Silenciando al “autoritario”

En el país de las libertades, el presidente de México no tiene garantizada su libertad de expresión, su derecho a réplica

Silenciando al “autoritario”

Autor: Jorge Hernández Aguilera

A partir del inicio de la transformación, en el año 2018, se ha puesto en marcha la construcción de un México diferente y nuevo.

Es diáfano que vivimos, ahora sí, en un país de libertades.

En México la libertad es absoluta. Se pueden pintar y destruir monumentos como expresión de protesta sin tener coerción alguna.  El derecho a la libre manifestación es garantizado de tal forma que la histórica aparición de los granaderos, en preámbulo de represión, es parte del añejo y grotesco anecdotario.

La manifestación social no sólo se garantiza en los medios de comunicación; se potencializa con tonalidades de insidias y fake news. La falsa polarización se ha instrumentalizado desde el año 2006. Mediáticamente, se ha buscado aniquilar al ahora presidente Andrés Manuel desde tiempos remotos, inventando un sinfín de atrocidades bajo la lógica de “lo que no mancha, tizna”.

Basta con encender el radio o la televisión; leer las diversas columnas de opinión de los “periodistas” y voceros de la oligarquía. Literalmente insultan al presidente. Por ejemplo, Héctor Aguilar Camín lo ha llamado “pendejo y petulante”. Acto seguido se ha quejado de que la “dictadura de AMLO” hace peligrar la libertad de expresión.

¿Qué mayor libertad de expresión? Denuestan e insultan al presidente hasta el cansancio y no hay consecuencia represora alguna.

Y así debe ser, vivimos en un México renovado.

Los medios convencionales de (des)comunicación encabezan la afrenta desde sus espacios. Al verse aniquilada moral y políticamente la oposición partidista, se ha atrincherado en la hegemonía de la comunicación mediática y en el poder judicial para recuperar el terreno perdido, que el pueblo de México ha decidido tomar. La estrategia es la misma que se aplica funcionalmente por la derecha internacional en todo el mundo: Guerra judicial (lawfare) y guerra mediática.

Ante ello, el presidente únicamente responde: aclara e informa al pueblo de México. Responde a los señalamientos directos que actores políticos hacen sobre él. Responde ejerciendo su derecho ciudadano a la réplica.

Posteriormente, el INE dictamina medidas cautelares para censurar al presidente. Algo inaudito.

¿Cuándo podríamos haber pensado que la autoridad electoral sancionara a alguno de los expresidentes en funciones?

Ese era el régimen pasado: el respirar presidencial estaba por encima de cualquier oxigenación. Existía un contubernio absoluto, en contra de la ciudadanía, por parte de los tres poderes constitucionales y el llamado cuarto poder; los medios de comunicación tradicionales.

Quieren quitarle voz a quien habla por los desfavorecidos.

Quieren quitarle voz a quien habla por quienes no tienen voz.

Quieren quitarle voz, a la palabra que guía, que informa, que defiende a la nación.

Ironías de la vida.

En el país de las libertades, el presidente de México no tiene garantizada su libertad de expresión, su derecho a réplica.

Son tiempos de cambio, de transformación.

Foto: Archivo El Ciudadano

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