A días de cumplirse un año con Piñera habitando La Moneda, la decepción del ciudadano que le entregó su voto debe ser enorme. Estafados, hablando en términos comerciales, debe ser el sentir de muchos de los chilenos y chilenas que le entregaron voto (y confianza) hace ya poco más de doce meses.
La propuesta electoral de la derecha durante la campaña presidencial de 2009 era dar vuelta la hoja de los 20 años de Concertación, por medio de un cambio en el modelo de gestión pública, asegurando con ello el fin de la delincuencia, corrupción, sillas musicales y un largo etcétera para mencionar las malas prácticas de sus antecesores. ¿Qué pasó? A primera vista, no mucho. Al igual que muchos consumidores caen frente a las tentadoras promociones del retail, los votantes cayeron al embrujo publicitario que desarrolló Piñera y su equipo durante la campaña presidencial.
Durante este primer año de gobierno del político-empresario se ha dado curso a la etapa final del proceso privatizador de la Educación Pública a través de una reforma express aprobada gracias al silencioso apoyo de los administradores de la “Antigua Forma”; situación similar se vivió con las demandas de los funcionarios públicos. Igual cosa para Salud, donde los primeros atisbos privatizadores se han visto en la definición del futuro de Cenabast (Central de Abastecimiento de Medicamentos).
La “Nueva Forma” también ha comenzado a finiquitar el plan de privatizaciones de los activos públicos iniciado durante la etapa de “La Antigua Forma” en las empresas sanitarias. Pronto apuntarán a Enap, Ferrocarriles y otras empresas que desde siempre han estado en la mira, siguiendo los pasos de uno de sus mentores políticos, David Cameron, quien busca privatizar todo el sector público en Inglaterra.
Respecto de las promesas de campaña de “La Nueva Forma”, lo único que se ha visto de ellas es la parafernalia con la que se han anunciado. De las más emblemáticas, postnatal de 6 meses o el fin del 7% de los jubilados, no se habló más desde el pasado 21 de mayo.
Este plan de gobierno ha podido desarrollarse con cierta tranquilidad gracias al trabajo mancomunado del sistema de medios de comunicación que le flanquea, El Mercurio, La Tercera, sus filiales regionales y la TV, que han desinformado de manera constante junto con maquillar la serie de gazapos que han cometido los inquilinos de La Moneda.
Durante este año también se han ido cerrando las mínimas instancias de participación ciudadana que lograban sobrevivir, aferrándose a las decisiones cupulares muy en el tono de la democracia representativa. El intento de alza en el valor del gas en Magallanes, la aprobación de la central eléctrica Castilla (compensando lo sucedido con Barrancones) y el proyecto carbonífero en Isla Riesco son muestras de la atención que se le presta a los ciudadanos. Las manifestaciones callejeras, las pacíficas y las agresivas, han sido reprimidas bajo el lema de “la mantención del orden”. Las movilizaciones de mapuches, pascuenses, estudiantes, choferes del Transantiago, magallánicos, primero de Mayo, el Día del Joven Combatiente o las visitas del Presidente a las zonas más afectadas por el terremoto tuvieron que soportar el criterio del ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, respecto a la seguridad ciudadana.
El caso de la intendenta Van Rysselbergue terminó por mandar al tacho a “La Nueva Forma”. Anulado ante las presiones de sus “socios”, Piñera no tuvo más que arrodillarse ante la UDI para evitar el descalabro, quedando en nada la promesa de “independencia en su actuar” o de “gobernar con los mejores”.
Esto nos lleva al proceso de reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto del 27 de febrero de 2010 que ha desarrollado “La Nueva Forma”, donde el oligopolio de los materiales de construcción y las grandes empresas del ramo (sí las mismas que tienen unos cuantos edificios en el suelo) fueron las seleccionadas en poco transparentes licitaciones.
“La Nueva Forma” no ha sido más que una buena frase radial, una versión refinada, con un aprendizaje de 20 años, de “La Antigua Forma”.
Por José Robredo
Periodista
El Ciudadano Nº97, primera quincena marzo 2011