Asiste a cuanta reunión hay, infaltable, lo inviten o no. A mayor asistencia, mayor aporte. Lo cuantitativo sobre lo cualitativo.
Junta, conferencia, simposio, congreso, tertulia, homenaje, vacilón, peña, aniversario, coloquio, fiesta, recital, tocata, conmemoración, espectáculo, festejo.
Alzará su mano para decir lo muy de acuerdo que está, con los expositores del asunto. Especialmente si los que hablan, tienen algún grado de poder o injerencia en algo o potestad para promociones de cargos, plazas al extranjero, becas o prebendas. Sus intereses son mediatos.
No es difícil verlo tratando de codearse con gente conocida o influyente o popular…
Lee con avidez, reflexiona. Intenta extraer la mayor cantidad de conocimiento práctico, para vociferar sus opiniones, donde el pueblo o la gente, sea adorno que lo lleve en andas hacia alguna tajada.
El arte, la literatura, el teatro, la pintura, entre otras musas; son utensilios de colores fuertes, que funcionan como pinzas, sobre la atención de alguna víctima potencial.
No aprende para enseñar, aprende para escalar o posiciones o reparar el ego encorvado.
Es una cáscara vacía, artificial, la cual, se empeña en levantarla en procesiones de pasarelas momentáneas o sucedáneas. Carátula que ante situaciones críticas o de verdadera importancia, se deshace talante abajo.
Si se les murió alguien, lo usaran de escalera de nepotismos o megáfono para aumentar el tono de sus intereses, muchas veces, contraviniendo las posiciones de quienes dicen honrar. Usarán la muerte de otros, en pos del interés personal, nunca colectivo.
Obsecuencia es su apellido.
En nombre del partido o de la organización, cierra filas, no importándole otras posturas, aunque éstas sean sensatas. Si las cosas no son como su conglomerado dictamina, abandonará las dinámicas levantadas a pulso. Las organizaciones son simples trampolines de favores.
Poco entiende lo que le dicen, es un animal político domesticado. Sólo obedece, no cuestiona.
Si las estructuras superiores lo dicen, así debe ser. Le tiene más lealtad al Partido, al colectivo, que al propio pueblo o clase o causa o a principios universales.
Los demás son cabezas calientes, ignorantes, mediocres, amarillos, tibios, ultrones, pobres aficionados que no pueden competir con la gloriosa tradición histórica y legendaria del partido X.
Los escenarios lo seducen, la muchedumbre lo llama. Las muchachas lo admiran, los hombres la desean. (Y todas las variantes posibles)
Será invitado o se auto-invitará (ofrecerá) a recitar o cantar en forma vitalicia. Versos o acordes que hablan de lo bueno que es el partido o la organización o la muletilla del pueblo. Será aplaudido sí o sí, importando bien poco la calidad. El tipo está apadrinado por el conglomerado X.
Obvio que hay mejores exponentes, pero en la orfandad política y sin el auspicio militante…
Cuando de relaciones amorosas se trata, ahí es de circo, ver como los principios ideológicos, caminan sobre una cuerda tensa, muy tensa. Si mal no recuerdo fue Roberto Bolaños quien tan sabiamente una vez esgrimió algo así como: “De la cintura para abajo, los de izquierda o los de derecha, piensan todos igual”
Producidos, artificiales, falsos, simulados, aparentes revolucionarios hacen nata en las organizaciones.
Odian a las mujeres en secreto, disimulan su machismo, cambiando la última vocal de un sustantivo, aunque el resultado sea un vocablo horrible. La misoginia que llevan tatuada a la piel, le crece garras largas en la intimidad y a escondidas.
Odian a los hombres por el simple hecho de ser hombres, sus fracasos o faltas, la encubren descaradamente con una dosis diaria de misandria enferma. La vaca sagrada de hoy, el tema tabú e intocable de los nuevos ismos…
Profundizan un tema, tanto que sobre-intelectualizan hasta el hastío. (¿Con el afán, quizás, de querer mostrarse más listo que los demás?) El melón tuna y el estructuralismo oculto de las semillas.
Es la otra cara del desagrado, ante ciertos individuos. Si la gente superficial es infumable…estos entes y su enfoque ideológico filosófico y quizás hasta, (él “quizás hasta” con tono dramático) “la posición estratégica de ciertos conglomerados y, su enfoque dialéctico frente a la correlación de fuerzas dinámicas, que ejercen presión sobre las súper estructuras, desencadenando un espectro subjetivo, pero que no es suficiente, en el plano objetivo, digamos discursivo…”
Uno que no es muy ducho, ni tan listo como quien expone, termina por asentir con la cabeza reiteradamente, pidiendo ayuda con la mirada.
Están los que no toman alcohol, no dicen malas palabras, no fuman marihuana, no bailan, no soportan el inglés, no celebran las bromas. No se ríen y no miran televisión más que para observar la sección política etcétera.
El sólo hecho de no realizar estas actividades, al parecer, los pone por sobre la media común. Súper hombres, súper mujeres, súper héroes. Y muchos de éstos que menciono, observan al «populacho» como eso, simple vulgo que tiene la suerte de ver caminar por entre sus calles, a tan distinguidas amazonas y ángeles filántropos revolucionarios que los ayudarán y guiarán en sus extraviadas vidas.
Por otro lado están los que tienen más vicios que Calígula. Que deberían competir para alcaldes de Sodoma y Gomorra. Se les ve recolectando fondos, para comprar cervezas y un cuanto hay y de esa manera escupirle al sistema, lo perverso que es. Cuenteretes, mal hablados, irrespetuosos, alcoholizados, drogados, gente apática que esconde sus propias fallas y trancas y se las endosa al poderosos sistema que todo lo sabe, todo lo observa. Usan al sistema para justificar sus propias incapacidades
Es poco probable que generen muchos adeptos, por mucha razón que tengan en varios puntos, si se dedican a enriquecer, a la capitalista compañía de licores, pidiéndole dinero a los transeúntes, con una cerveza en la mano y la otra estirada.
La revolución, o los cambios sociales, de poco sirven si sólo son maquillajes externos. De ahí que veamos a tanto burócrata, a obsecuentes parásitos tanto de partidos como de organizaciones.
Andrés Bianque