São Paulo: de las derechas a la Teología Coach

Esta Teología Coach, encabezada hoy por Marçal, el candidato a la alcaldía de la mayor ciudad de Latinoamérica, es una radicalización del 'emprendedorismo'.

São Paulo: de las derechas a la Teología Coach

Autor: El Ciudadano

Por Javier Molina Johannes

No es que la derecha no sea teologizante ni que no use argumentos religiosos. Pero, hasta cierto punto, esto es su radicalización. Si ya habían escuchado de la Teología de la Prosperidad, puede que tome sentido. Si leyeron nuestra columna anterior, donde comentamos que en las elecciones de São Paulo estaba en juego la radicalización del bolsonarismo y, junto a él, de las derechas latinoamericanas en su conjunto, recordarán el nombre de Pablo Marçal. El joven de jockey, una combinación entre Bukele, Trump y Milei.

La Teología Coach tiene incluso disputas con la de la Prosperidad, porque, a pesar de que las dos sean derivas neopentecostales, se disputan el fundamento en la Trascendencia. En otros términos, qué tiene que ver Dios con el dinero, con el éxito, con el castigo, con las penurias. Y claro, desde que existe el judeocristianismo tiene algo que decir Dios en todo esto, aun cuando no precise hablar. Si no, pueden preguntarle al Estado genocida de Israel, que pareciera justificar cualquier masacre en fundamentos teológicos. Al menos, eso defienden los militantes de la Teología de la Prosperidad. Y uno de sus íconos, el señor Malafaia, está bastante enfadado con lo que está consiguiendo este tal Pablo.

Otro espécimen que se ha sumado en los últimos días a la campaña del ex coach es Nikolas Ferreira, uno de los políticos más conservadores de Brasil. En este sentido, la presencia de Marçal demuestra, efectivamente, que el legado del bolsonarismo está en plena disputa. Veremos qué sucede el domingo, pero aun cuando no pase a la segunda vuelta –que dependiendo de la encuesta que se mire dice que sí o que no– tiene un fuerte apoyo en el electorado: cerca de un 25% de los y las votantes. Aunque cabe destacar que son, claro está, mayoritariamente hombres; entre ellos tiene el doble de intención de voto que entre mujeres. Y, podemos agregar, que tienden a ser jóvenes y de clases desfavorecidas, que confían que ahora sí tendrán éxito, dinero y recuperarán sus privilegios tan atacados por las políticas de género y los progresismos [sic]. Un caldo de cultivo de los discursos mileístas, bolsonaristas y etcétera.

Tal vez, por ello, una de sus gloriosas frases en los últimos días fue, nuevamente, contra Tabata Amaral –candidata del PSB [Partido Socialista Brasileño]– a quien le dijo que, si las mujeres se sintieran representadas por ella, ella ganaría en la primera vuelta, sin embargo, ellas no votan por otras mujeres, porque son inteligentes [sic] –literalmente: “a mulher não vota em mulher, mulher é inteligente”–. De ese modo, demostrando un nivel de misoginia que gana cada vez más terreno a través de este tipo de candidatos/influencers. Ahí está uno de los puntos clave de esta guerra: el sentido común. En definitiva, es más relevante la batalla cultural –como dicen los Laje, los Olavo, los Kaiser…– que la elección propiamente. No obstante, no quiere decir que ello no traiga réditos electorales, los trae, por eso Marçal continúa con claras posibilidades de ganar a solo un par de días de la votación.

Entonces, esta Teología Coach, encabezada hoy por Marçal, el candidato a la alcaldía de la mayor ciudad de Latinoamérica, es una radicalización del emprendedorismo. Esta deriva de la ideología neoliberal lograría radicalizar al bolsonarismo, que parece formar parte de un centro [“o centrão” como le llaman en Brasil] al lado de lo que Marçal y sus amigos han conseguido, y logra promover lo peor de la meritocracia y el individualismo, dos caras de la misma moneda. Y lo fundamenta con frases bíblicas y en una Teología que se presta para ello. Así, la Teología coach, muestra todo lo que se necesitaría para tener éxito: todo está dentro del individuo. Lo único que necesita es seguir los consejos del gurú de turno. En otros términos, la conjunción entre emprendedorismo y argumentos religiosos. Un cruce perfecto con el narcicismo mesiánico de algún personaje.

De hecho, antes de comenzar uno de los últimos debates televisados, Pablo Marçal comentó que se encontraba en ayuno desde varios días y que continuará así hasta el día posterior a las elecciones. Esta postura es en función de una “batalla espiritual” que está lidiando “por el pueblo”, esperando “soluciones divinas” para vencer tanto en aquel debate como en las elecciones. En fin, la religión es convertida en herramienta de poder personal –como tantas otras veces–.

Por ello, lo único que realmente interesa es atraer público para vender una ideología meritocrática, para promover y profundizar el individualismo. Por eso, hasta los pastores de la Teología de la Prosperidad están preocupados; está en plena disputa quién se llevará el electorado evangélico de derechas al bolsillo. Y sus aportes. Y con ello, también al bolsonarismo para una próxima carrera presidencial. Quién sabe si Marçal cumple efectivamente con su palabra y se presenta como futuro candidato en 2026. Sin duda, podemos apostar que irá como nuevo mesías.

Así, Pablo Marçal es un gran promotor de esta ideología, compuesta por ideas del éxito individual y de la responsabilidad sobre su propio destino. Las lógicas de consumo son tan fuertemente divulgadas, que llegan a indicar cómo tener relaciones “provechosas”, conexiones que puedan valorizar su vida, siempre en parámetros mercantiles. Por eso, cualquier problema, fracaso o pérdida que usted tenga, es su responsabilidad, porque como dicen en esta ideología del coaching: “si usted trabaja catorce horas, no tiene cómo no volverse rico”. Asimismo, “si usted mentaliza no estará más enfermo, y si lo está es porque debe poner más energía en mentalizar”. En fin, frases ridículas que son fuertemente difundidas en el sentido común contemporáneo, que son ejemplos claros de violencia simbólica. A pesar de la defensa de esta ideología que también dicen las derechas chilenas, como esa típica frase de las clases altas, o bien, de los aspiracionistas que defienden la meritocracia, de que “el pobre es pobre, porque es flojo”. En fin, una ideología bien reconocida en el Chile postdictatorial.

De esta manera, el emprendedorismo es la “nueva” religión civil: se configura cambiando santos por “emprendedores exitosos”, las Sagradas Escrituras son el libro de autoayuda del momento y el cielo prometido está en la tierra: fama, dinero y éxito. En definitiva, nos enseña que “todo el mundo puede prosperar” y que el fracaso no existe, porque es demoniaco. En resumen, la teologización del debate político muestra una base perfecta para candidaturas conservadoras en lo moral y fuertemente neoliberales en lo económico. Una conjunción que consiguió elegir al presidente en Argentina y que también vemos aflorar en las derechas chilenas. Por lo mismo, este tipo de ideologías, junto a sus propagandistas –sean políticos, religiosos, académicos, etcétera–, deben ser atacadas antes que consigan más oyentes y adeptos.

Por Javier Molina Johannes


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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