Por Miguel Ángel Hermosilla
La religión de la muerte. Post scriptum sobre viejos y nuevos fascismos, es el más reciente libro de Julio Cortés Morales. Fue publicado por la Editorial Tempestades en agosto de 2023. Se trata de un texto intenso que interviene en el debate y la discusión acerca de la irrupción de los fenómenos neofascistas o postfascistas del siglo XX y XXI a partir de una aproximación analítica y critica de los fascismos históricos, “aquel que la literatura liberal ha llamado totalitarismo”:
“Coincido parcialmente con Gentile en cuanto a que solo identificando seriamente al fascismo histórico es posible entender en qué medida estamos hoy ante el riesgo de aparición de expresiones equivalentes en nuestro tiempo y bajo qué nuevas formas. Pero creo que no existe una sola forma de fascismo histórico, sino un amplio campo de movimientos fascistas».
“La religión de la muerte”. Julio Cortés Morales
El ejercicio histórico-genealógico que intenta Julio Cortés Morales para desmontar los viejos y nuevos fascismos no adopta posiciones anti-teóricas para dar en el gusto a la desgarrada consigna de la vieja y acalorada izquierda tradicional y vanguardista de que al fascismo no se le discute o piensa, si no que se le destruye; por el contrario, la arremetida que nos propone el autor es una puesta en diálogo de diversas fuentes teóricas –Benjamin, Adorno y Horhkeimer, Gramsci, Traverso, Gentile, U. Ecco, Griffin, Evola, Schmitt, Lazzarato, Stefanoni, L. Oporto, Villalobos–Ruminott-, expresiones estéticas -la cultura rock, el punk, ska, el comic, el cine – y variadas manifestaciones histórico-políticas y procesos sociales que se amalgaman para articularse en construcciones anti sistémicas de fiero arraigo ultranacionalista, militar y autoritario, como lo caracterizan los autores de “Patriotas Indignados”, citado por Julio Cortés Morales en su texto:
«Benjamin y Adorno tenían clara la conveniencia de estudiar a los reaccionarios, costumbre que se ha perdido en un tiempo en que predomina un antifascismo liberal/ izquierdista que postula que “al fascismo no se le discute”, y por eso ignora totalmente la necesidad de estudiarlo y detectar sus ‘núcleos de verdad’.»
“La religión de la muerte”. Julio Cortés Morales
Y más adelante:
“Tenemos claro que en esta lucha no nos han servido nunca las herramientas liberales ni las de la socialdemocracia o la academia: ‘se necesita una teoría critica‘ lo más amplia posible, que sepa surgir desde las luchas colectivas que se están dando y que ayude a potenciarlas.
“La religión de la muerte”. Julio Cortés Morales
Para pensar el fascismo hoy será necesario, nos sugiere el autor de “La religión de la muerte”, aproximarse críticamente al uso vulgar, amplio y habitual que se hace del concepto para “invalidar determinadas posiciones” y entrar en una comprensión radical del núcleo histórico del “fascismo monumental”, toda vez que el dispositivo fascista opera como criterio y norma general histórica de la modernidad articulada en “la filosofía de la historia del capital” y sus formas abstractas y materiales de mercancía que subsumen la vida bajo las tecnologías principiales de los flujos productivos del trabajo y el valor:
“Se habla de ‘facho’ para referirse a cualquier derechista recalcitrante, olvidando que en la jauría política nacional también existieron otras variedades de defensores del orden y burgueses asustados como los ‘momios’. En una versión ya más difusa, se tilda de ‘fascista’ a cualquier autoritarismo, a cualquier posición crítica respecto de la democracia, e incluso a cualquiera que sostenga posiciones ‘fuertes’ en medio de una mar de ‘pensamiento débil’”.
«¿Patria o Caos?» Julio Cortés Morales. 2021.
Y más adelante:
«En mi opinión, el fascismo no es exactamente de derecha o, más bien, necesita presentarse como una superación de la dicotomía derecha/izquierda, con lo cual aparece como un fenómeno novedoso y distinto de la derecha convencional, que incorpora aspectos centrales del discurso y posiciones propias de la izquierda. Es mi impresión que sin este componente de ‘confusión’ el fascismo pierde su especificidad, para confundirse y disolverse en la derecha propiamente tal, posición desde la cual no lograría cumplir con los objetivos específicos que tiene en la estructura de la dominación.
“La religión de la muerte”. Julio Cortés Morales.
Pero ¿Qué sería el fascismo histórico? ¿Y qué sus derivadas moleculares o micropolíticas de articulación neoliberal?
En un escenario epistémico a partir del cual emergen las “nuevas extremas derechas” como respuestas “termidorianas” de restauración del orden, ante las asonadas populares anti-neoliberales denominadas revueltas existenciales contra la devastación y la precarización de la vida en general en el mundo –Sergio Villalobos Ruminott. Fascismo, movilización y revueltas. El conatus existencial-, Julio Cortés Morales en «¿Patria o caos?», y luego en “La religión de la muerte” nos invita a pensar ¿desde qué suelo histórico arrancan estas posiciones de restauración del régimen del capital global reaccionario? Siguiendo las líneas de fuerzas argumentativas del autor del texto, podríamos afirmar que para entender las distintas expresiones de los fascismos post-hegemónicos o fascismos neoliberales -y “las nuevas formas de extrema derecha” que se manifiestan como giros neo populistas a partir de la post guerra fría, “el 68” y particularmente desde la crisis de 2008- es necesario hacer una revisión de las condiciones histórico-políticas que hacen posible la irrupción de los autoritarismos fascistas que atravesaron el siglo XX, los denominados fascismos históricos o monumentales de orientación nacional-estatal-militar y patriarcal que adoptan una identidad ultranacionalista y “anticapitalista selectiva” en el horizonte onto-político moderno de reacomodo y variación de los patrones de acumulación:
“Una vez más, tenemos acá al llamado ‘socialismo de los imbéciles’, que es siempre un ‘anticapitalismo selectivo’; Moishe Postone habla de un ‘capitalismo truncado’ en que el capital se personifica y biologiza, identificándolo con el dinero y con los judíos”.
“La religión de la muerte”. Julio Cortés Morales
En el texto “La religión de la muerte” de Julio Cortés Morales, se deja ver el carácter flexible y dinámico, la mutación del fascismo a nivel global, como formas axiomáticas de reestructuración y reajuste de las dinámicas de modernización y su relación de valor, producción y explotación, que coinciden con los giros y metamorfosis de los modos dóciles de plasticidad con que se mueve la razón neoliberal y sus diversas formas de adaptación al interior de las relaciones de producción de la modernidad y la democracia capitalistas:
“…la del homo economicus, del hombre producido por y para las relaciones sociales capitalistas«.
“La religión de la muerte”. Julio Cortés Morales.
Los procesos de modernización de la razón imperial europea, portan consigo un dispositivo protofascista que la “máquina mitológica” –Jesi– como articulación de una verdad histórica que se cierra como irrefutable sobre sí misma y sobre lo que arroja como alteridad excluida del logos civilizatorio, lingüístico, racial y cultural, del saber de una lengua sacrificial y dominante constitutiva de toda forma de poder y representación que excluye a “un otro de sí” -como producción de un enemigo- de los códigos de la racionalidad política moderna y sus imperativos hegemónicos de muerte.
Así entonces, el texto de Julio Cortés Morales nos invita a pensar el fascismo y sus derivadas contemporáneas anarquizantes -neoliberales- en términos de una “relación compleja entre soberanía y vida”, entre poder y “conatus de existencia”. Toda vez que se hace necesario preguntar qué es el fascismo, la respuesta, podría ser entonces, sí, el fascismo y sus mutaciones inscritas en las relaciones neoliberales de reacomodo flexible de los imperativos de acumulación, es, precisamente, una forma variable, no homogénea, de las relaciones modernas de producción capitalista; el fascismo, los neofascismos contemporáneos, son una respuesta inmunitaria, “identitaria y comunitaria” ante la emergencia de un singular que desorganiza el nomos del capital y su régimen de aceleración intensiva a escala global “en el horizonte general del capitalismo post-industrial contemporáneo” y las “dinámicas agenciales” del proyecto “teológico político” del capitalismo moderno liberal clásico y territorializante en el que éste descansa:
“Las revueltas globales generan contrarrevoluciones globales: al 68 le sucedió la restauración capitalista de los setentas y ochenta que encontró en la guerra contra el VIH/ SIDA la forma más eficaz y terrorista de borrar el legado “sesentayochista” de la liberación sexual; el 2001 los atentados del 11-S y la guerra contra el terrorismo global fueron la reacción del mando capitalista contra las protestas que de Seattle 1999 a Génova 2001 reactivaron el anticapitalismo en todo el mundo; y tal cual señala el Manifiesto Conspiracionista, las medidas adoptadas ante el COVID en el 2020 fueron la contra revolución que apagó las revueltas del 2019”.
“La religión de la muerte”. Julio Cortés Morales.
Y más adelante citando a Bordiga contra Gramsci:
«El fascismo es una expresión moderna, progresista, del capital en un momento histórico bien determinado. Un producto moderno de las dinámicas del capital».
“La religión de la muerte”. Julio Cortés Morales.
Desde el punto de vista de la historicidad del fascismo, el autor del texto “La religión de la muerte” nos invita a pensar a este no como una alteración al interior del continuum de las relaciones modernas del poder y la maquinaria de guerra del capital, sino más bien como una respuesta formal y material de los patrones de acumulación y los procesos de modernización y universalización capitalista en sus instancias de contorsión y crisis. Así, entonces, podríamos pensar el fascismo neoliberal como la suspensión del dualismo izquierda/ derecha y la superación de la contradicción fascismo/democracia en el horizonte arendtiano moderno de la oposición entre democracia liberal y totalitarismo, en el contexto histórico político del conflicto central -guerra fría-; más bien no habría problema en establecer o pensar una relación de continuidad entre las relaciones contemporáneas de intensificación del capital global financiero y sus soluciones securitarias y descentradas de producción y dominación, en una mutación también de la soberanía que consiste en un desplazamiento desde el estado-capital nacional al tecno-capital transnacional financiero; es precisamente en este tránsito que podemos entender la instalación del neoliberalismo como racionalidad gubernamental flexible y líquida no exenta de componentes fascistas sino más bien como su performance más distintiva, que en Chile y en gran parte de la comunidad de lo políticamente correcto porta la categoría de “gobernabilidad democrática” como estabilidad y avance del orden global de la máquina imperial del capital.
Julio Cortés Morales citando Adorno en su texto señala:
“… que a década y media del fin de la Segunda Guerra Mundial y la proclamada derrota del fascismo/nazismo, este no ha muerto, si no que ha pasado a un plano más bien subterráneo desde cual, llegado el momento podría resurgir, pero no el fascismo organizado en torno a los grupos o partidos neonazis, sino los elementos propios del fascismo que subsisten en o dentro de las democracias contemporáneas”.
Y más adelante:
“Lo que comparten el viejo y nuevo fascismo es el deseo suicida que les ha trasmitido el capital, que no es producción sin ser al mismo tiempo destrucción y auto destrucción».
“La religión de la muerte”. Julio Cortés Morales.
En la escena de la performatividad versátil del fascismo en su etapa neoliberal de aceleración y expansión imperial-colonial del capital, que Julio denomina en su texto el “gen mutante del fascismo”, este invita a pensar el acontecimiento fascista como la instalación de la fase actual de la dominación capitalista como expresión de la vida cotidiana desarticulada de un orden ideológico estratégico o narrativa monumental que como principio de razón actúe como equivalente de una filosofía de la historia para legitimar el progreso maquinal de la modernidad apropiante y productivista, por el contrario, podría discutirse aquí que el fascismo en su deriva neoliberal acontece en la suspensión de un discurso maestro que lo articule como guión teleológico de la historia, ¿sería entonces el momento del anarco-capitalismo o nihilismo epocal?, ¿desprovisto de toda narrativa de emancipación y fundamento onto-político que regule su despliegue an-hegemónico, ahora diseminados en una serie de “protocolos administrativos suplementarios” de los procesos de acumulación, dominación y explotación al interior de la democracia fascista de la sociedad del espectáculo y la tiranía del consumo?
Se trata, entonces, de pensar e identificar aquí el fascismo o los movimientos fascistas como dispositivos inmunitarios del imaginario liberal burgués y su deriva gestional–oikonomica policial administrativa –Karmy– y como una tendencia interna a las democracias contemporáneas -Adorno- que se expresa como nihilización o indiferenciación general en el horizonte de un capitalismo global axiomático “anarquizado” y no principial autoritario, pero que permanece sujeto, o bajo la subsunción normativa de cierta racionalidad estratégica o principio de razón, que continúa la norma instrumental del cogito cartesiano del valor, la productividad y la acumulación como criterio último de determinación soberana.
Los fantasmas de la subversión anticapitalista y antiautoritaria recorren desde el interior del fascismo neo-liberal las pulsiones necro-políticas de su permanente mutación. Desde pensadores como Benjamin y Agamben, se ha revelado la potencia inactual que porta consigo la vida y “la memoria de las rebeliones”, para resistir desde los intersticios de la historia la opulencia iluminada de la explotación que portan como signos distintivos los diversos movimientos fascistas como regla general de dominación y homologación total de la existencia…
La religión de la muerte es un texto que nos invita a reflexionar con él la historicidad del fascismo y sus movimientos de muerte como fórmula en que el poder ha organizado sus dinámicas de subsunción y aniquilación de la vida en el horizonte de la racionalidad política moderna imperial y el cálculo productivista y apropiante de la democracia burguesa-policial y mercantil y su régimen de equivalencia general que nos toca combatir cotidianamente. Combatir el fascismo implica -me gustaría imaginar con Julio, la porfiada insistencia de pensarlo y activar una erótica an-arquica de las rebeliones- una vida ética de recuperación del mundo en común que los totalitarismos del capital -los fascismos- y sus arcontes rabiosos del exterminio global nos han quitado.
Por Miguel Ángel Hermosilla
Reseña publicada originalmente el 5 de diciembre de 2023 en El Porteño.
Relacionado:
LIBROS: «La religión de la muerte. Post scriptum sobre viejos y nuevos fascismos»