?
{destacado-1}
Otro aspecto discutible es la educación pública. La educación universitaria pública de los años 60 o 70 era gratuita, elitista, seleccionadora, conservadora, y fue gracias a la creación de las nuevas universidades privadas que los estudiantes y sus padres se dieron cuenta que había posibilidades de seguir estudios universitarios, que hasta ese momento estaba vedada para estos alumnos, y esto porque los creyentes de la educación pública universitaria querían preservar sus privilegios y sus dogmas. Esta no es una defensa de estas universidades, pero hay que darles el mérito de que abrieron la enseñanza superior a personas que nunca habían tenido este acceso.
La educación es un campo complejo por contenidos, organización y estrategia, por los intereses de sus constituyentes, y por la sorprendente innovación que están provocando los cambios tecnológicos, comunicacionales y sociales, que seguirán en el futuro. Por eso, reformas basadas en el pasado o en el presente tienden a ser sistemas burocráticos, demasiado simplistas para la complejidad de sus futuras relaciones y su evolución constante.
Estos cambios -a tener en cuenta en la estrategia- llevan a una nueva educación que está en marcha, que no respeta estructuras burocráticas, ni ideologías, ni 20/20, no pide permiso para acometer de hecho con sus nuevas formas de aprender y desaprender, con sus nuevos accesos inmediatos a amplias fuentes del conocimiento. Una reforma independiente de: localización, conocimientos, edad, recursos personales, y con costos decrecientes comparados con los tradicionales, con acceso a impensados títulos, y en una cobertura internacional que permite apreciar, conocer e intercambiar valores, comportamientos y fomentar las nuevas maneras de actuar en un mundo globalizado.
¿Qué tipo de educación primará en 20 años más: una tradicional reactiva o una anticipativa de innovación estratégica?