Desde la elección de Trump en los Estados Unidos o el Breixt en Inglaterra se ha llegado a un relativo consenso en que el resurgimiento del fascismo es producto del desgaste del pacto civilizatorio entre el Sistema Capitalista y la democracia representativa. Cómo este “matrimonio” ya no es capaz de entregar alternativas, aparentemente, viables a una sociedad que busca revertir la constante precarización de su calidad de vida. Siendo las Fake News, a través de las redes sociales, el principal medio de comunicación por el cual se propaga este fenómeno.
Ahora, para entender cómo Jair Mesías Bolsonaro se convirtió en el primer presidente de ultraderecha, electo democráticamente, de Brasil esta premisa es válida, sin embargo, insuficiente.
En su primer discurso con la banda presidencial Bolsonaro se proclamó como el libertador del Brasil, el elegido para erradicar el “socialismo” y lo “políticamente correcto” del país, ¡Sí! Usted leyó bien, el alto mandatario del país con la mayor economía de la región y uno de los ejércitos más grandes del continente, colocó a lo políticamente correcto como algo a ser erradicado de la sociedad, llegando a ofrecer su propia sangre en sacrificio. Como si con eso los 60mil muertos por año, que hacen del país de las caipiriñas uno de los más violentos del mundo, desaparecieran o que su sacrificio, por sí solo, haga justo un sistema tributario tremendamente desigual que hace que el 53% de lo que recauda el fisco provenga de los más pobres, mientras las grandes fortunas dejan de pagar Us $135 Billones a través de exenciones tributarias, provocando una brutal concentración de la riqueza que hace del país “maish grande du mundo” uno de los más desiguales también.
Esta construcción retórica, sacada del fondo del baúl de la guerra fría, llama la atención por dos razones: por un lado, muestra al exmilitar, ahora presidente, como una persona a la que le es difícil diferenciar qué es una arenga, propia de un acto de campaña, y un discurso adecuado a una ceremonia democrática. Y, por otro lado, que la “garota de Ipanema” prefirió votar por un ¡meme!, que recibió por el WhatsApp, antes que depositar su confianza en el candidato de izquierda, el exalcalde de São Paulo, Fernando Haddad, sustituto del expresidente Luiz Inacio “Lula” da Silva. Una vez que éste fue impedido de disputar la carrera presidencial por el exjuez de primera instancia, y ahora flamante ministro de justicia del gobierno Bolsonaro, Sergio Moro.
Son muchos los errores que se pueden apuntar a la actuación de la izquierda brasileña en este pasado duelo electoral, más específicamente al Partido dos Trabalhadores (PT), que en definitiva fue el que disputó la segunda vuelta contra Bolsonaro. Pero sería injusto sólo enumerarlos, sin su debido análisis y la verdad, no vienen al caso, sólo basta apuntar el más claro y del que se puede sacar una lección que trascienda fronteras: la izquierda brasileña perdió las elecciones contra un ¡meme! Decir esto no es sugerirles a los partidos de izquierda de América latina que utilicen las Fake News, como tan magistralmente las usa la ultraderecha.
Si no, centrar la atención en que el proyecto que podría haber salvado al Brasil de las garras de este Hitler tropical era tan confuso, tan lleno de soberbia, tan difícil de explicar que todos los días fue derrotado por un meme en la intimidad de cada teléfono de cada mayor de 16 años que fue a votar.
Por Aldo Jofre