«Se ha aprobado esta misma semana una reforma electoral que es altamente inconveniente para el país y que va a destruir la institucionalidad de los partidos políticos. Ayer una reforma educacional que va a generar gravísimos problemas para la educación particular subvencionada y que termina con los colegios emblemáticos como el Instituto Nacional y está también arriba de la mesa una reforma laboral que al final está hecha a la medida de la CUT y que va a afectar a todos los sindicatos y al mundo del trabajo»
Estas fueron las declaraciones que realizó este domingo Andrés Allamand en el marco del llamado a conformar un partido único de centroderecha.
Y resulta indignante que todas las declaraciones, que todos los anuncios que hacen, vengan teñidos de advertencias y en el tono sombrío del blanco y negro. En el tono patronal de que Chile tiene que hacer lo que se les antoja o ¿qué?
La reforma electoral y el fin al Sistema Binominal fue un clamor ciudadano que se encargaron, durante más de 20 años, de mantenerlo bajo la alfombra. Era un sistema injusto, que los perpetuaba en un poder que consiguieron históricamente con el brazo armado que les defiende los intereses, pero no por el voto popular y era un sistema tan absurdo que era único en el mundo. ¿Qué institucionalidad de los partidos políticos se va a ver vulnerada? La institucionalidad de los partidos que se financian gracias a intereses económicos y que gobierna para devolver favores y esa institucionalidad, señor Allamand no nos gusta. Nos molesta la forma en que nos usan y nos mienten cuando necesitan nuestros votos. Nos molesta la política que se hace bajo los cánones de una religión, o de una moralina determinada, porque Chile es un país pluralizado, en donde las mujeres somos sujetos de derecho y una fuerza electoral muy potente y de ser por ustedes, no tendríamos derecho a divorciarnos, ni a tener un control de natalidad seguro, y se han encargado de entorpecer una ley de aborto terapéutico, dejándonos en el quinto lugar en el mundo en donde las mujeres podemos ser violadas o puede correr riesgo nuestra vida y les importa un cuezco y estamos obligadas a concebir o nos vamos presas porque no tenemos, ni el más mínimo control sobre nuestros cuerpos, que son parte fundamental de nuestra vida, que es un derecho. Chile, señor Allamand, es un país que tiene una población homosexual muy importante y que también han sido vulnerados constantemente, a los que se les ha negado la posibilidad concreta de contraer matrimonio, porque según ustedes, la derecha chilena, el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer y no entre personas que se aman, y por lo mismo, ese amor queda relegado a una segunda categoría que únicamente puede optar a un «acuerdo» de vida en pareja. Esa institucionalidad no la queremos. No queremos partidos políticos que prefieran niños en el SENAME en vez de darlos en adopción a una familia homoparental, porque les parece antinatura y llenan sus suspicacias de eufemismos para decorar los prejuicios horribles que tienen respecto a la homosexualidad. No nos atemoriza que esa institucionalidad de vea «vulnerada» como usted dice, porque en realidad eso no es cierto. Lo que a usted le atemoriza, es que la derecha al fin va a tener una gobernabilidad acorde al segmento de la población que representa y eso les quita la teta de la que han estado mamando gracias a la dictadura, que los dejó muy bien instalados.
Señor Allamand, tampoco trate de asustarnos con la reforma educacional, porque desde el año 2006 que generación tras generación de estudiantes han salido a las calles para pedir a gritos lo que ustedes se han encargado de detener y entrampar. De desinformar y de confundir. Queremos gratuidad y calidad porque la educación es un derecho, y que nos cobren por ella es como si nos cobraran por tener un nombre. Chile es el único país en el que los apoderados se han manifestado por «el derecho a pagar» por una educación. ¿Qué nivel de confusión es esa? ¿Qué importa que se acaben los colegios emblemáticos? cuando la educación cilena en si misma debería ser un emblema y una razón de orgullo. Lo que sucede, señor Allamand, es que a su casta afortunada le aterroriza que lleguen los rotos a invadir sus semilleros de líderes en los que se han asegurado que sus hijos se vinculen con «gente como uno» para que puedan casarse bien y no se mezcle el Allamand o el Larraín con un Soto o con un Cerda. Tampoco les gusta que se democraticen las herramientas de conocimiento que le puedan dar a la gente las herramientas para leer bien un contrato y entender de qué se trata, porque así se acaba la explotación, los contratos de servicios abusivos, y les podríamos pedir explicaciones contundentes que no nos puedan confundir con palabras complicadas.
Por eso es que nos quitaron horas de filosofía en los programas educacionales. por eso nos quitaron Educación Cívica y Economía de las mallas curriculares de la enseñanza media. Porque saben que mientras más sabe la gente, es más difícil hacerla tonta y eso les da pavor.
Respecto de la reforma laboral, por favor, deje de meter miedo señalando que va a afectar a todos los sindicatos y al mundo del trabajo, porque es verdad, ustedes son los dueños de las empresas y pueden hacer con ellas lo que quieran, pero una cosa está bien clara Señor Allamand, ustedes no saben limpiar baños, ni servir las mesas, ni operar las máquinas, ni el trabajo administrativo de menor escala. Ustedes nos necesitan para hacer funcionar el inmenso, por no decir escandaloso, patrimonio que tienen. No nos pueden echar a todos y cualquier avance que se haga en materia sindical nos fortalece como trabajadores y eso les aterra. Están acostumbrados a no sentarse a negociar con los trabajadores porque las suelas sucias les arruinan las alfombras, porque el olor a sudor les molesta en sus oficinas, pero ya basta de abusos y estas políticas tienen que fortalecerse porque ya basta de abusos, basta de jornadas laborales de 10 horas sin que la gente tenga la posibilidad de sentarse, basta de gente almorzando al lado de los basureros, como sucede con la gente que hace aseo en los supermercados, basta de no tener beneficios, basta de la amenaza constante de que hay una fila de cesantes esperando el puesto de uno. Basta de ventas por comisión en donde gente pobre tiene que embaucar a gente más pobre para ganarse el pan, como sucede en los mall con las personas que venden celulares o seguros, o tumbas.
Señor Allamand, yo no le tengo miedo ni a usted con sus amenazas, ni a la derecha entera que se hunde como el Titanic en la porquería de sus declaraciones que busca las faltas del otro para minimizar las propias. Chile está cambiando y lo cierto es que a razón de ese cambio, los que realmente están muertos de miedo son ustedes, porque ven cómo la credibilidad se les hace agua y la gente se informa, y cómo la gente los hace memes ya sin temor a la fusta del capataz. Y eso no lo vieron venir. Y no lo entienden. Y lo desconocido da pavor.
Yo ya conozco lo que hace la derecha con miedo. Lo vimos con Allende y aún así insisto. Señor Allamand: Yo no le tengo miedo.