Un samurai en la Decena Trágica, y un excelente profesor de karate en la BUAP

Carlos Almada publicó el libro Un Samurai en la Revolución Mexicana. Horiguchi Kumaichi y la salvación de la familia Madero

Un samurai en la Decena Trágica, y un excelente profesor de karate en la BUAP

Autor: Alfonso Yáñez Delgado

En julio de 2015, el entonces senador Miguel Barbosa Huerta viajó a Japón para entregar un reconocimiento a la señora Sumireko Horiguchi, nieta de Kumaichi Horiguchi (1865-1945), quien, en febrero de 1913, como encargado de Negocios del Japón en México, protegió la vida de los familiares del presidente Francisco I. Madero, durante la llamada “Decena Trágica”.

El jefe interino de la misión japonesa en nuestro país, al igual que su esposa, mantenían relaciones amistosas con varios miembros de la familia Madero, entre ellos Gustavo Madero, enérgico defensor de la Revolución de 1910, Sara Pérez de Madero, esposa del entonces presidente Francisco Madero, y Leonor Olivares Tapia, esposa del secretario de Hacienda, Ernesto Madero Farías.

Al desatarse la violencia en la urbe, debido a la insurrección encabezada por Bernardo Reyes, Manuel Mondragón y Félix Díaz, los padres del entonces presidente, al igual que sus hermanas y otros miembros de su familia, buscaron refugio en la Legación del Japón.

Tanto la comunidad japonesa en la ciudad de México, que en esas fechas ascendía a unas 40 personas, como los funcionarios de la Legación, se aprestaron a defender a los Madero, mientras que en las calles circulaban rumores de que dicho inmueble sería bombardeado por los insurrectos, atrincherados en la Ciudadela.

Porfirio Díaz había estimulado la inmigración de trabajadores y profesionales japoneses, y contrató a un instructor de artes marciales, Shinzo Harada, para impartir sus enseñanzas a los militares mexicanos.

Muchos años después, permítaseme la digresión, ya en la década de los 70, el maestro Sihan Koichi Choda Watanabe, también experto en artes marciales, ofrecería sus enseñanzas a los estudiantes progresistas, los llamados “carolinos”, para defenderse de sus agresores pertenecientes a grupos de la ultraderecha. Según una nota de Miguel Ángel Fritz, en la BUAP, Koichi formó a decenas de karatecas mexicano y obtuvo por ese trabajo la nacionalidad mexicana. Con la ayuda de su esposa Judith Morales abrió un centro de entrenamiento para jóvenes de bajos recursos.

Pero retornando a la presencia de japoneses en nuestro país, es imperativo recordar que algunos llegaron a participar en la Revolución Mexicana, ya sea por su propia voluntad, o enrolados a la fuerza por alguna de las facciones en conflicto.

Entre los nipones que se habían asentado en México se contó el enfermero Kingo Nonaka, quien atendió a Madero cuando éste fue herido en Casas Grandes, en marzo de 1911.

Posteriormente, Nonaka se alistó en las fuerzas de Francisco Villa, donde fue capitán primero de caballería.

El también japonés Tsuruo Nishimo era uno de los cocineros de Villa.

Diplomático con sangre de samurai

En 2022, el académico y diplomático mexicano Carlos Almada publicó el libro Un Samurai en la Revolución Mexicana. Horiguchi Kumaichi y la salvación de la familia Madero (Debate, México, 2022), donde relata la participación de Horiguchi durante los turbulentos días de febrero de 1913.

Ante los constantes rumores de que la legación sería atacada por los rebeldes, el 15 de febrero, los padres del presidente Madero, salieron hacia el Castillo de Chapultepec para no poner en riesgo a sus protectores.

El embajador dispuso que miembros de su propia familia acompañaran a los Madero, para protegerlos con su propia inmunidad diplomática.

Mientras tanto, Horiguchi y dos decenas de japoneses, “armados con pistolas, rifles y sables japoneses”, esperaban el asalto a la embajada.

El diplomático nipón elaboró en esos días un manuscrito, donde relata el peligroso trayecto de los Madero y acompañantes:

“…eran como las diez de la noche cuando más de veinte personas salieron…  con tres automóviles en medio de la más completa oscuridad, Iban estas personas, una tendidas en el suelo  otras agachadas para ofrecer menos blanco a los combatientes. Todas ellas se imaginaban no estar vivas al oír el zumbido de los proyectiles sobre sus cabezas….” (Carlos Almada Un Samurai…., p. 167).

Se dice que, en una ocasión, Horiguchi, envuelto en la bandera de su país, hizo frente valientemente a un grupo de soldados que querían entrar a la embajada donde estaban refugiados los parientes de Madero.

Al igual que muchos otros diplomáticos y personajes notables, Horiguchi hizo todo lo que pudo para que el nuevo gobierno respetara la vida de Madero.

Entre ellos se contaron el embajador cubano Manuel Márquez Sterling, y el gran maestro de la Gran Logia Valle de México (cabe destacar que también masón, pero enemigo encarnizado de Madero) el embajador estadounidense Henry Lane Wilson).

Luego del derrocamiento de Madero, Horiguchi explicó al nuevo presidente, Victoriano Huerta, por qué había dado asilo a los familiares de Madero:      

“Hay un adagio en Japón que dice que al pájaro perseguido que se refugia en casa de uno mismo no se le puede matar…sin distinción de partidos ni de clases, todo el mundo tiene que ser protegido, mucho más tratándose de personas ancianas y sin protección como los padres del señor Madero…puede ser que la familia de Usted se encontrase en la misma condición (y la legación) le extendería la misma protección”. (Almada Un samurái,,,, p. 191)

El 23 de marzo de 1913, Horiguchi Kumaichi abandonó México acompañado de su familia.

Foto: Archivo El Ciudadano

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