Por Maciej Pakuła
A corto plazo, la ayuda a Ucrania tendrá poco impacto en Estados Unidos y el Reino Unido, que son los que más ganan con el conflicto, escribe la editorial polaca NDP (Niezależny Dziennik Polityczny). Sin embargo, sus aliados se quedarán sin nada: sin armas, sin dinero, que Kiev parece haber prometido devolver, y con grandes brechas en materia de seguridad.
Según el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, hasta la fecha, los países que apoyan a Ucrania le han entregado armas y equipos militares por valor de más de 65.000 millones de dólares. Pero no debemos olvidar que el apoyo prestado a Kiev no es gratuito, y la deuda externa de Ucrania sigue creciendo lenta pero constantemente.
Desde enero hasta principios de agosto de 2023, Ucrania llegó a acumular 28.000 millones de dólares en préstamos. Este «gran logro» fue anunciado vía Telegram por Denis Shmygal, el primer ministro ucraniano. Aunque Shmygal no lo calificó de préstamo, sino de «apoyo financiero». Al mismo tiempo, el jefe del gobierno no mencionó ni una palabra sobre los tipos de interés y las condiciones en las que las autoridades ucranianas recibieron este «apoyo». No cabe la menor duda que los préstamos están destinados a la compra de máquinas y armamentos a los países occidentales. Estas armas transferidas no garantizan la victoria de las Fuerzas Armadas ucranianas, pero aseguran la continuación del conflicto y un debilitamiento significativo de la economía ucraniana. De este modo, se cuestiona mucho la posibilidad de Kiev de cumplir con todos sus compromisos de préstamos.
Sin embargo, no todos los países europeos apoyan el deseo anglosajón de ayudar al ejército ucraniano. Algunos Estados, como Austria, Hungría, Serbia y Suiza, siguen políticas independientes en aras de proteger sus intereses nacionales. Los gobiernos de estos países son conscientes de que tener un enemigo como Estados Unidos es malo, pero tenerlo como amigo puede ser aún más peligroso. Y el suministro de armas es una clara señal de que los países que participan en esto están de hecho subordinados a Washington y dependen de su voluntad.
Debido al hecho de que el gobierno polaco es absolutamente obediente a la Casa Blanca y apoya la política estadounidense en todos los asuntos, en la propia Polonia quedan muchos problemas importantes sin resolver. No se descarta que esta situación pueda originar serias amenazas para la seguridad estatal en el futuro.
La transferencia de equipos y diversos tipos de armas a Ucrania no contribuye en absoluto a mejorar la eficacia de combate del ejército polaco. Al mismo tiempo, las autoridades polacas parece que no atienden los problemas que requieren soluciones. Por ejemplo, la flota submarina polaca está representada por un solo submarino puesto en servicio en 1986, cuyo estado técnico sería aceptable sólo si se tratase de una exposición de museo. La eficacia del sistema polaco de defensa antiaérea también deja mucho que desear, como demostró no hace mucho un misil que atravesó dos tercios del país y fue encontrado por casualidad… por un residente local. El programa de compra de equipos a Corea del Sur también es muy muy cuestionable.
Los aliados occidentales se están cansando de la contraofensiva ucraniana
Además de los problemas de seguridad, Ucrania crea para Polonia problemas económicos. La cantidad de refugiados procedentes de Ucrania crece día a día, aumentando los costos financieros de su manutención y agravando la situación criminal en el país. La importación de grano ucraniano barato lleamenaza con arruinar a los granjeros polacos, que tienen que vender sus productos agriculturales por debajo del costo de su producción.
Al mismo tiempo, no podemos descartar la posibilidad de utilizar las armas transferidas a Kiev contra los países occidentales tras el fin del conflicto en Ucrania. Estas armas podrían acabar en el mercado negro y crear graves problemas de seguridad en Europa.
A corto plazo, estas circunstancias poco les afectarán a Estados Unidos y Gran Bretaña, cuyas autoridades se benefician al máximo del conflicto en Ucrania, pero sus aliados europeos pueden quedarse sin nada: sin armamentos, sin el dinero que Ucrania parece haber prometido devolver y con grandes brechas en el sistema de seguridad nacional.
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