Días duros éstos, para todos. En Chile, sobre llovido mojado: terremoto sobre terremoto, y sobre el terremoto, saqueos. Toda la solidaridad para con la gente del país hermano.
Mientras tanto, y para colmo, cuando vienen los saqueos, los diarios de aquí y de allá empiezan con la cantinela de siempre: «por qué si tenían hambre se llevaron una lavadora;» o «si hubieran sido hambrientos qué hacían robándose la multiprocesadora» o «qué tiene que ver la necesidad con un televisor plasma.»
No sé por qué, pero este tipo de comentarios siempre me incomodaron mucho. Molesto con ellos, y como modesta contribución al debate público, aquí van algunas respuestas posibles que podría dar un desharrapado, al que se encuentre in fraganti llevándose un plasma, durante el próximo saqueo que se de en la región.
i) Estate tranquilo. Tengo hambre, en efecto. Pero me llevo un plasma así lo vendo, me hago unos pesitos, y como por unos cuantos días;
ii) Disculpame, pero cuando salgo a saquear nunca me acuerdo de llevar el medidor moral para ver hasta dónde llega el saqueo tolerado o moralmente permitido;
iii) Tengo la memoria frágil, pero que recuerde, nunca me pidieron que firme ningún documento a favor de la propiedad privada;
iv) Si antes no participé de un saqueo de este tipo no fue porque me pareciera mal, sino porque nunca me dieron la oportunidad de hacerlo;
v) Pasa que en este país la participación se desalienta tanto, que veo un acto colectivo masivo, me emociono y como que pierdo el control;
vi) La verdad es que me iba a llevar la heladera, que la necesito mucho más… pero estaba tan pesada…;
vii) Mirá qué bárbaro, es la primera vez que veo que te dignás a mirarme en la cara y preguntarme por lo que tengo o me falta;
viii) ¿Era tuyo el plasma? Yo lo veía ahí en la vidriera desde hace tiempo, y pasaban los días, pasaban los días, y no se lo llevaba nadie;
ix) La pregunta no es por qué me llevé un plasma, sino por qué lo tenés vos, que venís robando desde tu empresa (o desde el Estado) desde que te conozco;
x) Yo no lo veo así. No se trata de que ahora tengo un plasma, sino de todo lo que me corresponde y todavía me falta;
xi) ¡Qué loco! Hoy que me ven con un plasma, vienen todos corriendo a preguntarme por qué lo tengo. ¡Pero ayer mismo, que no lo tenía, nadie vino a preguntarme por qué me faltaba!
xii) Es que veía que se pasaba la hora, se pasaba la hora, y la redistribución que me habían prometido se seguía atrasando.
Por Roberto Gargarella