Sobre uso de la «píldora del día después» en menores de 14 años.

Ahora, vamos a lo práctico: ¿Cuántos de los lectores de esta columna son mayores de edad y cuántos de ustedes han pasado el susto de la vida pensando que se mandaron el domingo 7? ¿A cuántos les pasó en la adolescencia? y la pregunta del millón: ¿Cuántos le contaron a la mamá? Las respuestas son para sentarse a cagarse de la risa.

Sobre uso de la  «píldora del día después» en menores de 14 años.

Autor: Ángela Barraza

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Hoy se ha hablado en todos los noticieros sobre la entrega de la pastilla del día después a niñas menores de 14 años. El arzobispo Ricardo Ezzati puso el grito en el cielo y ayer, al finalizar la misa del día de la Virgen del Carmen, señaló a los medios de comunicación la postura de la Iglesia Católica frente a este tema: «Creo que nosotros ya lo hemos dicho con mucha fuerza en varias ocasiones, pensamos que el respeto por la vida es una cosa muy pero muy seria, no se trata simplemente de tomarse un vaso de agua«.

En el mes de enero recién pasado, la Contraloría señaló que las niñas menores de 14 años no podrían pedir la «píldora del día después» sin que un médico le informe a sus padres o adulto responsable, pero el MINSAL  está buscando el sistema que permita el cumplimiento a cabalidad de la ley, sin que se condicione. (Cosa que me parece muy loable).

Mientras tanto, el Jefe de Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud, don Pedro Crocco, detalló que «se hace un proceso de consulta pública y para eso se colocan las distintos normas y documentos del ministerio  en la página web y se aprecia mucho que la gente nos lea y haga algún tipo de observaciones«.

Ahora, vamos a lo práctico: ¿Cuántos de los lectores de esta columna son mayores de edad y cuántos de ustedes han pasado el susto de la vida pensando que se mandaron el domingo 7? ¿A cuántos les pasó en la adolescencia? y la pregunta del millón: ¿Cuántos le contaron a la mamá? Las respuestas son para sentarse a cagarse de la risa.

Dejemos de hacernos los hueónes, porque una vez que comenzamos con nuestra vida sexual, todos tenemos los mismos derechos, así tengamos 12 o 35 años. Quién puede juzgar a una pendeja de 13 por haber comenzado antes que uno con la revolución hormonal. O peor, quién sabe si esa niña comenzó su vida sexual, no por opción, sino por abusos (no olvidar que la mayor cantidad de abusos sexuales a menores se dan en el interior del hogar, por padres, hermanos, tíos, o amigos cercanos a las familias). ¿No es, acaso, suficiente exposición, denigración y sufrimiento como para que más encima en un consultorio se le nieguen las posibilidades de no quedar embarazada, sin antes contarle a los papás? ¿Por qué un médico o una enfermera se van a situar en una posición de superioridad moral para “acusar” la actividad sexual de una mujer? ¿Cómo, los facultativos médicos no se van a dar cuenta de que si una pendeja acude a un centro asistencial para pedir la pastillita y va sola, es porque está metida en el manso forro?

La justificación, por lo que he podido leer, en todas partes (y dicho en buen chileno) es “por caliente y por irresponsable” pero ojo, ¿quién juzga a los hombres por calientes y por irresponsables? porque, hasta donde yo sé, para correr el riesgo de quedar embarazada, una mujer necesita de un falo-portador donante de esperma y esa entidad suele ser, en la mayoría de los casos, un hombre ¿o me equivoco?

No podemos dejar de lado entonces el tema del género que está más que latente en estos temas de contingencia. Y todo lo que significa estar en la posición de “pastilla del día después” resulta infinitamente violento para las mujeres ya que hoy en día, sólo por ir al consultorio a pedirla, te juzgan por puta, por caliente, por irresponsable y por abortiva. El hombre, en cambio, se libra de todo esto únicamente por decirle a la polola que no la puede acompañar o lisa y llanamente con darle la PLR y la vida sigue tan cachilupi y divertida como siempre.

Insisto: Dejemos de hacernos los hueónes.

Al Arzobispo Ezzati, por ejemplo, podemos recordarle (respecto de temas de aborto y vasos de agua) el sustito que pasó la iglesia cuando se construyó el metro, sobre todo la estación Universidad Católica, que pasa debajo de la Biblioteca Nacional (que antes era perteneciente a las monjas Clarisas) ya que se encontraron decenas de fetos y restos de bebés junto al cementerio de las monjas y esos eran ABORTOS. Demás está recordarle también los abusos de los pederastas que buscan respaldo en el seno del Vaticano y no reciben condenas por los tribunales civiles y que también son falo-portadores donadores de esperma y los abusos que cometieron (y siguen cometiendo) no son exclusivamente  a niños, sino que también (y preferentemente, me atrevería a decir) a niñas que también quedan embarazadas. ¿Será necesario dar nombres?

A los políticos, por ejemplo, podemos decirles que revisen los índices de abortos que hay en Chile (uno de los más altos del mundo) y podemos recordarles que no todos quedan documentados ya que las mujeres de clase baja y media, preferimos abortar en casa; y bueno, las mujeres de su clase prefieren hacerlo en el extranjero y esos tampoco quedan documentados ya que parece que es de mal gusto.

Yo creo que es hora de ponerse una mano en el corazón y de reconocer que todos tienen un despertar sexual ¿o no? Y que la mayoría de los hombres heterosexuales (curitas, políticos, empresarios y los seres humanos) comienzan su vida sexual con mujeres ¿o no? Y que la última frase que quieren oír en la vida, antes de los 25 es: “estoy embarazada” ¿o no? Entonces ¡¡no se metan!! y ayuden a facilitar las cosas porque las mujeres también tenemos derecho a no estar embarazadas si no queremos estarlo, tenemos derecho a la privacidad, independientemente de la edad en la que hayamos decidido follar (culiar, hacer el amor, atinar grado 3, fornicar, etc) y como seres humanos -y en este momento cito la ley vigente- tenemos derecho a:

Derecho a la seguridad: las personas tienen el derecho a preservar su salud mientras usan un método anticonceptivo. La seguridad es un componente de la calidad de la atención y requiere de instalaciones adecuadas e idoneidad técnica de los y las proveedores/as del servicio.

Derecho a la privacidad: las personas tienen derecho a analizar sus necesidades y preocupaciones en un ambiente en que sientan confianza y se encuentren cómodas, donde la conversación no sea escuchada por terceros. El examen físico, cuando es necesario, debe realizarse en condiciones de privacidad, salvo la presencia de un segundo profesional o técnico del propio servicio.

Derecho a la confidencialidad: debe asegurarse a las personas que consultan que no se comunicará a otros, sin su consentimiento, la información que entregue ni otro detalle de la atención recibida, lo que es especialmente importante para las y los adolescentes.

Derecho a la dignidad: las y los usuarias/os deben ser tratados con cortesía, consideración y respeto por su dignidad, sea cual sea su nivel de educación, condición social u otra característica que pueda diferenciarles o hacerlos vulnerables. Para las y los usuarias/os, la calidad en la atención significa “ser tratadas/os como personas”.

Derecho a la comodidad: debe procurarse que el lugar de atención tenga buena ventilación, iluminación, asientos y servicios higiénicos limpios; que el tiempo de estadía en la clínica sea razonable y en relación al servicio solicitado.

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