@onelortiz
Mauricio Toledo no es un perseguido político, sino un político perseguido por corrupción, que viajó a Chile para evadir la acción de la justicia.
¿Quién es este personaje que pondrá a prueba las relaciones México-Chile en materia de extradición? ¿Cómo el expediente Toledo paso de ser un caso de la Alcaldía Coyoacán, a un tema que involucra a tres gobiernos de la Ciudad de México; a la Cámara de Diputados, a tres partidos políticos nacionales, PRD, PT y Morena, a la Secretaría de Relaciones Exteriores y al Estado chileno?
El caso de Mauricio Toledo no es el tema de corrupción más importante de México, pero sí resulta simbólico, porque demuestra la doble cara de la clase política. En una cara, los políticos dicen combatir a la corrupción; en la otra, utilizan o se alían con personajes como éste para ganar elecciones. El problema creció. Mauricio Toledo es una papa caliente, mejor dicho un tomate caliente, que nadie quiere tener en las manos.
Mauricio Toledo fue un joven estudiante, gordito y con las mejillas sonrojadas, de ahí el sobrenombre de El Tomate, de padres que se autonombran como exiliados chilenos, que se incorporó al PRD, de la mano de Jesús Ortega y Jesús Zambrano. Fue un cuadro más de las juventudes perredistas, hasta que Nueva Izquierda lo hizo secretario de jóvenes del Comité Ejecutivo Nacional. A partir de ese momento, su carrera política ascendió rápidamente. Aprendió como operar y ganar elecciones. Dos ocasiones fue diputado de la CDMX (2006-2009 y 2015-2018), una vez delegado de Coyoacán (2012-2015), dos veces diputado federal (2009-2012, 2018-2021) y el 6 de junio, ganó un distrito federal de mayoría en Puebla por la Coalición Juntos Haremos Historia.
Aprendió todas las mañas de la política, pero ninguna de sus virtudes. Ganó terreno como operador, por sus casas de gestión, por “mochar” el sueldo de sus colaboradores y de los trabajadores de la delegación, un vicio común en las corrientes perredistas. Pronto aprendió a negociar por su cuenta, hizo a un lado a sus maestros y tejió alianzas con Miguel Ángel Mancera y sus hombres cercanos.
Su leyenda negra inició a partir de ser delegado, cuando vecinos, asociaciones sociales y medios de comunicación, denunciaron y documentaron actos de corrupción en el manejo del comercio ambulante, el cambio de uso de suelo, el boom inmobiliario, la extorsión a comercios y persecución políticas y penales a sus opositores. Ninguna autoridad capitalina hizo nada.
En 2015, Mauricio Toledo fue el dique a la expansión de Morena en Coyoacán. Por medio de grupos de reventadores y un férreo control su candidato derrotó con trampas a Bertha Luján en la elección delegacional. En 2018, grupos a fines a Toledo reventaron actos de Claudia Sheinbaum en Coyoacán. A inicios de esta legislatura, él y otros diputados federales rompieron con el PRD y se acercaron a Morena. ¿Por qué lo toleró Morena? Es un misterio. En el contexto del conflicto por la mesa directiva del último año en Cámara de Diputados, Toledo apoyó con todo al PT. A cambio este partido lo apoyó para ser reelecto como diputado federal, primero lo intentaron por Michoacán, fracasaron; después, por un distrito de Puebla, el cual ganó. Es diputado electo y tiene la posibilidad, remota, pero posibilidad de tomar posesión el 1º de septiembre.
A la Fiscalía de la CDMX le tomó casi dos años armar un expediente consistente en contra de Toledo y a la Cámara de Diputados siete meses desaforarlo, de ese tamaño son sus alianzas en la Ciudad y en San Lázaro.
Toledo se escapó. Será difícil que Chile lo entregue a la justicia mexicana. Quedan varias lecciones. Para la siguiente legislatura, eliminar el fuero de diputados y senadores, porque ya no sirve para proteger la función legislativa y sí para la impunidad y la evasión de la justicia. Morena perdió mucho en su alianza con Toledo, le lavó la cara gratis; si quiere conservar algo de credibilidad debe dejar de jugar al aprendiz de brujo. El PT le cumplió a Toledo, pero terminó hundido en el lodo.
Ojo chilenos, no reciben a un hijo pródigo, ni a un político perseguido, ni a un empresario exitoso, sino a un personaje oscuro y corrupto. Deben vigilarlo, no sea que adquiera o ya haya adquirido con dinero mal habido, alguna propiedad en Viña del Mar, como la casa de lujo, con muelle privado y yate incluido, de la que Toledo se ostenta como dueño en el exclusivo fraccionamiento de La Isla, en Cancún, México, pero eso ya es otra historia.
PD. Recuérdese que fueron Mauricio Toledo, el trágicamente fallecido Leonel Luna y Jorge Romero, los tres alegres compadres (diputados de la CDMX), quienes, entre otras cosas, hicieron y deshicieron a su antojo el destino de los mil 700 millones de pesos destinados a la reconstrucción de los sismos de 2017. Muy bien harían los diputados panistas en traer a mecate corto a su próximo coordinador.