Regionalismo y ortodoxia

Los partidos políticos han perdido credibilidad y prestigio, según es fácil percibir y lo confirman las encuestas públicas

Regionalismo y ortodoxia

Autor: Director

Los partidos políticos han perdido credibilidad y prestigio, según es fácil percibir y lo confirman las encuestas públicas. Sin embargo, la ciudadanía quiere participar y cuanto mayor es la crisis, las desigualdades, la corrupción, el aumento de la delincuencia y las injusticias, más grande se torna el interés. Últimamente, la movilización de los estudiantes por una educación gratuita y de mayor calidad,  ha potenciado y dinamizado este proceso. Como igualmente influye una gran ola ciudadana internacional, que concentra “indignados” o “protestantes”… Creándose así   -y éste es un hecho fundamental-  una nueva conciencia, más allá del débil violentismo revolucionario de la ortodoxia, llamada de Izquierda o de Derecha.

Pero, para que esta necesaria y benéfica participación ciudadana sea eficaz y positiva, es requisito sine qua non que los ciudadanos conozcan la verdad y, muy en particular, la historia real de los partidos políticos. Estos,  institucionalmente están llamados a ser los pilares de una democracia real. Tal es el caso del “Regionalismo” y los “Independientes”  cuya imagen, intereses facciosos suelen distorsionar.

En esta perspectiva cumple recordar y constatar que hace unos tres lustros, emerge en Chile un creciente anhelo por participar políticamente los independientes y los regionalistas. Al punto que se postulan alrededor de 2.000 –dos mil, cifra inédita en nuestra historia política-  candidatos independientes, de los cuales, más o menos la mitad  participa efectivamente en las elecciones. Y, mucha atención: éstos sin embargo tienen muy escasa propaganda electoral, que es carísima, frente a la millonaria publicidad de los bloques mayoritarios.

Tanto el descrédito de la llamada clase política y  de los partidos políticos tradicionales -la ortodoxia- cuanto el asfixiante y reducidor centralismo, influyen en esta nueva tendencia. “Dios está en todas partes pero atiende en Santiago”, según dicho popularizado. Celebrizándose el nombre de un alcalde regionalista –Jorge Soria, en Iquique– quien gozara de amplia simpatía y apoyo. Lamentablemente, se viera envuelto en un bullado proceso judicial. Poco antes, sin embargo, en gestiones donde participé directamente viajando al Norte, se cristalizó un pacto político entre la “Alianza Nacional de los Independientes” (“A.N.I.”)  presidido por el joven político Ricardo Fernández y el “Partido de Acción Regionalista”  (“P.A.R.”),  constituyéndose el “F.R.I.” (“Fuerza Regionalista de los Independientes”) , más tarde y actualmente “P.R.I.” (“Partido Regionalista de los Independientes”). Y éste, por abrumadora mayoría de sus bases, declaró ser un “movimiento político” transversal, distinto y distante de  la Concertación y la Alianza por Chile, hoy “Coalición por el Cambio”. Y de esta forma, pasábamos a representar una verdadera alternativa de poder en nuestro país, teniendo muy claro el descrédito de los partidos políticos tradicionales y constatando que las “viejas ortodoxias” -el socialismo y el liberalismo, así como la Democracia Cristiana fluctuante entre ambos- habían fracasado o de hecho, caducado.

Prueba incontestable de nuestro crecimiento y a pesar de la carencia casi absoluta de recursos económicos, es que en las últimas elecciones municipales   -Pacto “Chile Limpio”, con los “Ecologistas” y “Chile Primero”-  logramos un 7,7 % de la votación nacional. Superando nuevamente -como antes el “A.N.I.” en el Sur- al Partido Radical y al Partido Comunista.

Ninguna doctrina o ideología política se asocia más que nuestro Regionalismo con la tradición histórico-cultural indígena -especialmente los mapuche- respecto de la vinculación profunda del hombre con su tierra, su “terruño”, como escribe Juvenal Urízar. Y es precisamente en esta brecha, que se puede comprender cabalmente también el concepto de “Patria”,  tan olvidado hoy en Chile y América Latina. Es en base a este vínculo existencial originario que se puede también responsablemente hablar de “Identidad Nacional”.

A ello, se suma el carácter siempre fraterno de nuestra conducta política. Y por lo cual nuestras fundadas críticas y propuestas, se han formulado  invariablemente con el mayor respeto y buena intención: no creemos que el prestigio y el éxito se deben lograr sobre la base del descrédito o el entierro de los que piensan y actúan diferente: tal es la verdadera Democracia. Hemos actuado siempre con leal fraternidad, abrigando la esperanza de una rectificación. Y, lamentando muy profundamente que unos pocos sin embargo, deyecten intolerancia o sectarismo, permitiéndose aún, ser insolentes o agresivos. El mundo de la verdadera política se infecta y corrompe o degenera con tales actitudes. Y, a la postre, los principales afectados son el pueblo de Chile, que sigue esperando de los partidos políticos ¡otra cosa!

Pero esa imagen de verdadera y honesta independencia política, cuanto la defensa de las Regiones  -especialmente la de sus recursos naturales como el cobre-   se comienza a distorsionar con el ingreso a nuestro colectivo   -que ya tenía carácter nacional, estando inscrito en ocho regiones del país-   de un grupo de ex-militantes democratacristianos y tres parlamentarios liderados por el ex senador Adolfo Zaldívar. Conocidos como los “colorines”. A raíz  de lo cual, renuncié indeclinablemente a la Presidencia de la Comisión Política. Me limité a solicitar al nuevo Presidente  -entonces diputado Jaime Mulet–  y a Adolfo Zaldívar  -aún senador-   que garantizaran la democracia interna convocando a una Convención nacional amplia para elegir democráticamente un candidato presidencial que postulara confiablemente nuestro ideario. Lo que no aconteció. Si bien, saldría a la luz pública y sin haberse realizado un acto convencional, la candidatura de Adolfo Zaldívar que, según las encuestas, bordeó apenas el 1% del apoyo electoral. Y por ello, aunque a última hora, fue retirada esa postulación, siendo ya tarde para la emergencia de otra candidatura presidencial. Por cuyo motivo un alto número de independientes y regionalistas apoyó la candidatura de Marco Enríquez Ominami. Aunque muy pronto decepcionados por la ambigüedad , las contradicciones y el descrédito de su brazo derecho, ex GAP, actualmente procesado en Cuba.

Se inicia además, una verdadera “razzia”  al interior del Partido  asegurándose así unos pocos, el control total, en manos de los recién llegados, pese a que se les recibió fraternalmente. Culminando, con la expulsión de Jaime Mulet y sus adherentes democratacristianos, de escaso número. Meses después, al intentar éste recuperar su cargo, el Tricel rechaza la petición. Y esos ex-colorines se acercan a la Concertación y luego al “P.R.O.”. En tanto, Adolfo Zaldívar apoya la candidatura del actual Presidente de la República. Se le nombra embajador y se designan algunos cargos menores para unos pocos militantes. Todo lo cual contrastaba radicalmente con los postulados que desde el origen potenciaron y le dieron un perfil real de Independencia y de Regionalismo que el PRI defendió desde su constitución. Produciéndose además, el repudio o disidencia de dos diputados: Alejandra Sepúlveda y Pedro Araya.

Hoy hay además incoado un proceso penal por presunta falsificación de la firma de un ex-Presidente del PRI, Eduardo Díaz del Río, que afectaría a cercanos de Adolfo Zaldívar.

Sin embargo, y siempre en la convicción de que podrían rectificarse los errores, he sostenido reuniones con dirigentes de nuestro Colectivo y, particularmente con el Presidente actual y ex-diputado, Carlos Olivares, quien tiene el mérito de no crear mayores anticuerpos. Pero no basta su buena intención acaso se dilata la adopción de medidas conducentes a la unidad partidaria. Me temo por eso, sea muy difícil incorporar nuevos militantes regionalistas e independientes, asegurar la alianza con los otros movimientos regionalistas y evitar la deserción de valiosa militancia hacia un regionalismo que ellos observan como más genuino.

Ante estos hechos, un número de militantes del PRI que representa un muy alto porcentaje de los más de 100 concejales y 20 alcaldes del PRI en todo Chile, renuncia. Y, fieles a su ideario independiente y regionalista constituyen tres nuevos partidos regionalistas:

*“AIRE”  – “Acción Independiente Regionalista”-  recientemente ya inscrito en el Registro Electoral como partido político,

*“PRAN”   -“Partido Regionalista Alianza del Norte”-  y,

*“FIN”  – “Fuerza Independiente Nacional”-.

Todos los cuales están contestes en unirse luego en un solo Gran Movimiento Regionalista, con las mismas banderas del origen: como una alternativa real de poder a los bloques mayoritarios de la “Concertación” y la “Alianza por Chile” hoy “Coalición por el Cambio”,  que periclitan.

De este modo, el grueso de los regionalistas persigue claramente ese objetivo central, como primer paso: fortalecer la unidad del regionalismo en Chile. El que se ha potenciado históricamente -y como debe saberse- entre otras causas con motivo de la defensa que desde el Norte de Chile, bajo el liderazgo de Pedro León Gallo se levantó contra el gobierno centralista de Manuel Montt. Militaba en el Partido Liberal reformista que daría origen al Partido Radical. En otras regiones como Concepción y en la Quinta, San Felipe, también se insurgen. Rebeldía que se asocia muy estrechamente con la defensa de mayores derechos sobre los recursos naturales de la Región  -el cobre especialmente-  cuyos ingresos mayoritariamente absorbe la capital. Defensa en la cual muy pocos parlamentarios en los últimos tiempos  -como el ex senador radical Jonás Gómez y el democristiano de origen democrático Jorge Lavandero, de hecho participan. Y por ello ciertamente, el actual conflicto de Codelco con Anglo-American, no hace sino reavivar esta llama regionalista. Muy principalmente, porque se asocia con un tema mayor y de vital importancia: la Defensa de nuestros recursos naturales. Centro focal de la lucha del Presidente Balmaceda  -también liberal-  que últimamente retoma Salvador Allende, socialista. Y que por otra parte no es ajena a postulados e interés de las propias Naciones Unidas. Recuérdese que ya en el año 1953, ese organismo internacional, analiza el tema, destacando el hecho de que los recursos naturales se asocian con el concepto mismo de la soberanía nacional. Lo que inclusive explica por qué la Constitución Política de 1980 coincidiendo con la de 1925, consagra igualmente el carácter de “INALIENABLE” de ese derecho a favor del Estado de Chile, es decir de todos los chilenos. Así como también se vincula muy estrechamente con el concepto de la seguridad nacional (Constitución Política de 1980, art. 62).

Y hay todavía, otro hecho irrefutable: un bajísimo porcentaje de apoyo electoral al Gobierno   -“Coalición por el Cambio”-  y menor aún para la Concertación, los que sumados no alcanzan el 50% del electorado. Esta sola circunstancia faculta para colegir que la mayoría de los ciudadanos está en búsqueda de una nueva alternativa política, que les sea verdaderamente confiable. Súmese el enorme contingente electoral según la nueva reforma en que, alrededor de cuatro millones de jóvenes, tendrán la palabra… Y cuyo Movimiento Estudiantil fue apoyado por las bases del Regionalismo y los diputados Araya y Sepúlveda, decididamente.

Tuve la honra de participar con los estudiantes en acto celebrado en la Casa Central de la Universidad de Chile, en Regiones o con dirigentes del Liceo José Victorino Lastarria y el Instituto Nacional: años atrás fui Presidente del Gobierno Estudiantil.

La ciudadanía tiene conciencia del grotesco fracaso de las viejas ortodoxias. Frente a lo cual, coherentemente, parece sensato se inclinen a favor de un movimiento político transversal, como el Regionalismo, que está más allá de los ideologismos superados por la Historia.

Cumple enfatizar,  que de acuerdo con la naturaleza misma de los postulados del Regionalismo, éste es sin duda ninguna el Movimiento Político más confiable para la defensa de nuestros recursos naturales y nuestras tradiciones culturales, que ciertamente fortalecen nuestro espíritu nacional, nuestra dignidad y nuestra soberanía.

Es por ello principalmente que, el diferendo Codelco – Anglo American  -que sería el conflicto judicial de mayor bulto y alcances hoy en todo el orbe-   constituye un caso paradigmático de la situación actual del país y nos recuerda la guerra de las Malvinas. Sus resultados pueden afectar gravemente nuestro patrimonio natural. Y se trata además de una empresa del Estado, es decir, de todos los chilenos. Trae a la memoria los alcances formulados por el autor de “Chile ¿un País de futuro?”. Su autor   –Donoso–  escribe:

“Balmaceda señaló su oposición a los monopolios del salitre y de los ferrocarriles del Norte que habían establecido los inversionistas ingleses… Impulsada por los inversionistas foráneos LA CORRUPCIÓN INVADIÓ EL PAÍS…” Y peor: “muchos chilenos en altos cargos, prefirieron recibir comisiones… antes que defender los intereses de la Patria”…

¿Acaso esa historia se repite hoy?

Tal vez entonces, sea el Regionalismo  -que puso al rojo la Historia de Chile al Norte (La Serena y San Felipe) y en el Sur (Concepción)-  el único movimiento sociopolítico capaz de mantenerse leal e inflexible ante los ataques o atropellos que se le infringen a la Nación y que los partidos políticos tradicionales   -la ortodoxia-   se demuestran incapaces de defender. Y por lo cual, hoy más que nunca parece necesario y aún un deber, conocer la verdadera historia de cada uno de los partidos políticos vigentes hoy en Chile.

Los Regionalistas e Independientes estamos ciertos de que el propio fortalecimiento de nuestra identidad nacional, pasa por el fortalecimiento de este Regionalismo que en forma alguna podría estar en pugna con el carácter unitario de nuestra Nación, sino muy por lo inverso. Entendiendo, que debemos deslastrarnos de prejuicios y ortodoxias, así como de falsas dicotomías, como Estado o mercado, individualismo o colectivismo, nacionalismo o internacionalismo, ideología o pragmatismo, etc. Y llegar a ser capaces, en una magna obra de carácter colectivo, de ofrecerle a nuestro pueblo propuestas originales y que sean propias. Es decir, que respondan a nuestras auténticas raíces y a nuestros sueños.

Por Mario Osses Quirós

Abogado

Co-fundador del ANI y del PRI

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