Silencio culpable o miedo al agresivo Trump

El radical cambio geopolítico, las agresiones arancelarias y la violación del TLC, que impone el presidente Trump obligan a un replanteamiento de nuestra política exterior, para encontrar nuevos caminos de inserción en el mercado mundial y sobre todo de integración efectiva con los países de América Latina.

Silencio culpable o miedo al agresivo Trump

Autor: Roberto Pizarro Hofer

El mundo se encuentra sorprendido con los cambios económicos y políticos que impulsa el presidente Trump, los que se expresan en el acuerdo con Rusia sobre la guerra de Ucrania, el término de la alianza atlántica, la expulsión indiscriminada de inmigrantes, la renuncia al multilateralismo y una agresiva política arancelaria.

Se ha iniciado un nuevo orden geopolítico mundial y la globalización económica ha llegado a su fin.

Lo que llama la atención es que políticos y periodistas que, hasta hace pocos meses, en América Latina y Chile, apoyaban incondicionalmente al presidente Zelenski y a Biden en su postura dura frente a la invasión rusa, ahora se muestran silenciosos o casi complacientes con la propuesta de Trump de entendimiento bilateral con Putin.

En efecto, no se escuchan opiniones críticas sobre la exorbitante exigencia estadounidense de apropiarse de los minerales de Ucrania, en compensación por los gastos incurridos en la guerra; y, son escasos los cuestionamientos respecto del entendimiento que, a espaldas de Europa y del presidente ucraniano, intenta Trump con Putin para terminar con la guerra.

Por otra parte, sobre el término de la globalización y el desenfreno proteccionista de Trump tampoco se escuchan opiniones críticas del establishment por la violación de los compromisos contenidos en los Tratados de Libre Comercio (TLC) entre EE.UU. y los países de América Latina.

La charlatanería sobre la seguridad jurídica de los TLC y la protección a las reglas, que supuestamente aseguraba la Organización Mundial de Comercio (OMC) terminó en el basurero. Es EE.UU. el que impone las reglas y su poder dominante decide cuándo le conviene el libre comercio y cuándo el proteccionismo.

Todos los países de América Latina, incluido Chile, se han visto recientemente afectados con la elevación de los aranceles al aluminio y el acero, a los que seguirá los anunciados al cobre y a productos agrícolas.

Este 4 de marzo se hizo efectiva la aplicación de aranceles del 25% a todas las importaciones que se dirigen desde Canadá y México a territorio estadounidense (y de un 20% a los productos chinos). Como se sabe, estos dos países tienen un TLC (Nafta) con EE.UU., que rige desde el año 1994, y que ahora de un plumazo se desconoce.

Por ello sorprende que el establishment de nuestro país, que defendiera con tanta pasión la suscripción de los TLC, ahora mantenga silencio y se olvide de la seguridad jurídica, la ampliación de mercados y el comercio libre de obstáculos, términos con los que apoyaban y justificaban los beneficios del comercio sin aranceles.

Es difícil no recordar la abrupta salida del viceministro de Comercio de la Cancillería, José Miguel Ahumada, quien intentó renegociar sólo algunos componentes de los TLC, en particular el TPP11, lo que generó un mayúsculo escándalo nacional de la prensa, economistas, empresarios, políticos de derecha y del socialismo democrático.

Ahora, cuando Trump desata su inaceptable ofensiva arancelaria, dando por terminada la globalización, los amantes de la apertura económica indiscriminada al mundo y de una relación privilegiada con EE.UU. mantienen riguroso silencio. ¿Será un silencio culpable o el miedo ante el agresivo Trump? Sólo se escuchan discursos complacientes y temerosos como: hay que esperar, tomarlo con calma, quizás a nosotros no nos afecte, etc.

El radical cambio geopolítico, las agresiones arancelarias y la violación del TLC, que impone el presidente Trump obligan a un replanteamiento de nuestra política exterior, para encontrar nuevos caminos de inserción en el mercado mundial y sobre todo de integración efectiva con los países de América Latina.

Al mismo tiempo, en el plano interno, frente a la restricción del mercado estadounidense y eventualmente de otros mercados en guerra comercial, es ineludible avanzar en una transformación económica, que favorezca una diversificación productiva, sustituya importaciones que se encarecen, y coloque en el centro del modelo de desarrollo una industria moderna con sus nuevas tecnologías.

Por Roberto Pizarro Hofer

3 de marzo de 2025

Fuente fotografía


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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