Por Carlos Gutiérrez P.
La política es cruel, e incluso es famoso el dicho en el plano interno que “es sin llorar”. Esto es aún más radical en la política internacional, sobre todo en momentos en que se juegan cosas importantes y de largo plazo.
Aparece en las sombras una negociación entre Turquía, Irán y Rusia para sacrificar a Assad del gobierno (al menos Rusia le salvó la vida), y abrir algunos acuerdos que momentáneamente deje a todos con algo de satisfacción. Pocos días antes, el presidente Erdogan abogaba por la lucha frontal contra Israel y estaba relativamente alineado con Rusia e Irán.
El ex subcomandante de la Guardia Revolucionaria Islámica y ex vice ministro en el gobierno de Raisi, Mohammad Reza Gholam declaró “Los turcos y algunos países árabes nos engañaron al darnos garantías hace dos meses de que no pasaría nada”.
De la misma forma se debe entender que los cambios son ripiosos, que las tendencias de transformación siempre son más difíciles que las que tienden a conservar lo establecido, y por lo tanto la disputa por un nuevo sistema internacional tendrá avances y también retrocesos.
Uno de estos últimos es la caída de Siria, una vez más lo digo que para mí es independiente de que el régimen sea catalogado por el atlantismo de tiranía (porque si fuera por eso le puedo agregar una lista más o menos larga de otros regímenes que ellos apoyan y que son de la misma naturaleza), ya que como lo dijimos en la carta 24, de lo que se trata es de reconfigurar el panorama en el Medio Oriente para reafirmar el dominio de Estados Unidos e Israel.
Y eso ya dio su primer paso, aunque la historia reciente también nos dice que las cosas empiezan de una forma y por el camino asumen su propia dinámica, o incluso peor, una dirección que nadie explícitamente dibujó (vean la experiencia de Afganistán, Libia e Irak).
Esta meteórica campaña, de casi 11 días, llevada adelante por grupos opositores y otros de carácter terroristas islámicos, evidentemente se planificó desde hace tiempo desde el liderazgo de Turquía, contó con los apoyos necesarios de actores relevantes como Estados Unidos e Israel, y otros tantos que asumieron esa típica posición pusilánime de la abstención o de la mera condena declarativa, aunque esté llena de frases taxativas e imperativas, como fue el papel de los países árabes circundantes, que nunca han sido solidarios entre sí.
El ejemplo más claro es la declaración del 7 de diciembre adoptado en Doha, firmado por Catar, Arabia Saudita, Jordania, Egipto e Irak en que ponían énfasis en que la crisis en Siria representa un peligro para la seguridad regional e internacional. Y frente a ese diagnóstico ¿qué hicieron?
Los astros se alinearon
La muerte del presidente Ebrahim Raisi y el posterior ascenso de Pezeshkian a la cabeza del gobierno iraní, fue una victoria de los moderados, que rápidamente abrió las posibilidades de cambios en la política exterior del gobierno, a pesar de las declaraciones del líder espiritual.
Las sanciones a Siria golpearon realmente su economía y los soportes materiales de sus fuerzas armadas, así como de su equipamiento, además de las realidades burocráticas y corruptas de ámbitos de su gobierno.
La guerra en Ucrania llevó a Rusia a ocupar a sus mejores altos oficiales en ese teatro de operaciones y descuidó el aporte a la capacitación y perfeccionamiento del ejército sirio, así como una presencia eficiente en sus propias bases militares.
Hezbolá está concentrado totalmente en su guerra contra Israel en el sur del Líbano, con bastante éxito hasta ahora, que justamente en parte explica esta ofensiva contra Siria.
Quiénes ganan
Primero, Israel tiene el camino abierto para configurar sus fronteras de forma más segura. Se apoderará de la franja de Gaza (en la versión que sea), controlará el sur del Líbano apuntando a la derrota definitiva de Hezbolá con el apoyo del gobierno libanés, ampliará la zona de dominio en los altos del Golán que ya comenzó a propósito de la caída de Siria y seguirá anulando al resto de países árabes circundantes.
Asegurado esto delineará su próximo paso, la derrota de Irán. Netanyahu ya declaró que “Hoy es un día histórico para Oriente Medio. El régimen de Assad, que es un eslabón clave del eje del mal de Irán, ha caído”. Además, señaló que el cambio de gobierno en Siria “abre nuevas y muy importantes oportunidades para el Estado de Israel, pero tampoco está exento de riesgos”.
Segundo, Turquía que tiene sus propios intereses estratégicos en esta zona y posiblemente aspire a una renovada versión del imperio otomano, que en su tiempo dominó estos territorios. Tendría una posición aún más ventajosa de la que tiene con el dominio de la entrada al Mar Negro, en su vinculación y puente mediador con Asia.
El presidente Erdogan se ha caracterizado con la articulación de discursos amigables para distintos oídos. Con Rusia facilitó el diálogo con Ucrania a comienzos de la guerra; a Palestina le ha jurado amor eterno y ser compañero de ruta permanente; a Ucrania le ha vendido armas desde un comienzo, especialmente con los famosos complejos no tripulados; con Occidente mantiene la membresía de la OTAN; con Rusia e Irán trabajó para apoyar a Siria en el 2015 y evitar la caída en ese año, logrando la estabilidad y permanencia de Assad en el poder; con Israel sigue manteniendo una relación económica fundamental en la venta de energía.
Turquía aspira a ser el nuevo líder de la región, desplazando a Irán y conviviendo de buena forma con Israel, por lo tanto, tiene importantes herramientas de negociación con todas las partes.
Tercero, Estados Unidos sin intervenir directamente ha favorecido esta solución y con eso reivindica su apoyo incuestionable a Israel. Para el gobierno de Biden esta es una victoria de última hora de su gobierno, al cual podrá sacarle el brillo correspondiente y le deja a Trump el avispero que se avecina.
Quiénes pierden
Primero, el pueblo palestino y su lucha soberana. Hoy efectivamente se encontrará solo en su lucha, ya con una franja de Gaza brutalmente destruida y una población martirizada, tendrá muchos problemas para que su resistencia tenga un final adecuado. Con esto se cierra el tema palestino.
El apoyo externo desde Siria ya está cortado, el grupo Hezbolá se verá disminuido, el Eje de la Resistencia ha sido roto en su columna vertebral (Irán, Irak, Siria y hutíes) y quizás solo podrá mantener una presencia, muy sacrificada, en el sur del Líbano en zonas acotadas. Será casi imposible que mantenga un tren logístico que le permita mantener una guerra prolongada contra Israel, más todavía que el acuerdo reciente ha llevado a que el gobierno libanés asuma un rol destacado en esa frontera con el apoyo de países de la OTAN.
Segundo, Irán perderá un contacto terrestre con Hezbolá y tiene mayores riesgos de aislamiento regional y probablemente fuertes presiones políticas internacionales tanto globales como vecinales, y también acciones de desestabilización de grupos terroristas islámicos. Como lo dijo su líder, después de Siria acudirán por Irán.
Tercero, Rusia tendrá que negociar con Turquía la permanencia de sus bases militares de Lakatia y Tartús en la costa mediterránea en el mejor de los escenarios. En el peor, simplemente tener que abandonarlas y perder una posición estratégica en las rutas marítimas. Su imagen internacional puede verse afectada, ya que fue un protagonista clave en la defensa de Siria en el año 2015, propinándole una derrota importante al atlantismo de entonces; en cambio hoy no tuvo la capacidad de apoyar en el fortalecimiento del gobierno sirio, en la previsión de esta operación y en el combate a las fuerzas terroristas.
Aunque es honesto afirmar que definitivamente la lucha por tu soberanía es responsabilidad absoluta del incumbente, y si no hay disposición ni determinación ningún apoyo externo puede suplirlo.
Peligros que asoman
Probablemente Siria será desmembrado, teniendo en cuenta los distintos grupos enfrascados en la guerra, sus respectivos intereses y las potencias que los apoyan. Es de proyectar que se ha golpeado sobre un avispero, que después de la euforia empezará a asomar.
Los kurdos en el norte apoyados por Estados Unidos, los militantes proturcos del Ejército Nacional Sirio en la misma zona y en el vasto desierto, fuerzas apoyadas también por Estados Unidos desde el sur en Jordania, los rusos en la costa, los israelíes en los altos del Golán, los presos liberados de las cárceles con una mayoría de miembros del famoso Estado Islámico, y la propia personalidad de líder Al-Julani, un ex Al Qaeda y por el cual Estados Unidos ofrece una recompensa por su captura en su lista de terroristas.
Que ya ha declarado que están abiertos a la amistad con Israel y sus únicos enemigos son Hezbolá e Irán (los comentarios sobrarían).
Según el ex oficial estadounidense Stanislav Krapivnik “lo peor aún está por llegar en Siria, un baño de sangre espera al país”.
Para Europa, posibles migraciones masivas que ya ocurrieron desde 2011 con la guerra civil en Siria y hoy con mayor razón ante la expectativa de un gobierno dirigido por grupos radicales islamistas.
Para Europa, Medio Oriente y Asia el peligro de una expansión del terrorismo y los grupos radicales islamistas, teniendo en cuenta que Siria está en una zona que facilita los tránsitos hacia Europa y tiene fronteras con el resto de países árabes de la región.
Primeras enseñanzas
Los objetivos político-militares y sobre todo si tienen alcances estratégicos deben finalizarse y no dejarlos pendientes a la espera de futuras negociaciones. Parte de esto sucedió en el 2015 cuando se generó esta alianza entre Rusia, Irán y Turquía que obtuvo la victoria por mantener a Assad en una Siria resistente, pero quedaron trazos sin resolver que hoy surgieron con fuerza.
El trabajo de inteligencia es permanente, especialmente si tienes un teatro de operaciones tenso y latente, donde los enemigos solo han sido derrotados temporalmente y están a la espera de mejores momentos para una nueva ofensiva, especialmente si poseen una visión del mundo teleológica, como es el caso de los grupos radicales islamistas.
Ante conflictos latentes se debe tener una proyección responsable del nivel de tus fuerzas armadas, y no dejarlas a merced de la burocracia, de la corrupción o de una élite aduladora. El ejército sirio terminó siendo una parodia de fuerza que pagará muy caro su pueblo.
Por Carlos Gutiérrez P.
Carta Geopolítica N°26, 10 de diciembre de 2024.
Centro de Estudios Estratégicos de Chile (CEECH)
Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.