En un escenario político electoral donde las encuestas quisieron marcar la nota, éstas se equivocaron otra vez en lo fundamental. Ya se sitúan en los límites del campo de la llamada postverdad. Pareciera que están hechas para manipular. No hay que creerles entonces a los encuestólogos y a la encuestocracia que buscan definir las contiendas electorales. Le daban no más de un 14% a la candidatura presidencial del Frente amplio y algunas pronosticaban que la nueva fuerza política obtendría un máximo de 6 diputados.
Con el 20,27% obtenido por Beatriz Sánchez y los 20 diputados ganados por el FA, éste se perfila como un factor insoslayable de cambio en la política nacional. Su lugar en la cámara de diputados —para esto fueron elegidos y no deben olvidarlo— será el de aguijonear al neoliberalismo, plantear cambios estructurales postergados por la Nueva Mayoría-DC y apoyarse en las movilizaciones sociales para hacer avanzar Chile hacia un desarrollo económico social equlibrado. Además de representar en todo tiempo los intereses y demandas de los sectores asalariados populares y de las capas medias.
Ésta ha sido también, sin lugar a dudas, una derrota del dispositivo mediático de la oligarquía neoliberal (El Mercurio, La Tercera y La Segunda) que junto con su equipo de opinólogos se la jugaron por entero para planificar el triunfo de Piñera, el candidato corrupto, desde la primera vuelta. ¡Plop!
El resultado de las urnas fue una derrota total para las pretensiones de MEO (5,71%), el candidato autócrata de su partido el PRO y un comienzo de crisis explosiva en la DC cuya candidata Goic (6%) quedó en un quinto lugar. El triunfo de Huenchumilla es una buena noticia.
Fue también la emergencia de la ultraderecha de Kast (cuarta fuerza que le golpeará la mesa a Piñera hasta imponerle un par de ministros y una agenda ultraconservadora y religiosa). Lo bueno es que los fachos se manifiestan y se exponen abiertamente, obligando al debate permanente acerca de los orígenes históricos y dictatoriales del modelo neoliberal impuesto manu militari por su ídolo, Pinochet.
¡Si solo el sábado pasado (un día antes de la votación), en una larga entrevista que le concedía La Tercera, el rector de la UDP, Carlos Peña, defendía el capitalismo neoliberal llamándole por el eufemismo “modernización capitalista”! Éste daba por seguro ganador, de manera nada subrepticia, a quien encarna sus efectos más brutales como la desigualdad social, el poder de los mercados, el endeudamiento y la falta de protección social; es decir a Sebastián Piñera.
En nombre de un individualismo posesivo y de una construcción interesada de las “clases medias”, en una versión de “consumidores racionales-alienados-consumistas”, tanto la derecha piñerista como algunos intelectuales como Peña, que posan de “liberales de izquierda o de socialdemócratas” buscan justificar el poder de la oligarquía y así negar la posibilidad de una sociedad donde coincidan el interés colectivo y social con el desarrollo de una individualidad plena gracias a soportes sociales e igualitarios desde la infancia.
Cabe destacar también que en esta campaña fue notorio el silencio de los intelectuales de izquierda y “progresistas”. Éstos, encerrados en sus jaulas académicas (¿temerosos de perder su empleo si se expresan libremente?), permiten un hecho perverso: que el campo mediático sea ocupado por las intervenciones apologéticas del neoliberalismo de Peña, o por las venenosas declaraciones de un ultrarreaccionario de la PUC como Gonzalo Rojas, brazo derecho e ideólogo doctrinario de Juan Antonio Kast. Es tiempo que las comunidades académicas y estudiantiles expresen su disidencia y hagan “uso público de la razón”. Sobre todo cuando la palabra política es acaparada por individuos con claros fines ideológicos. Ya sea defender la educación privada, endulzar el neoliberalismo y el poder de los mercados como Carlos Peña. O una concepción autoritaria y conservadora, como la de Rojas (el mismo que justifica los asesinatos de la dictadura militar). No por casualidad ambos son opinólogos mercuriales, que con diferentes matices participan abiertamente desde su páginas en la defensa del orden establecido. Y hacen la apología del neoliberalismo.
Las intenciones de la ultraderecha y de sus plumíferos era evidente: ganar en primera vuelta y descorchar el champagne. Porque era la única manera que tenía la ultraderecha política y empresarial de prepararse el terreno para la arremetida neoliberal que esconden debajo del llamado “crecimiento” o la política de “desgrasar” el Estado, como repetía Piñera (término elaborado por los neoliberales anglosajones, o downsizing) una vez reconquistado el gobierno. Lo que no es otra cosa que despedir gente, comprimir salarios, bajarse los impuestos (de los súper ricos y las grandes empresas), entregar los recursos naturales al gran capital extranjero y practicar la corrupción desembozada (el tráfico de influencias y el abuso de poder) como lo hizo antes el magnate candidato. Bueno, les salió el tiro por la culata. No contaban con la astucia y la fuerza obstaculizadora a sus planes que ahora representan el Frente Amplio y sus 20 parlamentarios.
En este balotaje, donde se enfrentará Piñera (36,64%) con Guillier (quién con 22,68% apenas obtuvo un 2,4% más que la candidata del Frente Amplio), hay que impedir que se realicen los planes de la oligarquía y de su representante carnal para retomar las riendas del gobierno del Estado
Quedó claro que Chile no se “apresta” (me equivoqué, dejándome llevar por la decepción cuando escribí en una columna pasada) a elegir al candidato que encarna los planes de la derecha y la extrema derecha. La disputa será ardua las semanas que vienen puesto que ahora la pelota está en el lado de los negociadores del equipo de Guillier. La posición del Frente amplio será clave. Se espera que su electorado progresista y de izquierdas, que es el que puede decidir el futuro de la elección final, vote por Guillier si éste y su comando aceptan integrar al menos cuatro de los puntos clave del programa del Frente Amplio.
Es el momento de negociar bien y conscientes de lo favorable de la correlación de fuerzas. Y desde una posición de fuerza real y con claridad de perspectivas. El equipo de negociadores y negociadoras del Frente Amplio debe transparentar todo encuentro y los puntos de negociación con Guillier y su equipo. Se juega ya su futuro ante la opinión pública como fuerza nueva y transformadora.
Así lo ha querido expresar Jorge Sharp, el alcalde de Valparaíso, quizás la mejor carta presidencial del Frente Amplio para el 2021, en su reciente discurso: «El adversario es la derecha, su propuesta supone una larga noche neoliberal, porque estamos hablando de un sector que quiere mantener la Ley de Pesca aunque se haya aprobado con corrupción, que quiere derogar la ley de aborto y mantener el CAE», sostuvo el jefe comunal. Aunque, dijo que «si el coordinador de la campaña de Guillier en segunda vuelta va a ser Sergio Bitar, uno de los impulsores del CAE, las señales son malas».
Escrito por Leopoldo Lavín Mujica