Venezuela-China: potencial y poder en desarrollo

La avalancha de acuerdos bilaterales firmados por el Gobierno Bolivariano durante la visita de alto nivel presidida por el líder de la revolución chavista y Presidente constitucional, Nicolás Maduro, a la República Popular China, recién finalizada, contribuirán estratégicamente a elevar el nivel del potencial de Venezuela y también de China, de ahí que ambos gobiernos, […]

Venezuela-China: potencial y poder en desarrollo

Autor: Wari

La avalancha de acuerdos bilaterales firmados por el Gobierno Bolivariano durante la visita de alto nivel presidida por el líder de la revolución chavista y Presidente constitucional, Nicolás Maduro, a la República Popular China, recién finalizada, contribuirán estratégicamente a elevar el nivel del potencial de Venezuela y también de China, de ahí que ambos gobiernos, actores populares y fuerzas empresariales de una y otra nación se hayan manifestado con entusiasmo e interés por los alcances de las negociaciones y sus resultados. Esos acuerdos tuvieron como fundamentos filosóficos tanto el Pensamiento Chavista como el Espíritu de Shanghai y como referentes principales el desarrollo integral y sostenible de ambos países y la mayor prosperidad para sus pueblos. De su relevancia y sentido tratan las siguientes ideas.

Como bien reconocen los estudiosos de la potencia y poder de una nación, desde el alemán Hans Morgenthau (1) o el francés Raymond Aron (2) hasta el venezolano Víctor Maldonado Michelena (3) o el cubano Roberto González (4), el potencial de un país está dado por el conjunto de recursos materiales e inmateriales, capacidades intersubjetivas, competencias subjetivas y tecnologías en sus diversas magnitudes, desde las nanotecnologías hasta las macrotecnologías que pudieran emplearse en momentos determinados para alcanzar fines de política exterior o para la defensa de su soberanía, independencia y libertad, mientras que se le llama poder al uso concreto de ese potencial en las estrategias y operaciones tácticas para ir logrando objetivos ante las amenazas, conflictos u oportunidades, tanto para fortalecer el potencial, condición clave de la estabilidad política, como para apoyar a un aliado. O incluso, solidarizarse con un pueblo necesitado, como solo lo hacen los gobiernos enfocados al socialismo.

ACUERDOS, POTENCIAL, PODER Y ESTRUCTURAS

Varias obras de los autores antes mencionados dan cuenta detallada de los “factores” que definen el potencial de una Nación. No es necesario mencionarlos aquí pero sí recordar que no deben concebirse o estudiarse fragmentados sino en un amplio haz de relaciones como totalidad dialéctica y por ello, relaciones con diversos niveles de significación entre ellas, algunas “duras” y otras “blandas”, como bien recuerdan De la Garza y Leyva (5). Basados en esos factores, es posible comprender que los 472 proyectos bilaterales en ejecución,  más los 28 acuerdos anunciados que fueron firmados durante la visita de Maduro a China junto al equipo liderado por Xi Jinping tienen un caleidoscopio de significados, tanto para el Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad (RCP) echado a andar en el pasado agosto por el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela como para el ya exitoso gran proyecto de la Franja y la Ruta ideado y puesto en marcha desde hace más de un lustro por la República Popular China en alianza con más de cincuenta países de Asia, Eurasia, Europa, África y más recientemente con América Latina y El Caribe, en lo que Cuba y Venezuela tienen significados particulares.

Los acuerdos potencian y los proyectos derivados de los planes dan poder al mismo tiempo que se ejecutan con el poder acumulado de los Estados, que al realizarlos se alcanza mayor potencia y también se incrementa el poder para continuar transformando las sociedades. Todo ello proporciona el sentido histórico y último de toda esa acción bilateral: sentar las bases firmes hacia el desarrollo integral de las dos naciones y con ello alcanzar la mayor suma de felicidad y seguridad social para ambos pueblos y la mayor suma de estabilidad política para las Naciones.

Venezuela desarrolla el proyecto de transformaciones sociales que más atracción popular global ha tenido en los últimos 15 años complementado con una política exterior dirigida a integrar a los pueblos mediante los proyectos ALBA-TCP conformado por Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Dominica, Antigua y Barbudas, San Vicente y Granadinas, Granada, San Cristóbal y Nieves y como invitados Surinam, Irán, Siria, Rusia, India, Malasia y Vietnam. Venezuela se solidariza y comparte con ellos la riqueza petrolera que posee a través de Petrocaribe, calculada como una de las más grandes del mundo, y se apresta a desarrollar integralmente la minería al poseer grandes reservas de oro, coltán, bauxita, caliza, diamantes, carbón, hierro, fosfatos, dolomita, manganeso y muchos otros minerales estratégicos o de amplio uso tradicional. Y en toda la labor que realiza o planea está presente el principio de la democracia participativa y protagónica del pueblo y la decisiva unidad cívico-militar, con su expresión concreta en la praxis diaria del país. La visión del Socialismo Bolivariano que anima el proyecto social se va transformando y enriqueciendo, en la misma medida en que se va desarrollando en la praxis según las particularidades de Venezuela, y ello despeja mejor el camino hacia una mayor integración con el gigante asiático.

China, por su parte, ya disputa con EE.UU. la primera plaza mundial como potencia económico, financiera y tecnológica, mostrando -a diferencia del imperio- una alta capacidad de sacar anualmente a millones de personas de la pobreza y también de crearles condiciones sostenibles para que disfruten de buenos salarios, eficiente infraestructura comunicacional y de servicios, y cantidades diversas de productos de primera necesidad, para el hogar e incluso suntuarios mediante una integración, cada vez mayor de todas sus regiones y estas con el mundo a través de la histórica Ruta de la Seda. Coches eléctricos ya son producidos y exportados en proporciones similares a otras superpotencias desde Nanjin a varias capitales y ciudades de Asia, Europa y Medio Oriente, con la participación de empresas mixtas formadas con grandes corporaciones emergentes (stars up), las cuales se expanden por el extenso territorio de más de nueve millones y medio de km². En China están creciendo aceleradamente las inversiones en investigación y desarrollo (I&D) para situarla dentro de pocos años en el primer lugar mundial y ya ha desplazado a varias potencias en la escala de generadoras de tecnologías. Ningún analista deja de reconocer que nuevos emporios tecnológicos y zonas económicas especiales con grandes urbes están surgiendo aceleradamente desde Shanghai hasta Urumchi y desde Guangchi hasta Jilin. Por ello, China se ubica en la cima de los llamados mercados de exportación e-commerce.

Recientemente el destacado analista ruso orientalista, Alexei Maslov, abogó por crear grandes corporaciones globales mixtas de productos o servicios para competir en el mercado mundial, constituidas por los ocho países de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), conformada por China, Rusia, India, Pakistán, Kasajistan, Tiyikistán, Kirguistán, Uzbekistán y con observadores como Bielorrusia,  Afganistán, Irán y Mongolia, así como otros cinco aspirantes a integrarla. Todo ello hizo que el canciller chino, Wang Yi,  reconociera que el Espíritu de Shanghai es «la razón fundamental por la que la OCS puede seguir creciendo». Pero la propuesta de Maslov tiene su asidero, entre otras condiciones concretas, en que hace solo un año China y Reino Unido inauguraron el primer tren de carga que conecta directamente ambos países y en 18 días recorre 12.000 kilómetros con cargas en ambos sentidos y de varios de los países por donde transita  y se aprestan a moverlo en un futuro con energía solar, reduciendo así los costos y ahorrando la energía fósil que se agota aceleradamente.

Respecto a África y guiada por el Espíritu de Shanghai, China ha atraído la atención de los 55 países africanos y coopera con ellos para fortalecer el recién Acuerdo de Libre Comercio Africano o Tratado Continental Africano de Libre Comercio, del pasado marzo, porque, como recién reconocieron los analistas de Xinhua, “el involucramiento de China en África es beneficioso para los 2.600 millones de chinos y africanos, que representan un tercio de la población mundial”(6). Más de 60 mil millones de dólares de China se invertirán en proyectos conjuntos, siguiendo los objetivos y estrategias de la Agenda África 2063.

China actualmente espera que con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se pueda avanzar aceleradamente como en África y a través de ella se puedan lograr acuerdos y proyectos de beneficio mutuo que fortalezcan la independencia y la soberanía de los 32 países que la integran. Ella, al igual que Venezuela, espera que Mercosur y Alba-TCP unan esfuerzos y condiciones para beneficio de toda Suramérica aún cuando el actual gobierno pentagonista de los EE.UU. sienta tanto temor y desesperadamente siga haciendo todo lo que esté a su alcance para bloquear tal posibilidad. No obstante, China -con la paciencia confuciana que la caracteriza-  se está convirtiendo en el primer socio comercial y financiero de América Latina y el Caribe.

DIALÉCTICA CHINO-VENEZOLANA: PRINCIPIOS, TRANSFORMACIONES Y CIRCUNSTANCIAS

En este articulo se insiste en resaltar que los recientes acuerdos bilaterales que tributan a los más de 470 proyectos establecidos entre Venezuela y China, transversalizan el Plan RCP, es decir, impactan con relevante poderío en los diez lineamientos estratégicos que componen el Plan venezolano proyectado por Maduro, centrado fundamentalmente en: a) dimensiones financiero-monetarias sean de nivel nacional como familiar (elevar ingreso de divisas, reconversión monetaria, paridad y modalidad cambiaria, mejores salarios, más poder adquisitivo y ahorros), b) en la producción de bienes y servicios (agrícolas, industriales y bancarios), y c) en la infraestructura (transporte y comunicaciones). Logran impactar porque los acuerdos están firmados precisamente en los sectores y áreas más necesitadas que permitirán alcanzar el éxito del Plan RCP: área energético-petrolera, sector transporte, minería, tecnologías, educación, comunicación, cultura, salud y seguridad.

Comprender esa totalidad dialéctica requiere eso que Hugo Zimerman llamó la “descripción articulada” y que De la Garza y Leyva han estudiado ampliamente (7). A manera de síntesis y su aplicación podría decirse –en este caso-  que es saber articular, desarticular y volver a articular categorías y conceptos intra-dimensionalmente e inter-dimensionalmente contenidos en: a) los principios o fundamentos en que se apoyan ambas políticas exteriores, b) las dimensiones y componentes (conjunto de operaciones estructurantes) del Plan RCP y del proyecto “La Franja y la Ruta” con sus logros u obra ya alcanzada o por alcanzar, y c) las circunstancias nacionales e internacionales o globales en que ambas naciones están inmersas o las contextualizan. Veamos.

El Espíritu de Shanghai tiene su base en los Cinco Principios del Pancha Shila y es el principal fundamento del proyecto La Franja y la Ruta que establece como meta crear una gran Comunidad de Futuro Compartido, con los cual ya van más de 70 a 80 naciones que han manifestado su disposición a aliarse a China en este proyecto. asumiendo los principios sustentos del proyecto: a) confianza mutua, b) beneficio compartido, c) igualdad, d) solución pacífica de las controversias, e) consultas permanentes entre las partes, f) respeto a la diversidad cultural, g) concordancia estratégica o visión estratégica común, h) desarrollo común, i) solidaridad y j) cooperación integral: Estos son los componentes y a esto es a lo que se le llama actuar internacionalmente con el “Espíritu de Shanghai”. Su contraparte venezolana es el Pensamiento o Ideal Chavista el cual tiene su base en la doctrina del bolivarianismo, de la Patria Grande y de la actitud antimperialista, a lo que se le pudiera denominar el Espíritu Bolivariano.

Ese bolivarianismo y el desideratum chavista están plasmados y aprobados por el pueblo a lo largo de toda la Carta Magna de Venezuela (8) aunque resumido en su Preámbulo, los primeros seis artículos y los relacionados con los artículos 299 al 327 referidos al régimen socioeconómico, la función del Estado en la economía y la seguridad de la Nación, así como a las normas fijadas en los artículos 152 al 155 respecto a las relaciones internacionales. La necesidad de la refundación de la República, plasmada en el propio Preámbulo, presupone transformar el sistema de economía rentista petrolera y consolidar la economía productiva,  siempre que en ese proceso se mantengan vigentes y pujantes los valores que fijó desde 1999 el pueblo en su Constitución, de “libertad”, “independencia”, “paz”, “solidaridad”, “bien común”, “integridad territorial”, “convivencia”, “imperio de la ley”, “derecho a la vida”, “trabajo”, “cultura”, “educación”, “justicia social”, “educación”, “igualdad”, “cooperación pacífica”, “integración latinoamericana”, “no intervención” y “autodeterminación”.

Resulta entonces evidente la identidad de valores y principios que animan las políticas exteriores de Venezuela y China en aras de incrementar sus potenciales y poderes transformadores en las actuales circunstancias y compleja coyuntura internacional. En ésta debe jerarquizarse, para la mejor comprensión de las relaciones bilaterales, el reagrupamiento de fuerzas emergentes que desde Eurasia marcan la actual hegemonía en las decisiones interestatales para afrontar los problemas globales, y destrabar las economías de los países del sur, así como también que en Occidente las viejas potencias se enfrentan al tradicional hegemón y en el seno de esos actores se desarrollan y se hacen críticas innumerables contradicciones entre los grupos de poder, y entre estos y la ciudadanía que no les permiten crear espacios de posibilidades para la acción viable con EE.UU. pero sí con el gigante asiático y de aquí que muchas de ellas establezcan cada día más negocios con China y a su vez muestren desinterés o rechazo a la tradicional política impositiva y prepotente del gobierno de Donald Trump, volcado ahora sobre América Latina pero donde ya China en alianza estratégica con Venezuela y Cuba crean bases de apoyo para que sus alianzas sean integrales e indestructibles porque en ellas los principios guían y motivan subjetivamente las operaciones transformadoras de la realidad, incididas estas por las circunstancias y condiciones histórico-concretas (políticas, económicas, sociales) del tránsito mundial al socialismo que la humanidad se ha propuesto para poner fin al depredador capitalismo.

Por Ernesto Wong Maestre

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BIBLIOGRAFÍA

(1) Morgenthau, Hans J. (1948) Política entre las Naciones.La lucha por el poder y la paz. Grupo Editor Latinoamericano, Colección de Estudios Internacionales, 3ra edición, Madrid. Consultada en https://es.scribd.com/doc/314086351/Hans-J-Morgenthau-Politica-Entre-Las-Naciones-Completo
(2) Aron, Raymond (1962). Paz y guerra entre las Naciones. Alianza Editorial, 1985, tomo 1 y 2. Madrid.
(3) Maldonado Michelena, Víctor (1994). Seguridad del Estado. Desarrollo-Defensa. Ediciones de la Presidencia de la República, 3ra edición, Caracas, 1998.
(4) González, Roberto. Teoría de las Relaciones Políticas Internacionales. Ediciones Pueblo y Educación e ISRI, La Habana, 1990.
(5) De la Garza Toledo, Enrique (2012).- La metodología marxista y el configuracionismo latinoamericano. En Tratado de Metodología de las Ciencias Sociales, Ediciones FCE, México, 2012, pags 229 a la 255.
(6) Spanish.xinhuanet.com (2018). China y África: una verdadera amistad y algo más. Consultado en http://spanish.xinhuanet.com/2018-09/06/c_137449405.htm.
(7) De la Garza Toledo, Enrique (2012). Ob.cit.
(8) Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) con la Exposición de Motivos y las reformas aprobadas mediante referendo universal en 2009. Publicada en Gaceta Oficial Nro. 5.908 extraordinario de fecha 19 de febrero de 2009.

Publicado originalmente en septiembre de 2018 en Barómetro Latinoamericano.


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