En Buenos Aires, efectivamente, se respiran “otros aires” por estos días. A la alegría de los mismos gays, lesbianas y trans porteños, se suma el cambio cultural en varios aspectos de la vida cotidiana de lxs argentinxs. Por ejemplo, se estrenó por estos días, en que los estudiantes salieron de vacaciones de invierno, la obra teatral infantil “Príncipe y Príncipe”, sumándose a la cartelera y oferta local como cualquier otro espectáculo en la conocida avenida Corrientes de la capital.
Cualquier chilena y chileno -“defectuosos” en palabras del Cardenal Medina-puede pensar que se trata del paraíso. Aquellas cosas que nos parecen imposibles que sucedan en Chile, catalogada humorísticamente como “el convento de Latinoamérica” por su reconocido conservadurismo en todas las capas sociales, ocurren tan sólo a una hora y media de camino en avión.
Tuve el privilegio de estar de visita en Buenos Aires, justamente cuando en el palacio de Gobierno se promulgaría la dichosa ley. La presidenta Cristina Fernández, tal vez, nunca fue tan vitoreada y aplaudida por hombres y mujeres que veían en ella casi a una heroína junto a la presidenta de la federación LGBT, María Rachid. La mandataria vistió de rosado y para los gays, no fue casualidad, junto a la iluminación de la misma casa, todo parecía cambiar de color en aquella fría tarde del 21 de julio.
En las afueras del lugar, una larga fila de activistas, y simpatizantes que quisieron entrar a la ceremonia, se quedaron con las ganas porque extendieron más invitaciones de las debidas y el salón presidencial, se hizo chico. Desde afuera, se escuchaban los aplausos, los vítores, la emoción se sentía en todos lados. Los gays amaron la vestimenta de Cristina, mientras las lesbianas llegaban con sus hijos vestidos con la bandera gay. “No podía ser otra que ella”, comentaban algunos chicos que capeaban el frío polar reinante.
María Rachid se tomaba fotos con quien se lo pidiera. “¡Gracias por todo, María! ¡grande María! ¡María diputada”, le gritaban las más entusiastas. Un grupo de lesbianas alegaba que entraron a la ceremonia quienes nunca hicieron nada por sacar adelante la ley. Otras, sólo derramaban lágrimas, como las dos mujeres adultas mayores que llevan 35 años de pareja y por fin podrán casarse. “Nunca pensamos que viviríamos para verlo”, comentaron a RS.
Saludo a María Rachid, e igual la emoción me embarga. Me abraza fuerte y yo respondo igual. Me dice: “Y bueno! ahora vamos por Chile” y la quedo mirando con algo de pesimismo la verdad. “Y bueno, con el gobierno que tienen ustedes se ve difícil, pero acá también se vio difícil”, me aconseja.
Y claro que una se contagia con todo este carnaval. Asisto a un conversatorio de mujeres lesbianas en la sede de La Casa del Encuentro, una agrupación lésbica feminista de allá, y todas, desde la más acérrima crítica al matrimonio como institución patriarcal, está emocionada. Escucho historias dramáticas, como el de la compañera que tuvo que mentir en el hospital para que la dejaran entrar a ver a su pareja gravemente enferma, o quienes dicen que se sintieron orgullosas de ser argentinas. Y vamos que tienen razones para sentirlo.
Pese a todo, Fabiana Tuñez, integrante de La Casa del Encuentro, dice que con esto no se termina la discriminación ni la violencia, porque sería ingenuo pensar que eso será así. Hubo igual sectores religiosos que se opusieron y la ley se ganó por muy poco; de hecho, la iglesia argentina, que actualmente aún es subsidiada por el Estado, está amenazando a sus feligreses con la excomunión si emiten declaraciones favorables a la ley. Hay una severa resistencia, pero ya no es como antes, me cuenta una activista. La iglesia ha perdido poder y ahora ya se conocen, los y las parlamentarias que expusieron discursos llenos de ignorancia y prejuicios.
Como pronto habrán elecciones, muchos de ellos se están excusando y cambiando su discurso. Es el caso de Elisa Carrió, ex candidata a la presidencia, que incluso confidenció que tiene a una asistente lesbiana y está muy feliz por ella. Es que nadie quiere perder los votos del sector progresista, el gran “poroto” que se ganaron los Kischner con este avance. De hecho, ya muchos hablan de una posible reelección de Cristina.
En otros lados, se convocó al tercer encuentro de mercado gay, porque dicen que con esto Argentina será el paraíso del turismo. Las implicancias económicas tal vez podrían ser un buen argumento para convencer al gobierno local, ahora a manos de empresarios. De hecho, la otrora empresa de Piñera, Lan, fue patrocinadora del segundo encuentro de mercado gay el año 2009. Hoy, ya no estaban, porque obviamente, no conviene dar aires de progresismo cuando se gobierna con el partido más ultraconservador del país. País en el que una reciente encuesta habló que un 70 por ciento, cree que la sociedad chilena no está preparada para el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Y hay que esperar estar preparados?.
Y de mi vuelta por la ciudad bonarense, sólo quedan ganas de volver y volver, y tal vez, emigrar, si es que las cosas no cambian muy pronto en este largo y angosto país de ultraconservadores.
Por Erika Montecinos Urrea
La autora es periodista chilena y dirige la revista de cultura Lesbiana Rompiendo el Silencio, edición virtual e impresa.