No más tarde que ayer, de visita en Francia, Hu Jintao nos vino a ver a la Costa Azul: quería conocer Niza, una de las destinaciones preferidas de los turistas chinos. Y como servidor está por estas tierras… nos cruzamos. Lo que desde luego te importa un cuesco y llevas razón. Pero cuidado: el presidente chino se puso de acuerdo con Sarkozy -que debe presidir el G20 en los próximos meses-, en lo que concierne a la guerra monetaria. Tanto Francia como China promueven las negociaciones destinadas a definir un nuevo orden monetario internacional y la regulación de los precios de las materias primas. Vasto programa, como decía Mon Général.
Pasa que los países que aún conservan algo de independencia están hasta las Bolsas de las manipulaciones que los yanquis le hacen sufrir al dólar un día sí y el otro también. Y lo hacen saber. La decisión de la FED (el banco central del imperio) de seguir fabricando dólares y de financiar los déficits federales y la deuda pública de los EEUU con plata sacada de un sombrero de payaso fue la gota que colmó el vaso. Los más de 600 mil millones de dólares que la FED le va a inyectar a un sistema financiero facineroso, rufián y especulador agotaron la paciencia de China y de Europa.
China exige derechamente que la FED y Washington expliquen esta decisión irresponsable. Christine Lagarde, ministra francesa de Economía, estima que la decisión de la FED cae sobre las espaldas del euro. Wolfgang Schäuble, ministro alemán de Finanzas, declara su irritación ante el incumplimiento de los EEUU de su compromiso, anunciado en el G20 de Toronto, de reducir sus déficits. ¿Y Chile? Bien gracias. Un país obediente, obedece. Aunque la devaluación del dólar termine por matar a los exportadores chilenos.
En materia monetaria cada cual defiende sus intereses. La devaluación de facto del dólar es una agresión que le hace daño a todo el planeta. De ahí el rápido entendimiento entre China y Europa, esperando lo que dirá Japón que sufre lo indecible de la fortaleza del yen. El presidente chino, que esta semana efectúa una visita de Estado a Francia, busca evitar nuevas presiones a favor de una revaluación del yuan. Los europeos ven con malos ojos la revaluación del euro ante el dólar. Solo los imbéciles, en Chile, festejan el alza del peso.
Sarkozy declara que «La ambición de Francia, es que todos acepten negociar para construir las bases de un nuevo sistema (monetario) que garantice la estabilidad del mundo”. Muy fácil de decir, y muy complicado de realizar. Por la simple razón que lo que está en juego es el papel del dólar como moneda de reserva planetaria. Si le quitas ese privilegio a los yanquis, los EEUU se van de espaldas en menos de lo que tardo en contártelo.
Hasta ahora los EEUU usan y abusan del chantaje que constituye el descalabro que produciría el hundimiento brutal del dólar, moneda que no vale sino lo que tú quieras que valga. Las emisiones sin respaldo son de tal amplitud que hoy el dólar no representa sino el símbolo de un poder imperial que se sostiene en los talones. De ahí los gigantescos presupuestos militares de los EEUU -superiores a lo que todo el resto del planeta gasta en sus ejércitos-, destinados únicamente a hacer perdurar la ilusión de una ex potencia que vive a crédito desde hace ya demasiado tiempo. No en vano el gurú yanqui Thomas Friedman le declara a quién quiere oírle:
“La mano invisible del mercado no funcionará jamás sin un puño visible (…) Y el puño visible que asegura la seguridad mundial (…) se llama el ejército, la aviación, la fuerza naval y el cuerpo de Marines de los Estados Unidos”. A lo cual uno no puede sino responder con la frase de Georges Clemenceau: “Las bayonetas sirven para todo, salvo para sentarse en ellas…”
Mientras tanto el mundo asiste, inconsciente, a este potencial apocalipsis. La guerra monetaria ya está aquí. Aunque Piñera y Larraín sigan sonriéndole a los angelitos y poniendo una biblia en el sitio destinado a los chalecos salvavidas.
Por Luis Casado