Un gobierno de sionistas, extremistas y fanáticos religiosos

La catadura moral de los extremistas que se han tomado el poder en Israel auguran los próximos años de gobierno como de extrema violencia, para lo cual los propios palestinos han declarado que la resistencia debe prepararse, para asestar duros golpes a este extremismo fundamentalista nacionalsionista.

Un gobierno de sionistas, extremistas y fanáticos religiosos

Autor: Pablo Jofre

El análisis político en el propio régimen israelí, en los sectores críticos a Benjamín Netanyahu y en medios de prensa como Haaretz, se señala, con convicción, que el fundamentalismo judío, estrecho aliado de la ideología sionista, son hoy los que comparten el poder, donde cada día la balanza se inclina hacia los sectores más extremistas.

A primera vista conceptos como el de sionista, extremista y fanático –a pesar de sus matices- resuenan similares cuando se trata de Israel. Algo de eso existe, sin duda. Esto, dentro de una sociedad en esencia violenta y donde el terrorismo contra el pueblo palestino se encubre con una narrativa mítica, manipuladora y profundamente racista. Es así, que aquel político que se creía de capa caída, sometido a una serie de acusaciones y procesamientos políticos y judiciales, por causas legales vinculadas a hechos de corrupción, sobornos y tráfico de influencia, vuelve a renacer con nuevos bríos de la mano de aquellos situados políticamente a la extrema derecha de la derecha israelí. Efectivamente, Benjamín Netanyahu Segal vuelve a la vida, dejando atrás la figura de zombi, que le asignaron sus rivales, tras desbancarlo después de 12 años al mando del gobierno del ente israelí.

Poco duró el exilio político dorado de Netanyahu, pues al cabo de 18 meses, este zorro político, este “perro de la guerra” -como llamaba el periodista israelí Uri Avnery a los colonos ocupantes de Palestina-, vuelve a las andadas. Esta vez, y por sexta ocasión, comandando una coalición extremadamente peligrosa, no sólo para una paz falsaria de la sociedad israelí, que ya vive tensionada al ocupar y colonizar palestina. Es peligrosa, igualmente, para el ámbito regional, con su política belicista contra El Líbano, Siria, Irak e incluso más allá, como es el objetivo sionista de desestabilizar a la República Islámica de Irán. Netanyahu lidera, débilmente, una coalición conformada por un partido religioso ultranacionalista dominado por colonos de Cisjordania. Un par de partidos ultraortodoxos y el Likud, que es el partido ultraderechista de Netanyahu. Formaciones que controlan 64 de los 120 escaños de la Knesset, el Parlamento israelí.

Netanyahu gobernó el régimen sionista entre el año 2009 y el 2021, época en la cual se sucedieron una serie de agresiones contra la Franja de Gaza y ataques a Al Quds, Al Jalil, principalmente, que generaron al menos ocho mil asesinados palestinos: hombres, mujeres y niños, sin que este acusado criminal de guerra haya sido sometido a juicio internacional alguno. Un primer ministro que incrementó la construcción de asentamientos, con los colonos más extremistas de creencia judía, traídos desde países como Rusia, Ucrania, Chile, Argentina, Francia, Polonia, entre otros países. Un racista que implementó la llamada ley de Estado nación judío(1), legalizando el apartheid, convirtiendo a este estado artificial en un ente netamente judío, aunque el propio Netanyahu no sea religioso, pero todo sirve para generar un muro de protección religiosa a un nacionalsionismo, que como ideología política es una de las más criminales de los últimos 75 años.

Hoy, este Netanyahu, acompañado de terroristas, cataliza con más fuerza aún el odio a Irán y a los palestinos, con la ambición de seguir usurpando tierras palestinas hasta cumplir su meta de usurpar todo lo palestino, ya sea con la expulsión o la muerte. Todo ello bajo el amparo, protección, silencio y complicidad de Washington y potencias europeas como Francia, Gran Bretaña y Alemania, que agradecen el papel de testaferro del régimen nacionalsionista y en especial la lealtad que les profesa este Benjamín Netanyahu, nacido en la Palestina ocupada el año 1949, hijo de padre polaco y una madre de origen bielorruso.

El sionismo, que logra crear una entidad internacional el año 1948, ha tenido primeros ministros –incluso una mujer– que podemos categorizar, sin excepción, como administraciones extremistas, racistas, islamófobas y sumisas al poder occidental, que al cabo de los años le ha permitido incluso direccionar la política exterior de esas potencias occidentales, hacia los intereses del extremismo y fundamentalismo israelí. Es así, que este año 2023 Benjamín Netanyahu, uno de los primeros ministros más corruptos de la breve historia de Israel, vuelve al ruedo y lo hace de la mano de extremistas políticos y fanáticos religiosos. De colonos terroristas y de políticos, cuyas raíces -como gran parte de la sociedad israelí-, lo que menos poseen son raíces semitas, pero que cambian sus nombres para recrear una historia que les permita avalar sus mitos fundacionales.

Tomer Persico, investigador en el Instituto Shalom Hartman y académico principal en el Centro de Estudios de Asia Occidental de UC Berkeley, un estudioso de la religión contemporánea y lo que denomina la identidad judía moderna, en una interesante conversación con Amir Tibon, editor del diario Haaretz, llegó a la conclusión de que el no religioso Netanyahu -aliado de políticos fundamentalistas y ultrarreligiosos fanáticos de creencia judía– “pueden no tener más remedio que darles rienda suelta a partidos como Sionismo religioso y Otzma Yehudit, empujando al país a una judeocracia profundamente islamófoba y racista. Me parece que con el objetivo de seguir exterminando al pueblo palestino, enfrascándose incluso en una guerra de carácter regional. Los 30 asesinatos de hombres y mujeres palestinos en este primer mes del año 2023 es una prueba fehaciente de que el objetivo de exterminar a la población palestina es parte de la agenda de Netanyahu y sus socios.

La conversación entre Persico y Tibon, exhibe en toda su dimensión la imagen extremista que se tiene de Netanyahu, dentro de una sociedad de por sí violenta y agresiva. Estos analistas nos dicen que este nuevo gobierno de Netanyahu no es más de lo mismo, es diferente, donde no se ha integrado nada que este a la izquierda de la ultraderecha(2). Sus aliados son fanáticos religiosos fundamentalistas, especialmente el llamado sionismo religioso. Aliados difíciles de controlar y que son socios de Netanyahu porque le servirán –así lo supone Netanyahu– para borrar las acusaciones y juicios de corrupción y cargos de soborno y tráfico de influencias, que aún pesan sobre su cabeza.

Nos dice Persico -y he aquí el peligro principal con el sionismo religioso- que “Netanyahu depende totalmente de esta gente que poseen un marco mental fundamentalista, ven la historia de una manera monolítica… la participación de partidos ultraortodoxos en un gobierno israelí no es una gran noticia, pero el sionismo religioso es nuevo. ¿Quiénes son y qué representan? Los ultraortodoxos son fundamentalistas en el sentido de que lo más importante para ellos es la continuidad y la comunidad. Quieren actuar, ser y vivir como lo hicieron sus antepasados y es muy importante para ellos mantener la integridad, la homogeneidad de su comunidad. El sionismo religioso en su encarnación actual es algo diferente. Son más fundamentalistas en el sentido cristiano, en el sentido evangélico, en el que sostienen que la verdad o la verdad completa nos la da Dios en las palabras de la Biblia. Llevan una comprensión muy literal de los mandamientos. Y no solo desean cuidar de su propia comunidad, lo que por supuesto hacen, sino cambiar toda la composición de Israel. Tienen la intención de influir en Israel en su misma dirección. Esa es su visión”.

El Sionismo religioso es una alianza supremacista judía, que suele cantar en sus mítines temas donde se repite “muerte a los árabes” y donde su estrella política es el extremista Itamar Ben Gvir. Este terrorista, apenas un político marginal, a la sombra del otro colono extremista de origen moldavo, Avigdor Lieberman, ha logrado aglutinar en esta alianza del terror a Otsmá Yehudit, Noam y el Partido Sionista Religioso, liderado por Bezalel Smotrich. Partidos sombríos, marginales, hasta la elección de noviembre del año 2022, que lograron, al unirse a Netanyahu, pasar de seis diputados a 14 y convertirse en el partido bisagra de esta coalición. Itamar Ben Gvir, líder de Osma Yehudit –Poder Judío-, es un personaje radical, que incluso el propio ejército de ocupación lo liberó de hacer el servicio militar por su conducta radical, que lo ha llevado a provocar constantemente al pueblo palestino, como lo hizo al entrar armado al barrio palestino de Seis Jarrah, en Al Quis Este. Seguidor del ya fallecido rabino extremista Medir Kahane, fundador del partido terrorista Khan, prohibido el año 1994 cuando un seguidor de este partido –Baruja Goldstein– asesinó a 29 palestinos e hirió a otros 100 en la mezquita de Ibrahimi en Al Jalil.

Es tanto el poder que ha adquirido este terrorista que el propio parlamento israelí aprobó una ley que concedió a Itamar Ben Gvir amplios poderes sobre la Policía, lo que implica vía libre para asesinar a diestra y siniestra, que es lo que ha hecho en las primeras semanas de gobierno nacionalsionista. Los propios medios occidentales anunciaron con hipócrita sorpresa el tipo de personajes que asumirían carteras estratégicas para los objetivos de usurpación del régimen israelí. “Así, la Policía Fronteriza en Cisjordania, una unidad que cuenta con cerca de 2.000 soldados y que tiene entre sus funciones tareas antidisturbios, arrestos y evacuación de asentamientos, pasará de estar bajo órdenes del Ejército a quedar en manos de la cartera de Ben Gvir. Oztma Yehudi, su partido, recibe también los ministerios de Desarrollo de Neguev y Galilea y el Ministerio de Patrimonio Judío. Sume a lo anterior el nombramiento del dirigente ultraderechista del Sionismo Religioso, Bezalel Smotrich, que estará a cargo de Asuntos Civiles y Sociales. Un cargo que implica  tener la responsabilidad de establecer los nombramientos de cargos militares, y la autorización para la construcción de asentamientos para colonos más extremistas del nacionalsionismo en Cisjordania, ilegales según el Derecho Internacional.

La catadura moral de los extremistas que se han tomado el poder en Israel auguran los próximos años de gobierno como de extrema violencia, para lo cual los propios palestinos han declarado que la resistencia debe prepararse, para asestar duros golpes a este extremismo fundamentalista nacionalsionista. En medio de la escalada de lógicas y esperadas respuestas palestinas frente a crónicos crímenes cometidos por el sionismo, el ministro Itamar Ben Gvir amenazó a los palestinos con ejecutarlos: “Cualquiera que asesine, dañe y mate a civiles [israelíes] debe ser enviado a la silla eléctrica”, sostuvo este ministro de seguridad en una reunión con los miembros de su partido de ultraderecha “Poder Judío”, un outsider que además provoca constantemente a los palestinos y al mundo del Islam en general, como aconteció al profanar la sagrada explanada de las mezquitas y en especial la mezquita Al Aqsa.

“Ben Gvir prometió presionar al parlamento israelí para que apruebe un proyecto de ley para usar la pena de muerte en la silla eléctrica para los palestinos involucrados en operaciones de represalia y ataques contra las fuerzas militares y los colonos israelíes”(3). Además ha influido para que el gabinete de seguridad acelere proyectos de ley, que endurecen aún más las penas contra la resistencia palestina. Proporcionando más armas a los colonos nacionalsionistas en suelo cisjordano y, además, deportando a las familias de palestinos acusados de atentar contra la “seguridad israelí”. Todo ello en Cisjordania, tierra palestina, administrada por la Autoridad Nacional Palestina –ANP- que hace mucho no da el ancho para encabezar la lucha contra las tropas de asalto sionista y el gobierno que ocupa y coloniza este territorio. Si esta es la política que llevará adelante un extremista como Ben Gveir, Smotrich, Ben Ari, caracterizados por su furia homicida, sus conductas belicistas, no queda otro camino que aplicar todas las formas de lucha desde el pueblo palestino, que implica la posibilidad cierta de eliminar los mayores obstáculos para la autodeterminación palestina, como es el caso de Ben Gvir, Smotrich o cualquiera que siga usurpando tierras palestinas y asesinado a su población, como aconteció con la masacre del día jueves 26 de enero pasado que significó la muerte de 11 mártires, incluyendo una anciana.

Israel ha sido desde el año 1948 a la fecha una entidad, que junto al concepto de criminal, debemos asignarle claramente la conducta de un sionismo dotado de un cinismo intrínseco, a partir de la política de ocupación y colonización que lleva a cabo contra el pueblo palestino. Un comportamiento consciente, defendido a ultranza por la casta política, militar y una sociedad mayoritariamente dotada de una visión de mundo mesiánica, racista y donde la segregación y el concepto de superioridad son partes componentes, y que salvaguarda y practica una política que representa la impudicia de llevar a cabo un proceso de exterminio del pueblo palestino, sometido a la violación de sus derechos humanos integrales, por 75 años a cuestas del más cruel de los procesos de ocupación y colonización que haya sufrido pueblo alguno(4). Por ello, definir al gobierno de Netanyahu como una administración de sionistas, extremistas y fanáticos religiosos, es lo más cercano a la realidad que vive hoy una sociedad dominada por un régimen nacionalsionista, que lo conducirá al mismo suicido que su referente histórico.

Por Pablo Jofré Leal

Artículo para HispanTV

Permitida su reproducción citando la fuente

1.-Ley aprobada en julio del año 2018 cuando el Parlamento de Israel aprobó una legislatura para impulsar a la nación como el Estado de la nación judía, además de reclamar a Al Quds como su capital y establecer el hebreo como la lengua oficial de los judíos. Una ley que claramente discrimina a la población palestina que aún habita la palestina histórica ocupada. Una ley excluyente, discriminatoria, Consiente, dentro del marco legal, la expansión de los asentamientos israelíes en la frontera con Palestina. El hebreo será el idioma oficial de Israel, excluyendo a otras lenguas árabes usadas por diversas minorías (20 por ciento) que residen en la región. Sólo el autodenominado pueblo judío gozará de una «categoría especial» y tiene derecho a la autodeterminación que implica derechos políticos, sociales, entre otros. Ley del Estado-Nación, que define oficialmente Israel como el “Estado Nación del pueblo judío”, que reserva el derecho a la autodeterminación a este colectivo.

2.-https://elpais.com/internacional/2018/07/19/actualidad/1531973268_687632.html

3.-https://www.haaretz.com/israel-news/2023-01-19/ty-article/.premium/israels-jewish-fundamentalists-are-in-power-a-conversation-with-tomer-persico/00000185-c59f-d6d1-a3fd-e5bf3bf90000

4.-https://www.hispantv.com/noticias/palestina/559921/ben-gvir-amenaza-silla-electrica


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