Por Alexandre Sánchez Wadie
Hoy celebramos nuevamente el Día Internacional de los Bosques.
Aprovechemos esta fecha para reflexionar sobre el papel fundamental que desempeñan los bosques en la sostenibilidad de nuestra civilización, especialmente en momentos de crisis. Para ello, es fundamental comprender la biodiversidad como mosaico de vida para nuestro planeta.
Pero ¿Cómo se relacionan los bosques con la música?
Los bosques son como orquestas sinfónicas, mientras que las plantaciones forestales son como solistas repitiendo el mismo patrón.
Un bosque, en toda su complejidad, es comparable a una orquesta sinfónica. Cada grupo de instrumentos —cuerdas, vientos, metales y percusiones— contribuye con su textura y color sonoro único. Esta diversidad permite interpretar desde las más delicadas melodías hasta las sinfonías más robustas, creando un espectro sonoro rico y diverso. De manera similar, en un bosque, cada especie —flora, fauna e insectos— desempeña roles específicos que en conjunto aseguran su equilibrio y riqueza.
Por el contrario, las plantaciones forestales pueden verse como grupos de solistas que persisten en un solo ritmo monótono. Su rango de diversidad sonora es limitado si lo comparamos con el de una orquesta sinfónica. Esta monotonía es paralela a las plantaciones, donde la dominancia de pocas especies de árboles compromete la complejidad ecológica y reduce las funciones vitales del ecosistema.
Investigaciones científicas respaldan estas analogías, evidenciando diferencias significativas en biodiversidad y procesos de regeneración natural entre bosques y plantaciones. Se ha demostrado que las plantaciones soportan una menor cantidad de especies nativas en comparación con los bosques que se regeneran de forma natural, incluso después de décadas. Un estudio reciente en la revista Forests profundiza en estas diferencias, resaltando la importancia de preservar nuestros bosques naturales.
Pero no solo hay una diferencia conceptual, también hay un tema de incentivos.
Los inversionistas forestales colocan una plantación y solo esperan tener el máximo de rentabilidad económica al final de la rotación, vale decir a 20 o 25 años, cuando cortan la madera, y en el proceso no se ven incentivados a invertir en acciones en contra de los incendios como cortafuegos. Esto es especialmente preocupante considerando las olas de calor que se producen por el cambio climático y que hay evidencia científica considerable de la alta inflamabilidad de las especies predilectas para los monocultivos forestales, tal como lo señala .
Por el contrario, la preservación de un bosque nativo provee una serie de beneficios para el bienestar humano, especialmente en tiempos de crisis, donde nos ayudan a regular el clima y absorber dióxido de carbono.
Las tendencias globales predicen un aumento continuo en la proporción de bosque ocupado por plantaciones hasta el final del siglo XXI, mientras que se prevé una pérdida dramática de biodiversidad como resultado de la explotación antropogénica y el cambio climático.
Chile no es la excepción y en la legislación que se elabora en estas mismas semanas podemos observar cómo se generan incentivos perversos.
El año pasado, nuestro país publicó la ley que Crea el «Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas», o SBAP, que busca proteger los ecosistemas de nuestro país, tal como el bosque nativo, dejándolos en tuición del Ministerio del Medio Ambiente que tiene por fin la conservación y preservación del medio ambiente.
Sin embargo, actores privados y públicos del sector forestal, buscan borrar con el codo lo que se ha escrito con la mano, ya que en la tramitación del actual «Servicio Nacional Forestal», conocido como SERNAFOR, se está tratando de ampliar su objeto de aplicación. En efecto, se ha buscado incorporar en su objeto todo tipo de “formaciones vegetacionales” para que sea el Ministerio de Agricultura, quien está en parte a cargo de regular las plantaciones forestales, quien tenga tuición no solo sobre bosques nativos, sino que sobre humedales y praderas.
Se profundiza así un modelo extractivista en Chile, en que no basta solo que una agencia estatal como CONAF haya estado cargo por años tanto de las plantaciones forestales como de los bosques nativos, sino que se busca impedir que pueda ser el Ministerio del Medio Ambiente, y no el sector forestal, el que cuide de nuestros bosques nativos hacia el futuro.
En última instancia, el Día Internacional de los Bosques no solo es una celebración, sino también un recordatorio de la responsabilidad colectiva que tenemos hacia estos ecosistemas vitales. Debemos actuar con urgencia para proteger y preservar nuestros bosques naturales, reconociendo su invaluable contribución a la biodiversidad, al clima global y al bienestar humano. Las decisiones políticas que se toman en torno a la gestión forestal no solo afectan la salud de nuestros bosques, sino también el futuro de nuestras comunidades y del planeta en su conjunto. Es esencial que la sociedad civil se mantenga vigilante y activa, presionando por políticas que prioricen la conservación y la sostenibilidad ambiental, incluso cuando los intereses económicos intenten desviar el rumbo. En este concierto por la supervivencia de nuestros bosques, cada voz cuenta y cada acción suma.
Alexandre Sánchez Wadie.
Director de Transición Socioecológica Fundación Ecosur.