Si los israelíes reclaman…

En estos días el pueblo palestino se debate entre el dolor provocado por la muerte y la destrucción dejada en Gaza durante la última masacre perpetrada por Israel, y la alegría por el reconocimiento de la Asamblea General de Naciones Unidas a Palestina como Estado, con las fronteras anteriores a la guerra de 1967

Si los israelíes reclaman…

Autor: Wari

En estos días el pueblo palestino se debate entre el dolor provocado por la muerte y la destrucción dejada en Gaza durante la última masacre perpetrada por Israel, y la alegría por el reconocimiento de la Asamblea General de Naciones Unidas a Palestina como Estado, con las fronteras anteriores a la guerra de 1967.

Ahora bien, mientras los palestinos han dado otro paso hacia la paz, el discurso israelí ha mostrado al mundo, una vez más, el absoluto desprecio por el derecho internacional que siente el sionismo y solo ha buscado comunicar a su sociedad que nadie más que sus líderes tienen la verdad y que todo el resto del mundo, está equivocado. Una vez sancionado el apoyo mayoritario a Palestina, han salido a decir que esto no cambia en nada la realidad sobre el terreno y que constituye un “nuevo obstáculo” para la paz.

Como siempre, buscan responsabilizar a los palestinos por la ocupación, instalando el inicio del “conflicto” en el lugar y en el minuto que les permita justificar sus posiciones y sus acciones.

El ejemplo más claro de este juego interminable de los israelíes es la última masacre en Gaza, justificada, según ellos, por el pánico que generan en la potencia ocupante los cohetes lanzados por el pueblo ocupado.

Cabe recordar que Gaza es un pequeño territorio al sur de la Palestina histórica, habitado por más de 1,6 millones de palestinos, la mayoría de ellos, expulsados desde sus casas durante la guerra de implantación de Israel en Palestina en 1948 y luego vueltos a expulsar de sus moradas durante la guerra de expansión de dicho Estado en 1967.

Desde entonces, tanto la población palestina radicada en Gaza como en Cisjordania ha sufrido, por espacio de 45 años, una política sistemática de exterminio físico y político por parte de Israel, la que se ha traducido en demoliciones de ciudades enteras; asesinatos individuales y colectivos; violaciones y tortura; encarcelamientos administrativos y ejecuciones extrajudiciales, sin que existan siquiera acusaciones formales; negación de los derechos nacionales y de todos los derechos humanos de primera, segunda y tercera generación, etc.

En el caso de Gaza, la pequeña porción de territorio se ha convertido en el lugar más densamente poblado del planeta y, luego del repliegue de Israel hasta sus fronteras, en 2006, en la cárcel a cielo abierto más grande del mundo.

La crueldad infinita de la política de exterminio israelí ha conseguido que ya no exista, en toda Palestina, una sola familia que no tenga entre los suyos una víctima directa o indirecta del terrorismo de Estado y de la ocupación ilegal de Palestina.

Todos los crímenes, el abuso y las violaciones a los derechos humanos, que se encuentran profusamente documentados, tanto en libros escritos por autores de todas las tendencias políticas y creencias religiosas, como en resoluciones de Naciones Unidas e investigaciones de comisiones independientes, generaron, como era esperable, una resistencia que, legítimamente, desarrolló todas las formas de lucha, desde la diáspora y los territorios de Palestina Ocupada en contra de la ocupación y el Estado de Israel.

Quienes se unieron a ella, lo hicieron en organizaciones políticas y militares que se agruparon en la Organización para la Liberación de Palestina, OLP, la que desde 1974 fue reconocida como única y legítima representante del pueblo palestino.

Durante las décadas de los 70 y 80, la OLP obtuvo mucho más reconocimiento y apoyo que Israel, por lo que los líderes sionistas comenzaron a buscar la forma de debilitarla, intentando arrebatarle su condición de único y legítimo representante del pueblo palestino.

En este contexto y solo a mediados de los 80, es cuando Hamás aparece en la escena palestina y, aunque parezca increíble, su primer y mayor financista fue el Estado de Israel, que vio en este nuevo grupo, una oportunidad para debilitar el status de la OLP.

De hecho, Hamás nunca ingresó a la OLP ya que su proyecto político incluía el establecimiento en Palestina de un Estado confesional, similar a Israel pero de carácter islámico, mientras que la OLP siempre ha tenido como fin el establecimiento, en Palestina, de un Estado laico y democrático para todos aquellos que quieran vivir en una Palestina de esas características.

Una vez fortalecido Hamás y luego de las nefastas consecuencias políticas que para Israel tuvo la primera Intifada, este país aceptó iniciar negociaciones directas con la OLP, con el único objetivo de meter al pueblo palestino en un proceso sin destino, que le permitiera ganar tiempo para seguir cambiando el statu quo de Palestina mientras se acrecentaba la frustración y las diferencias al interior del pueblo palestino.

Ante el fracaso de las estrategias emancipadoras del liderazgo palestino, Hamás avanzó en popularidad con un discurso más radical, que logró representar el anhelo de resistencia y lucha de los palestinos en los territorios ocupados, ayudados de manera indirecta por el estancamiento interminable y los nulos avances que evidenció el proceso de negociación entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Esto se debió principalmente a la negativa de Israel de detener la construcción de asentamientos ilegales en Palestina Ocupada, los que se multiplicaron por dos en menos de diez años; a la construcción del muro de segregación, y al aumento indiscriminado de los obstáculos a la libertad de movimiento de los palestinos en su tierra, sumado a las ejecuciones extrajudiciales y a la persecución implacable de todo atisbo de resistencia.

La frustración y el empeoramiento de la situación humanitaria de los palestinos fortalecieron aún más el discurso de Hamás, lo que los llevó a ganar las elecciones palestinas en 2006, transformándose en la principal fuerza política del pueblo palestino, ante la evidente crisis de los partidos políticos tradicionales de la OLP.

Así las cosas, Hamás y sus formas de lucha, son una consecuencia directa de la ocupación israelí y de su política de exterminio físico y político del pueblo palestino y no la causa de ella, como lo plantean los israelíes, toda vez que se dirigen a un mundo que cada vez menos cree y acepta sus mentiras y sus discursos vacíos de real voluntad de paz.

La política israelí de dividir para gobernar y de extremar las condiciones de vida de los palestinos ha dado sus frutos como en el mejor de los sueños de los líderes sionistas, preocupados solo de ganar tiempo para avanzar cada día más en su anhelo no declarado de matar la solución de dos estados para mantener viva la promesa del Eretz Israel, desde El Nilo al Eufrates.

Finalmente se es lo que se hace, no lo que se dice.

Cada día una casa más en un nuevo asentamiento ilegal sobre Palestina; cada día un metro más de tierra palestina tras el muro de la vergüenza; cada día, una nueva familia sepultada bajo los escombros de sus propias casas; cada día un nuevo joven asesinado, con el único objetivo de alejar la paz y enseñar el odio, generación tras generación, mientras el proyecto sionista avanza lento pero seguro ante la mirada cómplice de las potencias mundiales.

A pesar de ello, nadie puede desconocer que el último cambio de estrategia de la OLP y la Autoridad Nacional Palestina, que supuso una ofensiva diplomática para aislar a Israel y conseguir primero el ingreso a la Unesco y luego el reconocimiento de la Asamblea General, a pesar del intenso lobby y de las amenazas de israelíes y norteamericanos, ha representado uno de los pocos pero significativos avances del pueblo palestino en las últimas décadas, junto a la construcción de una incipiente institucionalidad estatal que desde hoy puede actuar en contra del terrorismo de estado israelí con todo el instrumental existente en el derecho internacional.

Esto explica que mientras el 70% de la comunidad internacional abogue por el reconocimiento del estado palestino en las fronteras de 1967 -para terminar con tanta injusticia-, Israel y sus aliados, sus estados clientes y sus estados agentes, hablen, griten y vociferen afirmando que el triunfo histórico en la ONU es un error, un obstáculo para la paz, una infamia que traerá nefastas consecuencias, al mismo tiempo que Israel anuncia la construcción de 3.000 nuevas viviendas en Palestina Ocupada y EEUU amenaza con cortar la ayuda a los palestinos.

Lo que no dicen es que es un obstáculo para “su paz”. Una paz en la que la dignidad del pueblo palestino, la justicia, el respeto a los derechos humanos, la libertad y la fraternidad no tienen espacio porque todo el espacio lo llenan única y exclusivamente sus mezquinos intereses y sus ansias de exterminar al pueblo palestino y la paz.

Se vienen tiempos difíciles pero llenos de grandes desafíos y oportunidades y en este tiempo serán más necesarias que nunca antes, la generosidad en la arena palestina para consolidar una verdadera reconciliación nacional, sumada a la imprescindible vigilancia y solidaridad de los pueblos del mundo y de todos los hombres y mujeres comprometidos con la justicia y la paz mundial.

Adelante Palestina, que a pesar de todo hoy el mundo parece un poco mejor que ayer, y si los israelíes y los norteamericanos lloran y reclaman… es sencillamente porque avanzamos.

Por Daniel Jadue

Alcalde de Recoleta y militante del Partido Comunista de Chile

El Ciudadano Nº137, primera quincena diciembre 2012


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