Estas elecciones presidenciales pasan a la historia con el más serio intento de la izquierda chilena por coordinarse, avanzar unida levantando un programa que es posible implementar a todas luces, que no está en absoluto alejado de la realidad, y nos acerca más a la inmensa necesidad de transformaciones que tiene el país, y que exigen miles de chilenos.
El Juntos Podemos llegó a su fin, se acabó como un aparato para pactos instrumentales sólo presente en las elecciones, nunca estuvo ni se mantuvo activo en la actividad política cotidiana dando respuestas o pidiendo explicaciones a la Concertación, encarando a los parlamentarios, levantando el mismo programa popular que sostiene el candidato Jorge Arrate.
Estas elecciones demuestran que cuando la izquierda logra hacer llegar sus propuestas a millones de chilenos, cuando a sus candidatos se les permite ocupar espacios en los medios de comunicación, cuando sin tapujos ni miedos se sostiene que el socialismo es una alternativa posible, viable y más justa, se genera en los hombres y mujeres una esperanza, que se ha mantenido siempre, pero que es necesaria potenciar, dar ese salto histórico que sin lugar a dudas es difícil: levantar un nuevo partido de izquierda, un frente amplio, con el cual se pueda hacer política de manera cotidiana.
Sólo la izquierda sabe las cuestiones que la unen, ese es terreno de los que han aportado en el pasado reciente, y a las nuevas generaciones que están destinadas a tomar el relevo y con ellos se llegara a La Moneda. La izquierda sabe perfectamente que está preparada para construir un gobierno, para hacerlo bien y en ese camino se debe avanzar.
Es buen momento para hacer nacer un referente y consolidar un programa. Los que apostaron a romper la exclusión saben que el ingreso de algunos parlamentarios al Congreso en nada cambiará el cuadro heredado de la dictadura. La izquierda no crece cuando está en la oposición, ni en la clandestinidad, la izquierda se fortalece y refuerza su presencia nacional en el trabajo cotidiano. El militante cuando puede hacer llegar sus propuestas a todos los sectores, es cuando más es capaz de articular las demandas populares con las exigencias de transformación de la sociedad.
Nadie debe asustarse cuando la izquierda manifiesta que es el socialismo un buen sistema para hacer avanzar a Chile, llevarlo por la senda del progreso, del bienestar, de la solidaridad, y que es una alternativa posible para seguir construyendo las bases de un nuevo continente más justo y solidario, Uruguay es el mejor ejemplo. Ningún oriental se lanzó desde alguna azotea, presa del pánico por que Pepe Mujica es presidente y socialista.
La izquierda chilena no debe volver a cometer los mismos errores, de los cuales sus detractores sacan su pequeño provecho, su tajadita electorera para alimentar a una sola golondrina. La izquierda tiene siempre más de un adversario, eso desgasta, confunde, aunque siempre quedarán las propuestas de la izquierda como las justas y más necesarias, las más sensatas, y eso no es gratuito, es la izquierda la que intenta defender los derechos fundamentales y hacer de esta vida una más humana justa y solidaria.
Llegó el momento de trabajar todas las voluntades, de sentar en la mesa todas las voces transformadoras y que vienen exigiendo desde distintos sectores cambios profundos, donde la experiencia de lucha de tantos años se vea representada de manera digna, altiva y consecuente. Hay gestos que están colaborando para que aquello suceda, este es el momento, llegó la hora de que de una vez por todas se rompan algunas tradiciones; nuestro pensamiento es amplio y generoso.
Es la izquierda la que debe sostener siempre que Chile necesita una Asamblea Constituyente, salud pública adecuada, educación de calidad. La derecha y algunos cercanos sólo ven a las nuevas generaciones como la mano de obra y el recambio para seguir sosteniendo un modelo excluyente, para seguir declamando que el modelo, este modelo… es justo y necesario.
Es hora de pensar que la izquierda -que es en esencia revolucionaria- levante un referente democrático y popular, donde puedan confluir todos los sectores sociales. Donde las masas del descontento encuentren su lugar. Donde haya un programa que junte voluntades y cuando llegue el momento, llevar candidatos efectivos, reales, propios, voceros de las necesidades del pueblo chileno, así se junta fuerza para vencer.
Debemos levantar una izquierda que se haga dueña de las carencias de los ciudadanos pobres, devolver el país a sus habitantes. Hay sectores hijos del descontento, allí está la nueva generación del cambio, con ellos hay que laborar, hacer de la practica y el trabajo la herramienta que hará acercarnos a la victoria. La izquierda tiene tareas por cumplir, no hay que olvidarse.
La izquierda que está pensado en dar el salto orgánico y militante, que está construyendo la idea de pasar a la historia de Chile, no debe de tener miedo, debe vencerlos. Hace algunos meses el candidato de la izquierda aparecía como un saludo a la bandera, como el cuidador del fuego histórico, pero los tozudos hechos lo perfilan como el sector que tiene la llave para los próximos sucesos, sobre los cuales habrá que discutir… y de todo.
¡Vamos!, llegó la hora. Es el momento. Es ahora cuando la izquierda nueva, socialista y revolucionaria debe hacerse presente para los nuevos y cercanos tiempos. Se construyen referentes para ganar, se construyen para estar siempre, únicamente así es posible la victoria.
Hay sectores sociales que han sido robados por la derecha, la nueva izquierda socialista, democrática y revolucionaria se debe volver a instalar en todos los barrios, poblaciones, liceos y universidades, fabricas y sindicatos, debe estar en las calles y en cada pliego de petición, debemos reinstalar en el centro de todas las cuestiones, la pasión de andar y la imperiosa necesidad de la victoria.
Llegó la hora. Es el momento. La unidad de la izquierda no puede esperar, no podemos volver a repetir pasos que no conducen a nada, los necesitamos dar para vencer.
Por Juan Pablo Varas