Con una visión del mundo, de la educación y de la democracia opuestas al sistema establecido, los profesores de Chile culminaron siete semanas de paralización de actividades. El profesor Mario Aguilar, presidente del Colegio de Profesores de Chile, quien encabezó la movilización de manera hábil, firme y serena, en dos oportunidades sometió a votación universal la continuidad o término del paro. Finalmente, el 23 de julio la mayoría del profesorado optó por el término de la huelga y el propósito de continuar con la lucha por el derecho a la educación. Aguilar ha valorado la cohesión del gremio en medio del conflicto. Además, el movimiento recibió un abierto respaldo popular, poniendo a la educación en el centro del debate, lo que obligó al Gobierno a ceder en la mayor parte de los planteamientos del magisterio.
“Nuestra visión sobre la educación chilena” es el título del excelente diagnóstico elaborado por el Departamento de Educación y Perfeccionamiento del Colegio de Profesores de Chile y que me permito reseñar. En el documento, el profesorado plantea que el fondo de las demandas se ha centrado en la necesidad de la generación de un nuevo sistema educativo para el país, poniendo como núcleo a la educación. Esto, porque las transformaciones neoliberales llevadas adelante por la dictadura y profundizadas por los gobiernos post dictatoriales, desembocaron en un sistema educativo orientado por el mercado y los incentivos a la privatización, desmantelando así la tradición de educación pública que se había forjado en Chile.
La esencia de los cambios ejecutados por el neoliberalismo en el sistema educativo pueden sintetizarse sobre tres pilares:
1º la noción de subsidariedad y libertad de enseñanza, entendidas como la promoción de proyectos educativos privados, con baja regulación pública y énfasis en la libertad de emprendimiento como manifestación de libertad económica, lo que se instala por encima del derecho a la educación.
2º La estandarización como perspectiva educativa y estrategia de los proyectos escolares.
3º El gerenciamiento como concepción de diseño, organización y gestión educacional.
La subsidiariedad ha reducido el derecho a la educación a su mínima expresión, porque ha permitido que el Estado establezca igualdad de trato a instituciones y proyectos privados bajo el supuesto de mayores grados de libertad para los individuos. Este planteamiento ha sido crucial para abrir paso a la privatización del sistema educativo y, como corolario, para el deterioro de la educación pública, conduciéndose a la mercantilización de la educación y el afán de lucro. La mercantilización de la educación ha roto la implicancia entre educación y proyecto de país, al convertir a aquella a una expresión de las decisiones del mercado y a intereses de los agentes económicos involucrados. En consecuencia, se ha desregularizado la finalidad de la educación, porque la propiedad privada carece de responsabilidad social y sentido de bien común. Por otra parte, la libertad de enseñanza se ha traducido en la posibilidad indiscriminada de la instalación de instituciones que imparten educación, la que es responsabilidad del Estado y éste la ha abandonado. Otro aspecto ligado a lo anterior ha sido el sistema de pago por matrícula-asistencia, lo que ha permitido a privados contar con recursos para sus proyectos, sin exigencias de inversión ni de control, a diferencia de los centros de educación municipal.
La estandarización ha generado una noción restringida de calidad educativa, al reducirla a certificaciones de atributos “objetivados” de los “servicios” producidos, constituyéndose en un instrumento de presión que distorsiona las prácticas pedagógicas y evaluativas, porque no se condicen con los problemas cotidianos que enfrenta la labor educativa. La evaluación a través de pruebas estandarizadas es sólo medición del desempeño, alejada de la diversidad cultural y de contextos. La estandarización reduce el ejercicio pedagógico a la homogeneización cultural y a la adaptación pasiva de las necesidades empresariales. Es así como la labor pedagógica ha quedado reducida a ejercicio técnico desprofesionalizado y de ejecución individual. De esta manera se dificulta la formación integral, perdiéndose el sentido de la educación al vaciarse de lo público y, por tanto, reafirmándose la mercantilización.
La organización gerencial ha diseñado las escuelas como espacios de rendimiento productivo y de eficiencia en la gestión de los procesos mercantiles, basada en el éxito de la demanda. Por ello, los “nuevos fines” de la educación ya no radican en la humanización sino en metas cuantificables, bajo un “liderazgo” de gestión eficiente. Los desafíos de la gestión se han organizado en torno a un “sistema de aseguramiento de la calidad”, para producir “eficacia escolar” en base a “criterios de productividad” que no consideran el carácter específico de los procesos educativos. La idea de “aseguramiento” desconoce que la formación en el espacio escolar es más que aprendizaje de disciplinas y que los factores de su apropiación son extensos y de diversa profundidad.
La auténtica educación no puede desarrollarse en torno al cumplimiento de metas de desempeño ni sujetarse a procesos de supervisión, vigilancia y rendición de cuentas. Los principios del neoliberalismo en la educación han tenido como objetivo el empobrecimiento de la educación pública y el estímulo de sus estudiantes hacia el sector privado, basándose en un juicio de calidad impreciso. El énfasis en la calidad y la eficiencia de los empresarios privados no ha considerado, entre muchos otros aspectos, que hay un promedio de once horas semanales de los profesores trabajando fuera del espacio laboral. Tampoco se ha considerado a los profesores en los procesos de discusión de la educación, sino que se les cataloga como ejecutores de un trabajo genérico y técnico, acrecentándose así la precariedad laboral y la pérdida de la identidad profesional.
Frente a este panorama, el profesorado de Chile ha dado muestras de su decisión de que, como afirmara Albert Camus hace ya setenta años, “la virtud de la resistencia y el valor de la libertad otra vez nos brindan una razón para vivir”.
Por Hervi Lara B.
Santiago de Chile, 2 de agosto de 2019