Un significativo respaldo tributó la ciudadanía a la continuidad del proceso de revolución democrática y cultural en Bolivia.
Todas las fuentes coinciden-´pasadas las 23 horas del 10 de agosto – en que el Presidente Evo Morales y el Vicepresidente, Alvaro García, fueron confirmados en sus cargos por más del 60% de los votos. Entre los 8 prefectos cuyos cargos fueron sometidos a referendo revocatorio, sólo 3 fueron destituidos: los de La Paz y Cochabamba, opositores al gobierno, y el de Oruro, miembro del MAS. Por lo consiguiente, cuatro de los prefectos derechistas fueron también ratificados en sus cargos por altas votaciones, lo que, de paso, invalida todos los alegatos que utilizó la derecha sobre un posible “fraude electoral”.
Lo anterior, sin embargo, no significa que “todos ganaron”.
Si tenemos presente que en el último año la campaña contrarrevolucionaria se orientó en una línea subversiva, en busca de la desestabilización y derrocamiento del gobierno, apelando a crímenes y otros actos de violencia extrema, tratando de inviabilizar la Asamblea Constituyente y la nueva Constitución Política emanada de ésta, el resultado del referendo del 10 de agosto constituye un fuerte espaldarazo a la institucionalidad vigente y una contundente deslegitimación de la estrategia contrarrevolucionaria. La ley que llamó a este referendo fue aprobada por el Senado con los votos de los parlamentarios opositores al gobierno. Los llamados a boicotear esta consulta fracasaron estruendosamente. La abstención bajó significativamente. Cientos de observadores – veedores de diversas entidades internacionales dieron fe de la transparencia del procedimiento electoral.
El respaldo al Presidente no tiene precedentes en toda la Historia Boliviana. Aumentó más de 6 puntos en relación a los comicios de diciembre de 2005.
En este nuevo escenario, el Presidente deberá designar a los prefectos provisionales que reemplazarán a los 3 que fueron destituidos, lo que implica una fuerte reafirmación de su control político y territorial. Habrá, por lo tanto, elecciones de nuevo Prefecto en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Oruro, con altísimas posibilidades de victoria para las fuerzas pro gubernamentales.
No se puede perder de vista que este potencial electoral del MAS no es suficiente, por si solo, para doblegar a los poderes fácticos que han dominado por más de 500 años Y QUE HOY ARTICULA, COORDINA, FINANCIA Y DIRIGE LA EMBAJADA DE EEUU EN BOLIVIA. Lo que no niega que el Presidente Evo Morales mejora sustantivamente sus posibilidades de avanzar en el proceso revolucionario convocando a plebiscito para obtener la aprobación definitiva del proyecto de Constitución Política elaborado por la Asamblea Constituyente en diciembre de 2007.
A juzgar por el discurso pronunciado desde el Palacio de Gobierno esta noche, Evo Morales aprovechará esta ventaja estratégica para negociar con los prefectos golpistas en términos de precisar el alcance de las autonomías (que no pongan en riesgo la unidad nacional ni se constituyan en bastión de las elites privilegiadas) a cambio de la revisión del texto de Constitución aprobado por la Asamblea Constituyente, en aspectos que no comprometan los ejes esenciales del proceso de cambios actualmente en marcha. Paralelamente, podrá también limar asperezas y superar contradicciones secundarias con importantes sectores obreros, intelectuales, empresariales y políticos que rechazan la restauración neoliberal, y con los cuales ha sido imposible, hasta hoy, llegar a acuerdos.
El referendo del 10 de agosto no implica un vuelco decisivo ni un cambio esencial en las correlaciones de fuerza que obedecen a factores históricos, ideológicos, políticos, culturales y geo estratégicos de larga data y profundas raíces, pero su resultado permite a las fuerzas revolucionarias retomar la iniciativa y aislar al núcleo golpista, racista, separatista y pro estadounidense que había logrado articular una amplia coalición de fuerzas opositoras.
Este nuevo escenario favorece, además, los acuerdos estratégicos que Bolivia está implementando con Brasil, Venezuela, Argentina, Ecuador y Cuba, al tiempo que dificulta las maniobras desestabilizadoras que impulsa desfachatadamente el gobierno de Estados Unidos.
A algunos les parecerá raro, pero en este contexto específico, el fortalecimiento de la institucionalidad es el mejor escenario en el que puede desplegarse la presión popular para avanzar en los cambios económicos, políticos, sociales y culturales comprometidos por el Gobierno de Evo Morales Ayma.
Los pueblos latinoamericanos tenemos mucho que hacer en apoyo del proceso emancipador que vive hoy Bolivia, la nación que fundaran Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y José de San Martín. Desde lo más alto de la Historia y de la Geografía del continente, los padres de la patria grande acarician, ahora si, la posibilidad cierta de que la ruta emancipadora que forjaron ellos hace 183 años se abra paso y realice el gran sueño de unidad e integración de nuestras naciones y pueblos.
En esa perspectiva se inscribe la lucha del Comité Reencuentro Chileno Boliviano.
Gustavo Ruz Zañartu