Sobre estas dos joyitas de León Trotsky guardadas bajo el colchón de la historia, con algunos comentarios, sobre la misma historia.
Corría el año 72, y por los pasillos abiertos de la U. del Norte de Antofagasta, los jóvenes revolucionarios mostraban un orgullo con olor a tinta y papel offset, se trataba de los dos tomos de la revolución rusa de León Trotsky. Me recuerdo al negro Choque, y también al negro Sixto Carvajal, a Tevito, Stefan, Rubén Aguilera, la flaca Miriam, el Tocopillano, Carlos Aracena, el Trosko Fuentes, la Lula y el Nesko, en las discusiones de la mañana, o de los atardeceres en las ruinas huanchaca, o de las noches en las cabañas estudiantiles al fondo de la Universidad, sin parar, hablando sobre la revolución permanente, la Unidad Popular.
Estos dos tomos escritos por el jefe militar de la revolución de octubre, aparecen en un momento en que todo lo prohibido en Chile, se transformaba, por encanto, en un generador de discusión, es decir en pensamiento crítico, y eso pasó con esta obra que llegó en un momento extraordinariamente creativo, y de expresión generalizada, dentro de un proceso social en marcha.
El estalinismo fue una concepción brutal del uso del poder, y que desgraciadamente no se fue a la tumba con Stalin, porque sus trazas han permanecido relacionadas con el patriarcado, la centralidad y la dominación, habitando hoy los aparatos institucionales, el estado, los partidos, las iglesias… solo pensar en Roque Dalton, en las dictaduras militares del cono sur, o en el cartel de Rodolfo Stange en carabineros de Chile.
La impresión de este libro en Chile fue compleja, defendida por los sectores más visionario y trasformadores existente al interior de la Editorial Quimantu, y del gobierno de la UP, pero rechazada por la izquierda institucional… pero finalmente triunfó la expresión sin cortapisas, y salió a los kioscos a un muy precio popular, esta magnífica obra de una de las revoluciones más importantes de la historia humana. Ciertamente, la UP fue capaz de abrir de par en par las compuertas de la participación popular, cristalizando ese torrente cultural gestado durante todo el siglo XX. Agreguemos a esta champurria, el impacto de la revolución cubana, la revolución del 68, los panteras negras, el movimiento contra la guerra de VietNam, el Cordobazo, los Tupa, el Che, los hippies, la guerra de Argelia, el movimiento feminista en todo el mundo, y Allende.
Por supuesto, sumemos también, la invasión a Checoslovaquia por la Unión Soviética en agosto del 68, que selló en represión el levantamiento contra la jerarquía centralista, y que selló el comienzo del fin de la Unión Soviética. Y que en Chile, solo fuera condenada por el MIR.
Andrés Almeida en su artículo “Sobre el día en que la URSS presionó a Allende para evitar la publicación en Chile de ‘La Revolución Rusa’ de Trotsky”, da cuenta de los comidillos de pasillos y cupulares, y de los intereses sectoriales y hasta diplomáticos de las altas esferas del poder, por evitar la publicación de esta obra. Agradecemos la investigación y de paso aclaramos que el nacimiento de la Editoral Nacional Quimantu se debió exclusivamente a la exigencia de los trabajadores de la Editorial ZigZag, que venían desde el 68 sosteniendo una lucha contra la empresa ZigZag. Y es a raíz de la última toma de la empresa, que sus trabajadoras en plena UP, le piden al chicho Allende que se haga presente, para que la empresa pase a ser administrada por todos ellos, haciéndolos socios, cuestión que se concretó, transformándola en una de las editoriales más importantes del continente. También son ellos, y ellas, los que le ponen el nombre de Quimantu, sol del saber, a su editorial, patrimonio cultural y memoria de todos los chilenos que hizo permanente el legado de Trotsky en estas tierras.