Teología de la Prosperidad: una vía para la derechización de los fieles

El voto evangélico brasilero, mayoritariamente anclado a una agenda conservadora de derechas, está en disputa entre las diferentes vertientes de ellas: entre bolsonaristas mainstream –el Centrão– y otras líneas aún más radicalizadas de las derechas.

Teología de la Prosperidad: una vía para la derechización de los fieles

Autor: El Ciudadano

Por Javier Molina Johannes

Según el Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística [IBGE], en 2022 ya el 30% de la población brasilera se declaraba evangélica, representando cerca de 65 millones de personas. Además, una investigación del 2023 del Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada [IPEA] expuso la situación de los templos evangélicos (formalizados), que consisten en siete de cada diez establecimientos religiosos en Brasil y de los cuales los de orientación pentecostal habían crecido más del 220% entre 1998 y 2021. A lo anterior, se agrega que según el CENSO 2022 en Brasil hay cerca de 580 mil, superando el número de escuelas y puestos de salud existentes. Bajo estos parámetros, pensar la relación teológico-política es de relevancia, en un país que el fuerte crecimiento de las iglesias evangélicas pentecostales y neopentecostales ha venido transformando no sólo la cultura, sino también las opciones políticas de las periferias.

La Teología de la Prosperidad es una de las tantas vertientes dentro de las Iglesias evangélicas. Y a pesar de que no tiene hegemonizado el campo evangélico, e incluso fuertemente criticada por otras corrientes, debido a que contaminaría con aspectos mundanos a la verdadera doctrina, muchos fieles acreditan en ella. Por ello, nos compete analizar esta interpretación, dado que promueve un eje de una derechización de los fieles. En otros términos, esta relectura teológica se compone en el cruce entre moralismo religioso, autoritarismo político, y se consagra con el neoliberalismo económico. En Brasil, esta corriente ha venido tomando fuerza, especialmente, en la última década a partir de pastores como Silas Malafaia [en la fotografía principal], quien además del televangelismo y las diferentes intervenciones en los medios tradicionales, mantiene una cuenta de Instagram con más de cuatro millones de seguidores/as.

Devenida últimamente en Teología Coach, se ha visibilizado a través del caso de Pablo Marçal, reciente candidato a la prefeitura [alcaldía] en São Paulo y sobre quien hablamos en nuestras últimas intervenciones. Marçal quedó fuera del segundo turno, pero consiguió remecer no sólo a las derechas brasileras, sino al votante evangélico de derechas. En particular a ciertos pastores como Malafaia, uno de los más influyentes del país, que se opusieron férreamente al coach, a quien ha denominado como un besteirol, algo así como una parodia humorística de la Prosperidad. Ya hace años que el Pastor Malafaia, principal portavoz de la Igreja Assembleia de Deus Vitória em Cristo, viene desafiando a otros evangélicos para confrontar cuáles serían sus errores teológicos.

En efecto, el Pastor Malafaia sustenta su narrativa, en particular, sustentando su argumentación en II Corintios 9, donde destaca la obediencia a las leyes de Dios y cómo ahí la Biblia expone una tríada: la oferta, el ofertante y los resultados del ofertante. También usa otros fragmentos bíblicos como Lucas 12:15 y Salmos 104:27, por ejemplo, para defender que una vida de prosperidad es lo más importante que alguien puede aspirar. Así, en sus distintas intervenciones, Malafaia esclarece que no es a él a quien deben seguir los/as fieles, sino a la Biblia. De hecho, expone el procedimiento para que cualquiera llegue a sus conclusiones: primero, dudar; luego, hacer un análisis de lo que se está escuchando y, por último, determinar la veracidad del mensaje. No obstante, agrega un pequeño elemento, en caso de que rechace, no demuestra rechazo por el mensaje del Pastor, sino a la palabra divina, porque abstenerse a la Teología de la Prosperidad sería un rechazo de Dios [sic].

A partir de II Corintios capítulo 9 describe la oferta como un asunto de Dios y que según el versículo cuarto se fundamenta en la gloria. Luego, destaca que aquél que da una semilla la multiplicará, haciendo un cruce directo con el diezmo, lo que no sería un acto material sino especialmente una entrega espiritual. Y enfatiza –continuamos con Malafaia– existen personas con riquezas, pero que no son prósperas, porque la Prosperidad no es sólo económica, sino también espiritual; y concluye: “si digo que dando diezmo, se volverá rico es falso. Ahora, cuando digo que dando diezmo, oferta, Dios lo bendice es Verdad”[1]. De este modo, se esclarece un ápice de la ideología que sustenta cómo este tipo de pastores hacen sus grandes fortunas: un hechizo perfecto para sus feligreses.

A pesar de que parecieran no tener grandes diferencias, la deriva teológica de Marçal es contraria a la de la Prosperidad, porque la propuesta del coaching borraría a Dios, concentrándose solamente en el individuo, como un emprendedor de sí mismo, lo que ha provocado importantes disputas post-elecciones. En esa línea, Malafaia ha criticado fuertemente a Pablo Marçal como un falso evangélico, y llegó a pelearse con Jair Bolsonaro hace unas semanas por no distanciarse explícitamente de aquél. A raíz de lo anterior, manifestó que el inelegible expresidente brasilero era cobarde por no apoyar enfáticamente la candidatura de Ricardo Nunes –a quien apoyó discretamente, a través de un almuerzo privado al final del segundo turno–. Hoy, ya pasadas las elecciones, Malafaia y Bolsonaro se amigaron nuevamente, y el Pastor aprovechó de llamar de viudas [sic] a los apoyadores del coach.

La fundamentación teológico-política que posibilita que lo religioso devenga coaching y viceversa, no es una novedad del evangelicanismo, sino un asunto que podemos encontrar también en los preceptos del Opus Dei y su defensa del trabajo[2] –hilo que ahondaremos en un próximo momento–. Asimismo, nos recuerdan algunos puntos de Max Weber, o bien, de Michael Novak. En fin, combinaciones que funcionaron también en la política chilena reciente a través del Chicago-gremialismo y su principal ideólogo Jaime Guzmán, quien, como recuerda Pablo Longueira, hablaba más de religión que de política. Esta política derechizante en Chile consiguió una fundamentación teológica de la economía, mediante una interpretación de la Doctrina Social de la Iglesia Católica con un prisma en el Tradicionalismo católico de Plínio Côrrea de Oliveira[3]. No es casualidad que una derechización política venga de la mano de una ascensión previa de lecturas teológicas conservadoras. Por eso, queríamos destacar que ni el mundo evangélico ni Pablo Marçal son pioneros en estos discursos reaccionarios.

Ahora, los más de sesenta y cinco millones de evangélicos y evangélicas en Brasil no son, necesariamente, acorde a la Teología de la Prosperidad, ni tampoco al coach. De hecho, son contrarios a la indicación del voto por parte del pastor, pero la problemática es la construcción de aquella subjetividad. En otros términos, en la creación de aquel sentido común que decidirá en quién votar o, mejor dicho, cómo votar. Precisamente, ahí está nuestro interés en la pregunta por esta conjunción político-religiosa que acontecería en algunas Iglesias evangélicas que promueven la Teología de la Prosperidad. Es desde ahí donde, posteriormente, han emergido personajes como Pablo Marçal.

En definitiva, el voto evangélico brasilero, mayoritariamente anclado a una agenda conservadora de derechas, está en disputa entre las diferentes vertientes de ellas: entre bolsonaristas mainstream –el Centrão– y otras líneas aún más radicalizadas de las derechas. En efecto, el PT [Partido dos Trabalhadores] ha realizado diferentes acciones para incluir sus problemáticas en políticas públicas y así tratar de contrarrestar esa derechización de las Iglesias evangélicas, cuyo esfuerzo todavía no tiene resultados positivos. Veremos si en algún momento trae réditos, es decir, si la teología-política lulista posibilita algún movimiento antes de las próximas elecciones presidenciales, porque hasta el momento entre evangélicos/as continúa un altísimo rechazo al gobierno. En esa carrera de politización, sujetos como Silas Malafaia, entre tantos otros pastores y sus industrias culturales –que ahondaremos en un próximo texto–, juegan un papel clave, ya que propagan una ideología que permite mantener esa múltiple masa evangélica anclada micro-políticamente a las derechas.

Por Javier Molina Johannes

@jamojoh


[1] Cfr. https://www.silasmalafaia.com/video/PzSohXMA7yM/teologia-da-prosperidade-e-dizimo-i-pr-silas-malafaia

[2] Cabe recordar que Josemaría Escrivá de Balaguer fue un acérrimo de una conjunción entre lo espiritual y lo mundano, lo que se evidencia tanto en Camino como en Surco. Por lo tanto, muy cercano, en varios puntos, a esta Teología de la Prosperidad.

[3] Fundador de la “Sociedade Brasileira de Defesa da Tradição, Família e Propriedade” [TFP], y a través de sus diferentes filiales, conocida por ser una de las principales instituciones anticomunistas del siglo XX en todo Occidente.


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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