Cuando se escribe se busca la mayor cantidad de antecedentes y se intenta que los mismos sean claro reflejo de lo que se busca exponer. A veces se cometen errores como el ocurrido en el Pulso anterior, donde se entregaron mal unos datos sobre consumo de droga entre los trabajadores, por lo que tenemos la obligación de enmendarnos.
La información correcta es: “Según datos del Senda el consumo de cannabis se ha triplicado, en especial entre la población masculina entre 18 y 34 años, grupo que incluye a un porcentaje importante de personas laboralmente activa. Un estudio bianual revela que entre 2014 y 2016 el consumo de droga entre los trabajadores aumentó de 10% a 14,9 %, la marihuana tiene más del 50% de las preferencias”.
Podríamos quedarnos en la corrección de la información y ya.
Pasar a otros temas que, al menos en titulares, se ven bastante más importantes, y ciertamente caeríamos otra vez en el error, en una omisión que ya tiene demasiado tiempo y que sin ser única, es uno de los factores que explican la baja en la participación de los trabajadores en las organizaciones.
No es un secreto que el consumo de marihuana ha aumentado y que son muchos quienes después de salir de su trabajo se juntan a fumar uno o varios pitos, además de consumir alcohol. Ambas cosas son graves pues sacan a los trabajadores de sus preocupaciones fundamentales y los anulan a la hora de fijar la atención en quienes les están abusando al pagarles bajas remuneraciones y desconocerles muchos de sus derechos.
¿En cuántas manifestaciones es algo normal esto que exponemos?
Se da el caso de que son muchos los que reaccionan en un momento con ira y confrontan a las fuerzas represivas, pero sin embargo no tienen la capacidad ni la intuición de constatar que si no se desarrolla organización a partir de estas expresiones de descontento, solo nos quedaremos en una protesta vacía, una protesta que no pondrá en aprietos a los que gobiernan.
No es por nada que la invasión de propaganda invitando a consumir alcohol está en todos los medios de comunicación. No es por nada que ese consumo está asociado a bienestar, a un mejor pasar, al relajo y la concreción de todos los sueños. Pero es falso y debemos poner el mayor de nuestros esfuerzos en atacar estos flagelos. La nueva sociedad a la que aspiramos no es una sociedad licenciosa, de lujos y beneficios para algunos.
Es una sociedad de trabajo, de esfuerzo, de mucha recreación y cultura, de autocuidado, de formación de una nueva conciencia en los niños y adolescentes.
El capital promueve el consumo de alcohol y hace vista gorda en el tráfico de drogas, pues tiene claro que con esos vicios tiene cautiva a parte importante de la fuerza viva que podría dar vuelta la tortilla. Saquemos entonces lecciones de estos datos que se exponen.
Vamos a trabajar con más fuerzas a los barrios, desarrollemos cientos, miles de centros juveniles, clubes deportivos y otros instrumentos de organización.
No avalemos por la vía de la tolerancia pasiva o el silencio, esta profundización de vicios del sistema capitalista, combatámoslos con fuerzas, pues solo un pueblo desprendido de estas taras puede rebelarse y provocar cambios. Si le peleamos al sistema pero luego de una batalla vamos a relajarnos utilizando estos u otros distractivos, tengamos siempre presente que el capital sigue conservando, con nuestro apoyo, todo su poder.
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Hace algunos días se conmemoraron 70 años desde que fuera suscrita la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y sin embargo poco o nada ha cambiado.
No solo el hambre ha aumentado, siendo dramático en algunos lugares del mundo especialmente en África, sino que también disminuyen las reservas de agua, se masifica la explotación de los recursos naturales hasta el agotamiento, se depredan los mares y en muchos sectores del planeta las guerras encubiertas por razones de todo tipo, siguen cobrando vidas.
Ya no solo se está limitando los derechos de quienes disienten en cualquier parte y por las razones que sean. La persecución y la detención arbitraria, los castigos físicos, la tortura en todas sus formas, el ajusticiamiento sumario y la desaparición de personas por métodos cada vez más atroces, son señal inequívoca del retroceso humano, es evidente la degradación, pese a los enormes avances científico-técnicos de los que día a día puede disfrutar esta misma humanidad.
Los derechos humanos no se validan y aplican o derechamente se desconocen en diferentes países del mundo, y nadie brega por cambiar este cuadro.
Los trabajadores y sus organizaciones son el ejemplo más claro de lo anterior.
Grandes discursos en foros nacionales e internacionales, anuncios de cambio en las condiciones de trabajo, remuneración y descanso y sin embargo las diferencias en vez de acortarse se extienden.
La sola lectura de los artículos 23, 24 y 25 para el caso de los trabajadores en nuestro país son la demostración más clara de que algo no anda bien.
Sucesivas reformas en estos años no han logrado establecer la vigencia plena de los derechos que en dichos artículos se consagran.
Invitar a los dirigentes, trabajadores y a todos los ciudadanos a hacernos cargo de la necesidad de demandar respeto pleno a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para lo que urge incorporarse y ser parte de todos aquellos instrumentos que directa o indirectamente están en esta lucha.
El sello distintivo de estos tiempos es la despreocupación por lo que pasa a otros.
Nada más que el sujeto importa, los demás y sus demandas y problemas no importan.
Esto es lo que construyó el capital desde que se instaló a dirigir la sociedad y contra ello debemos actuar de conjunto. De lo contrario seremos avasallados previa anulación de todos y cada uno de los derechos que como seres humanos nos son propios.
Lo colectivo es la suma de individualidades con objetivos comunes, cuya meta debe ser la construcción de una sociedad más digna y justa.
Es una obligación luchar porque se cumpla efectivamente con esta Declaración Universal.
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Más de 2.000 cartillas informativas fueron entregadas a la población durante una jornada de propaganda realizada por nuestra Central Clasista en la feria libre de Quintero.
Cientos de personas nos expresaron su agradecimiento por entregarles algunas orientaciones en caso de persecución laboral y despido. Muchas más dieron cuenta de las condiciones en que muchos trabajan en la zona y se comprometieron a estarnos enviando información.
Llegada la tarde nos fuimos a La Calera, a la feria del libro instalada en la plaza Balmaceda, feria en la que pudimos entregar propaganda de nuestra Central y exponer en un foro sobre nuestro ideario.
Decir que la propuesta y planteamientos de nuestra Central fueron muy bien recibidos y esperamos que en otros lugares del país también se vaya instalando la necesidad de discutir sobre el quehacer del movimiento sindical en esta etapa de crisis, de la que solamente saldremos organizados y unidos.
Como organizaciones estaremos siempre dispuestos a estar conversando con los trabajadores y las trabajadoras, desarrollando la educación, la organización y la lucha, únicos instrumentos válidos para cambiar nuestra condición de parias.
Al cierre, nuestra solidaridad y respaldo al paro de los trabajadores portuarios de Valparaíso y a la demostración de unidad en lucha, expresada por los compas de otros puertos a lo largo del país, así como de otras organizaciones sociales.
Asimismo saludar las diferentes iniciativas en desarrollo, por la conmemoración del 111 aniversario de la lucha en Santa María de Iquique.
Ciertamente tenemos aún carencias, pero estas muestras de unidad en la lucha son un gran paso adelante del que debemos sentirnos orgullosos.
Por Manuel Ahumada Lillo
Secretario General de la CGT Chile.