Por Jean Flores Quintana
El Ciudadano
El 9 de enero de 1959 nace en Uspantán, Guatemala, la activista por los derechos humanos, Rigoberta Menchú, galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1992.
Para comprender a Menchú se precisa conocer el momento histórico en que vivió. Su vida está atravesada por la guerra civil guatemalteca, que inició en noviembre de 1960, cuando Rigoberta aún no alcanzaba los dos años de vida, y concluyó en 1996.
Tras 36 años de conflicto entre las Fuerzas Armadas de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, las cifras son abrumadoras, según el informe Guatemala Nunca Más, elaborado con miles de testimonios, se registran sobre los doscientos mil muertos, cincuenta mil desaparecidos, un millón de exiliados y refugiados, doscientos mil huérfanos, cuarenta mil viudas. Nueve de cada diez víctimas eran civiles desarmados, en su mayoría indígenas. Una masacre histórica, otro genocidio de la clase patronal latinoamericana contra los pueblos.
En este contexto crece Rigoberta Menchú, en el seno de una familia rural y trabajadora. Las atrocidades cometidas por la derecha no le fueron indiferentes, tempranamente tomó posición en las luchas por la liberación nacional, así, desde 1978 fue miembro del Comité de Unidad Campesina. Los escuadrones de la muerte la persiguieron a ella, y a miembros de su familia. El 31 de enero de 1980, su padre, Vicente Menchú, fue una de las 37 personas que la policía quemó vivas en la embajada española.
Luego de estos episodios, volcó sus esfuerzos en denunciar a los regímenes militares de derecha que masacraban a los suyos, su voz alcanzó notoriedad internacional, en 1992 recibe el Nobel de la Paz, y juega un rol central en el proceso de recuperación de la democracia.
En 2019, durante la Revuelta Popular, Rigoberta Menchú visitó nuestro país en su calidad de Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO.
En aquella oportunidad tuvo una serie de encuentros con la sociedad civil para conocer la violencia de Estado que se ejercía contra los manifestantes, también entregó una carta al presidente Sebastián Piñera.
Su paso por Chile dejó un par de reflexiones, que a la luz de lo ocurrido en estos cuatro años, para algunos cada vez cobran más sentido, y para otros, es mejor olvidar:
- Si no se hacen reformas profundas, la crisis chilena va a tardar un par de décadas.
- Hay víctimas que perdieron un ojo o parte de su vida. No puedo esperar que carabineros actúe como niños jugando con pistolas de agua en las calles. Eso implica que ellos tienen autoridades, por lo tanto, el Estado es responsable.
- Me impactó muchísimo que de repente [jóvenes] recibieron una balina en la espalda, o en la cara, como viviendo otro mundo.
- Somos víctimas del pasado, soy víctima del genocidio del pasado guatemalteco, y no podemos permitir que vuelva a ocurrir. Eso es lo primero que a mí me nació en la mente antes de venir de Guatemala a Chile, que no vuelva a ocurrir el pasado porque nadie quisiera heredar delitos crueles a sus propias generaciones.
- Históricamente he seguido a este hermoso país a través de la cultura, pero también a través de los pueblos originarios, especialmente mis hermanos mapuche.
En el natalicio de Rigoberta Menchú desde Chile se le recuerda con respeto y admiración, pasará a la historia de nuestro país el momento en que la Premio Nobel de la Paz recorrió Plaza Dignidad, fue alcanzada por los gases tóxicos del carro lanza-aguas y terminó siendo socorrida por La Primera Línea.
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