Trump empezó a operar en América Latina

En la vorágine arancelaria de Trump ha encontrado a todos nuestros países de sorpresa, particularmente a los propuestos para el acero y el aluminio, las afectaciones que podrían sufrir al tener participación en la cadena de suministros para la producción industrial de países centrales, así como en la exportación de materias primas.

Trump empezó a operar en América Latina

Autor: El Ciudadano

Por Carlos Gutiérrez P.

A pesar de que las continuas declaraciones hilarantes y megalómanas del presidente Donald Trump no se condicen con las acciones materiales, de todas formas, van dejando una estela de sensación de fragilidad en los gobiernos a los cuales amenaza.

Es un método discursivo amparado en la fórmula de lograr los objetivos a través de la fuerza, dejando pendiente en un hilo interpretativo si será a través de mecanismos económicos, financieros o incluso el uso de la propia fuerza.

A esta estrategia se suma el hecho de que sus tratos son siempre bilaterales, ya que efectivamente evita entrar en negociaciones con los espacios asociativos o multilaterales. En estos casos, aprovecha todo el potencial de fuerza que tiene Estados Unidos para doblegar posiciones y lograr sus aspiraciones, quizás excluyendo solo a Rusia y China, con quienes tiene que asumir una lógica de negociaciones más simétricas, por lo tanto, más proclives a transacciones.

Esto implica, como desafío, que todo el resto de países debieran buscar caminos alternativos, entre ellos entrar en negociaciones acortando esta brecha inmensa de poder, y para eso el único recurso posible es enfrentarlo desde espacios asociativos y prepararse para alternativas en las relaciones económicas.

Esta es la cruda realidad que actualmente están enfrentando países de nuestra región.

A Panamá la amenazó con la propiedad del Canal, argumentando equívocamente que China tiene una situación privilegiada que perjudica los intereses estadounidenses. Hubo declaraciones muy soberanistas por parte del presidente José Mulino, pero paulatinamente y en negociaciones menos estruendosas, se ha ido configurando un panorama favorable a las demandas del presidente Trump.

La primera concreción producto de la presión fue la compra de dos puertos claves, Balboa y San Cristóbal, que eran propiedad de una empresa de Hong Kong y que pasó a manos de BlackRock.

Los puertos cercanos al Canal están siendo adquiridos por inversores estadounidenses, como lo ha señalado el operador de puertos CK Hutchison Holdings, quien ha acordado la venta del 90 % de la participación a un consorcio de inversores por la suma de 14.200 millones de dólares, entre los cuales están Global Infrastructure Partners y Terminal Investment, que se suman a BlackRock.

Esta pelea por el control del Canal apenas está comenzando. Es bueno recordar que, entre los 10 países con mayor tráfico por esta vía, hay seis latinoamericanos: México, Chile, Perú, Ecuador, Colombia y el propio Panamá.

A mediados de febrero, entre el gobierno de Panamá y el de Estados Unidos se firmó un acuerdo de cooperación en Defensa, con el objetivo de “mejorar la seguridad regional”. Esto implica que el Comando de Operaciones Especiales Sur de Estados Unidos y las Fuerzas Públicas de Panamá trabajarán juntas en diversas áreas, incluidas la seguridad digital y el apoyo cívico-militar.

También entre el Comando Sur y la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), firmaron un entendimiento de cooperación cibernética para “reforzar la seguridad digital y garantizar la continuidad operativa de la infraestructura crítica frente a amenazas cibernéticas emergentes”.

Con eso se solidificarían las capacidades en la formación en ciberseguridad, la seguridad en la cadena de suministros, el intercambio de información y la asistencia técnica.

A pesar de todos estos acuerdos entre ambos países, y sin dudas producto de las presiones estadounidenses, el presidente Trump al parecer no abandona la idea del uso directo de la fuerza. El día jueves 13 de marzo, un informe de la cadena NBC afirmó que Trump pidió al Pentágono que preparara planes para retomar por la fuerza el Canal, dada la negativa del presidente Mulino de entregárselo “por las buenas”. Entre los planes preparados por el Comando Sur estaría el envío de tropas en coordinación con autoridades panameñas y que el uso de la fuerza dependería de la cooperación de los militares panameños.

En el caso mexicano, que es mucho más complejo debido a la vecindad, tamaño del país y las aristas que están involucradas, las presiones han sido permanentes e incluso muy amenazantes.

La cuestión más compleja es la relacionada con el crimen organizado. Estados Unidos afirma que libra una guerra contra los carteles de la droga, como afirma Trump “El territorio inmediatamente al sur de nuestra frontera está ahora dominado en su totalidad por carteles criminales que asesinan, violan, torturan, lo que representa una grave amenaza para nuestra seguridad nacional. Los carteles están librando una guerra en Estados Unidos y es hora de que Estados Unidos les libre una guerra, como ya lo estamos haciendo”.

El vicepresidente Vance fue más allá en esa narrativa. Afirmó que la solución de la crisis en la frontera requiere la participación del Departamento de Defensa y de la Inteligencia Nacional, señalando que muchos de los millones de inmigrantes indocumentados que entraron en los últimos años están vinculados a organizaciones terroristas extranjeras.

Incluso el futuro embajador en México, Ronald Johnson, no descartó la posibilidad de utilizar al ejército estadounidense para combatir los carteles de la droga en territorio mexicano.

En este marco, de la exagerada retórica sobre la seguridad y la culpabilidad del gobierno mexicano, es que el vecino estadounidense ha anunciado en reiteradas ocasiones la carga arancelaria sobre las exportaciones mexicanas si es que no realiza más esfuerzos por el control fronterizo.

Como respuesta mexicana, se han desplegado 10.000 miembros de la seguridad nacional a la frontera, la extradición de 28 líderes de los principales carteles mexicanos a la justicia estadounidense y ha permitido el vuelo de drones estadounidenses sobre su territorio con el argumento de la vigilancia y la búsqueda de información de inteligencia.

Igual llamó la atención que en este contexto, la presidenta mexicana anunció que revisará los gravámenes a las mercancías chinas bajo el argumento de “¿Qué queremos nosotros? Recuperarla, fortalecer nuestra industria ¿Por qué? Porque eso da empleo, nos fortalece, porque eso genera bienestar, porque reduce la violencia, todo lo que eso significa. Entonces, en ese sentido nosotros tenemos que revisar las tarifas que tenemos con China, pero además ahí no hay acuerdo comercial en ciertas cosas”. Finalmente agregó que privilegiará el comercio con aquellas naciones con las que tiene tratados.

¿Simple casualidad y repentina preocupación legítima por la industria nacional? Además, está claro que es con Estados Unidos -el socio principal- con el cual tiene un tratado, a pesar de que ha sido él mismo el que actualmente lo está violando.

Hasta ahora siguen las amenazas y conversaciones, que han permitido postergar la entrada en vigencia de aranceles.

Pero México está pagando su enorme dependencia del comercio con su vecino y de la negativa a ampliar su registro de relaciones y cooperación con otros espacios multilaterales, como el propio Brics. Ya ha señalado que no se incorporará a este y que está enfocado en desarrollar sus relaciones económico-comerciales con Estados Unidos y Canadá al calor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, cuya segunda edición fue firmada en el año 2018.

De igual forma, ha sido invitada como país observador a la cumbre anual de los Brics que se desarrollará este año en Brasil.

Para el conjunto de países de la región entró a operar un arancel a los productos acero y aluminio, que en general tendría poco impacto en la mayoría, excepto en Brasil y Argentina, que son exportadores. Los continuos viajes y los estrambóticos encuentros con sus socios, Trump y Musk, de poco le han servido al presidente Milei.

Las autoridades brasileras anunciaron que tomarán medidas para proteger a sus propios productores, pero no planean introducir medidas de represalia contra Estados Unidos, afirmó el ministro de Hacienda, Fernando Haddad.

Ecuador sigue en la pendiente de la seguridad interna, la que más allá de su cruda realidad es usada vastamente como campaña política del actual presidente, Daniel Noboa. La presión estadounidense llevó a que negociara la instalación de una base con presencia militar para el control del tráfico marítimo, y recientemente pactó una “Alianza estratégica” con el fundador de la mayor empresa paramilitar del mundo Blackwater, Erik Prince, para combatir el narcotráfico y proteger las aguas nacionales de la pesca ilegal. Empresa que opera totalmente bajo la protección, el beneplácito y los intereses del gobierno estadounidense.

Esta empresa ha sido acusada internacionalmente de crímenes de guerra y explotación en conflictos bélicos.

En la vorágine arancelaria de Trump ha encontrado a todos nuestros países de sorpresa, particularmente a los propuestos para el acero y el aluminio, las afectaciones que podrían sufrir al tener participación en la cadena de suministros para la producción industrial de países centrales, así como en la exportación de materias primas.

Pero, también es posible a través de iniciativas políticas y económicas poder aminorar los impactos mediante la diversificación de los mercados de exportación y aprovechar esas ventanas de oportunidad en cubrir bienes y productos que se verán afectados por los aranceles a países como China, Canadá y la propia Unión Europea.

La diversidad de las exportaciones nacionales y los mercados a los cuales se dirigen, deben ser de las lecciones aprendidas en un nuevo momento crítico de la economía mundial. Las fuertes dependencias nos hacen países más frágiles a las propias crisis como a los cambios políticos en los respectivos países.

Así también, otra conclusión de este momento y de las estrategias políticas que ocupan países prepotentes dice relación con los organismos internacionales. La existencia de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que también ha caído en la lógica del poder unilateral de Estados Unidos, no asegura la justicia comercial para lo cual estaba pensada.

Esta actual burocracia mundial es la que también debe ser repensada en el marco de un sistema internacional multicéntrico, para que trabaje en beneficio de todos, tal cual lo planteó el documento final de la cumbre del año pasado de los Brics.

Los organismos regionales de carácter político y económico tampoco deberían estar ausentes de la responsabilidad por la protección de sus miembros. Por eso, hoy día es pertinente volver a cuestionarse por el protagonismo de espacios como el Mercosur, el Caricom y la Celac, que han estado ausentes de este debate y sobre todo de medidas de respaldo a los países afectados.

A esta realidad se suma el hecho de que los liderazgos propios de la región, que representan a países potentes como México y Brasil y además de posiciones progresistas, han estado ausentes de una perspectiva regional. Quizás el caso más notorio es el del presidente brasilero Lula, que en sus anteriores gestiones jugó un rol central en la unidad y el perfilamiento de posiciones comunes en los países de Suramérica.

Por ahora, la administración Trump ha puesto su atención en países claves para su estrategia, México por su vecindad; Panamá por el Canal; Ecuador por su proyección marítima; a Venezuela que lo sigue castigando por su alineamiento con Rusia y China y su potencial energético, a los cuales suma Cuba y Nicaragua por ser “una amenaza regional”.

Es el comienzo, y estamos avisados. Nunca olvidemos la máxima de “La división genera debilidad, la unión hace la fuerza”.

Por Carlos Gutiérrez P.

Carta Geopolítica 36. 18/03/2025

Centro de Estudios Estratégicos de Chile – CEECH – [email protected]

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