¿Vamos o no vamos al museo? Educación Museal y la emergente Política Nacional de Museos en Chile.

En instantes donde la agenda de políticas públicas y la era de reformas prometida por el gobierno ha sufrido un retroceso, la articulación y puesta en marcha de una Política Nacional de Museos ha seguido un curso silencioso pero sigiloso

¿Vamos o no vamos al museo? Educación Museal y la emergente Política Nacional de Museos en Chile.

Autor: Carlos Montes

Mafaldamuseos

En instantes donde la agenda de políticas públicas y la era de reformas prometida por el gobierno ha sufrido un retroceso, la articulación y puesta en marcha de una Política Nacional de Museos ha seguido un curso silencioso pero sigiloso. La idea de poner en marcha esta política, busca que las diversas instituciones museales chilenas puedan financiarse, mejorar su gestión y los contenidos que se ofrecen a la ciudadanía. Diversos encuentros museales se han sostenido a lo largo de las regiones con el interés de recoger las opiniones a través de un comité y así entregar una propuesta que se comenzaría a implementar en el 2016. El resultado contempla generar una Ley de Museos y articular así una estructura institucional similar a la que tiene el libro o el sector audiovisual. Creando un Sistema y una Coordinación Nacional que descansarían en una secretaría ejecutiva y este, en un Consejo Nacional de Museos.

La necesidad de contar con una política para los Museos es una idea que tiene fuerza y en la que coinciden diversos sectores y actores, fundamentalmente ante la ausencia de documentos o dispositivos legales. En ese sentido, interesa preguntarse qué aspectos incluye, cuáles no y más importante aún, qué estrategias, mecanismos, instituciones y espacios son parte de la articulación de una política de museos para y por Chile. El documento pretende generar estándares comunes en un terreno dónde muchas veces no existen los elementos y recursos económicos y humanos mínimos para ofrecer a la ciudadanía, los turistas, estudiantes y el público visitante.

Sin embargo los museos que no pertenecen a la actual Dibam quedan fuera del desarrollo de la política y sus alcances, ni siquiera reconociendo cuál ha sido el aporte que han desarrollado y cómo poder generar acuerdos intersectoriales entre estos. El plazo para la entrega del documento es a fines de este año y corresponde a una decisión emanada por la dirección anterior. Si lo que se pretende es articular una real política, a ratos da la sensación que no hay ánimo de generar un diagnóstico adecuado. Sería esperable que la política identificara algunos de los principales problemas que se presentan hoy en los museos: Una política de colecciones actualizada, financiamiento sostenido, profesionalización de los personales y la relación con la comunidad. Si la idea es generar una política actual y realista en cuanto a los problemas museales actuales, se ausenta la inclusión del problema de infraestructura, la educación museal, resguardo, exhibición y el inquietante problema de depósito que actualmente tienen los museos en Chile. Prueba de ello se evidencia en las constantes problemáticas que se generan cuando deben montarse exposiciones en regiones y los espacios no cuentan con estándares de conservación, seguridad o clima, por dar un ejemplo.

Desde la Dibam señalan que la política buscará ser una orientación, una guía o estrategias para seguir y articular cambios en cada uno de las instituciones. En ese sentido, la articulación del documento no pasaría de ser una carta de buenas intenciones. De igual modo, la inyección de recursos tampoco se encuentra debidamente contemplada y no existen mecanismos que apalanquen recursos o tampoco medidas que auspicien un apoyo económico real y sostenido, aparte de la reformulación de la ley Valdés, que en general apoya a todo el sector de las artes y la cultura. Entonces, ¿se está realmente apoyando y considerando a los museos como instituciones culturales de primera línea?; ¿O sólo se trata de cartas de apoyo que más bien, vienen a sumar una serie de documentos ya existentes, como los que entrega el ICOM?. Discutir acerca de la medida de gratuidad impulsada por el gobierno desde marzo de este año, no enriquece el debate ni la discusión acerca del real interés que tiene la ciudadanía en visitar los museos. Mientras no existan bajadas sostenidas que detenten un trabajo exhaustivo de educación museal en el país, la gratuidad seguirá beneficiando al mismo margen de público que ya visitaba estos distintos espacios. Entonces, ¿Vamos o no vamos al museo?. ¿Existe dentro de la política de museos, un interés por educar y considerar al visitante?

Comprendiendo que el Patrimonio Cultural se trata de una herencia y es también el transmisor de la propia cultura, resulta interesante cuestionarse con qué propósito lo conservamos y la importancia de las selecciones que hacemos. La nueva política debería hacer frente al real uso y significación que adquieren fundamentalmente los museos, como instituciones culturales por excelencia. La accesibilidad de estos ya no es problema, sino más bien, el interés de cómo conseguir que la ampliación de audiencias y público visitante, vaya unido a la posibilidad real de educar y sostener labores que amplíen los límites sociales, identitarios, educativos e incluso turísticos que ya tienen. Resulta lógico así desarrollar y planificar propuestas de investigación que sostengan como elemento de base una adecuada Educación Museal. Esta debe proponer una investigación, comunicación y exposición que apunte al público o audiencia bajo una mirada inclusiva, abierta, propositiva, vinculante, no esquemática. En definitiva, una política que nos permita exponer y contar con una museografía y museología didáctica que genere de manera transversal un proceso de conciencia ciudadana patrimonial informada y preparada.

Generar eficientes procesos de mediación entre las colecciones es sólo el ápice de una serie de circunstancias que se instalan y desarrollan, a partir la generación de actividades diversas que tienen como elementos centrales a la investigación, la comunicación y la educación. Se trata de aunar y entablar un proceso que permita hacer circular la información, de hacer compartir a los objetos que puedan ser parte de una colección a través de diferentes medios y soportes, y también transmitir al visitante una serie de saberes, conocimientos, habilidades y aptitudes que de otro modo no se vincularían.

La nueva política debe ser comprendida como herramienta de inclusión social, capaz de dinamizar y reorientar el conocimiento del pasado a raíz de diversas actividades, las que al mismo tiempo sean reconocidas, apreciadas como experiencias para esa misma sociedad, capaces de proponer un diálogo y reflexión con el visitante a partir del conocimiento de datos concretos, generando empatía, identidad con la sociedad y audiencia a la que se debe y por la que se trabajaba.

Repensar el patrimonio y los museos, nos exige deshacer toda aquella red de conceptos en los que se halla envuelto, pero también nos demanda delimitar su uso, ocupación, interés, sentido, identidad y pertenencia, fundamentalmente la que se desarrolla desde la labor y educación museal. Cualquier política de este tipo debe tratar a los objetos y edificios, de tal modo que más que exhibirlos, hagan inteligible las relaciones entre ellos, proponiendo una hipótesis sobre lo que significan para quienes hoy los evocamos. Un patrimonio activo y vinculado con su entorno a raíz de una adecuada educación museal y patrimonial, insta a que la ciudadanía se apropie eficientemente de este, e incluso, vincula a nuevos y ajenos grupos sociales a sumarse. Así también constituirá parte inherente y activa del proyecto país, de la identidad que nos conforma, de lo que hemos sido, somos y seremos. Si no sabemos reconstruir, apreciar, educar y enseñar acerca de nuestro patrimonio pasado y mantenemos las actuales herramientas, esquemas educativos y museografías, ¿Cómo podemos pedir y exigir a la generación del futuro que lo reconozca, valore, identifique y preserve?

Hugo Ramos Tapia

Licenciado en Historia

Estudiante Magíster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural


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