Venezuela: ¿La democracia o el petróleo?

USA es el país con mayor consumo de gasolina y otros derivados del petróleo en el planeta, de tal manera que de 100 barriles de petróleo que consume, 60 son importados. El petróleo lo importa desde Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. El traslado significa 40 o 45 días. En cambio, la importación de petróleo desde Venezuela significa sólo cuatro o cinco días.

Venezuela: ¿La democracia o el petróleo?

Autor: Hervi Lara

I

En Venezuela, durante 40 años funcionó el llamado Pacto de Punto Fijo: la alternancia en el poder entre Acción Democrática (AD) y Copei (Democracia Cristiana). La rentabilidad económica se debía a la explotación y venta del petróleo a USA. La oligarquía aumentaba sus ingresos y el pueblo aumentaba su pobreza. Esta creciente desigualdad condujo a que en 1989 se produjera el levantamiento popular conocido como ‘Caracazo‘. El ejército salió a reprimir al pueblo y asesinó a más de 3.000 personas. Allí estuvo el comandante Hugo Chávez, quien se negó a disparar en contra del pueblo al que se había comprometido a servir y no a reprimir. En 1998, Chávez asumió la Presidencia de la República y su primera medida fue llamar a una Asamblea Constituyente para así dar paso a una democracia participativa. En 2002, Chávez fue víctima de un golpe de Estado propiciado por el gran empresariado. Pero la presión popular permitió la liberación de Chávez, quien había sido hecho prisionero. El gobierno golpista tuvo duración de dos días, siendo reconocido de inmediato por el gobierno de Chile, entonces presidido por el “socialista” Ricardo Lagos.

Durante el mandato de Chávez, la pobreza de Venezuela disminuyó de 60% al 28%. La indigencia se redujo de 11,7% a 9,7%. La pobreza extrema bajó del 25% al 7%. De un 70% de población analfabeta, el analfabetismo fue erradicado, así como también el país llegó a tener la distribución de riqueza menos desigual de América Latina; fue erradicada la desnutrición; el gasto per cápita en salud aumentó de 35 a 508 euros como promedio; la diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre disminuyó de 14 a 8. En un lapso de cinco años fueron construidas 1.700.000 viviendas sociales a través de la Misión Vivienda (Departamentos de superficie superior a 79 m2 en todas las ciudades, lo que “horrorizó” a la pequeña burguesía). Simultáneamente, se otorgaron subsidios a capitalistas que, posteriormente, incrementaron su riqueza y, a la vez, desarrollaron la fuga de capitales de manera sistemática (1).

La República Bolivariana de Venezuela, bajo los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro ha planteado objetivos antiimperialistas e idearios socialistas, bajo el asedio de la derecha fascista subordinada a los intereses de USA. Es así como en 2014, la derecha inició el proceso de desestabilización del gobierno a través de manifestaciones y acciones terroristas denominadas “guarimbas”. Las “guarimbas” se mantuvieron desde febrero hasta junio, dejando un saldo de más de 100 muertos. 20 de ellos fueron quemados vivos por tener “rasgos chavistas”; miles de heridos, decenas de edificios públicos y negocios destruidos, campañas de amenazas para amedrentar a la gente, bloqueos de avenidas con montañas de basuras y escombros, todo tipo de violencias en una estrategia de “guerra de baja intensidad” a través del sabotaje económico, la especulación de divisas, el contrabando, asesinatos selectivos, bombas en jardines infantiles y hospitales, etc…

En el segundo semestre de 2014, el petróleo bajó 30%. Esto produjo una crisis para una Venezuela basada en un 95% de divisas en la exportación de su riqueza natural. La baja del petróleo en aquel momento se debió a la contracción de la demanda de los países ricos, a la entonces desaceleración de China, al cambio de política monetaria de USA y al incremento de volumen de crudo extraído con formas no convencionales. Fue el mayor golpe para detener la Revolución Bolivariana y declarar a Venezuela como “Estado terrorista”, lo que para USA significa “carta blanca” a su intervencionismo directo e incluso militar.

II

El 22 de enero de 2019, Nicolás Maduro asumió nuevamente el mandato tras su reelección. La oligarquía desató la violencia al interior de Venezuela. Juan Guaidó, en una plaza se autodesignó “presidente encargado”. Donald Trump lo reconoció de inmediato y delegó a un selecto grupo de sus “halcones” para que “Venezuela retorne a la democracia”. Ellos fueron Marco Rubio, John Bolton, Mike Pence, Mike Pompeo y Elliot Abrams. Hubo amenazas y boicots de gobiernos extranjeros. Congelaron activos venezolanos en el exterior. Guaidó, junto a los entonces presidentes de Colombia, Paraguay y Chile se dirigieron a Cúcuta, Colombia, intentando ingresar “ayuda humanitaria”, que en realidad fue una frustrada ocupación militar extranjera. Tras este fracaso, el fascismo realizó atentados sobre el Servicio Eléctrico Nacional paralizando el país, especialmente en salud y producción de medicamentos. Se incrementaron los problemas de salud por la afectación de la distribución de agua. Los “Comités de Libertad y Ayuda” constituidos por mercenarios, paramilitares y agentes de la CIA se dedicaron a provocar focos de protestas en sectores populares, impidiendo el paso de camiones repartidores de agua, explosando cañerías de agua potable y amenazando y agrediendo a la población. Estos grupos han sido financiados por la Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid) del Departamento de Estado de USA, y se les ha denominado “socios interinstitucionales”.

Elliot Abrams, antiguo y reconocido genocida, fue delegado especial de Trump para la “democratización” de Venezuela (2).  Al respecto, señaló: “Atacar al chavismo es para nosotros una guerra de sobrevivencia y la imposición de una razón que debe prevalecer sobre las demás, porque de otro modo estaremos admitiendo y dando campo para que se nos destruya. Imagínense ustedes, señores representantes, por un segundo, que nosotros dejáramos gobernar a los chavistas sin ponerles trabas, sin hacerles la guerra, permitiéndoles hacer sus proyectos sociales sin tomar en cuenta nuestras empresas y socios. Esto conduciría a la debacle y a la perdición de la democracia en el hemisferio occidental. He ahí la razón primordial por la cual este tipo de régimen constituye una amenaza para la seguridad nacional de nuestro país. ¿Vamos a permitir que en Venezuela sea exitoso el socialismo y lo que provocaría en toda la región de América Latina? ¿Ustedes pueden imaginarse lo que representa construir tres millones de viviendas sin la participación de la empresa privada? ¿Cuál sería el destino de nuestro modelo si no intervenimos allí en los proyectos de salud o educación, en la formación de sus militares y en la adquisición de los elementos para su defensa? Por tanto, el que no esté con nosotros debe pasar por las más dolorosas privaciones y las más terribles inseguridades” (3).

III

Hoy, Venezuela ha vivido un proceso eleccionario en el que han participado 10 candidatos a la Presidencia de la República. Uno de los candidatos ha sido Nicolás Maduro, quien ha accedido a su reelección. El fascismo, subordinado a USA, se niega a reconocer el triunfo de Maduro e incluso antes de las votaciones, ha acusado fraude electoral y se ha negado a demostrar su supuesto triunfo. Su argumento es la defensa de la democracia. Pero, con el bloqueo económico, político e informativo, la derecha, USA y sus satélites no buscan la democracia de Venezuela, sino el petróleo y las demás riquezas de dicho país. Tal como sucedió con el gobierno de Salvador Allende en Chile: el golpe de Estado ha sido justificado por la falta de democracia. Pero está comprobado y reconocido que USA no podía aceptar que el ejemplo de la Unidad Popular se repitiera en la región.

No es el gobierno de Maduro, ni el chavismo, ni las elecciones, ni el fraude, ni las alardeadas actas. Es el petróleo y la ubicación geográfica estratégica de Venezuela que USA no quiere dejar fuera de su ámbito de poder. El corazón del combate de USA contra el gobierno de Venezuela se encuentra en el Acuerdo Energético Petro Caribe. USA ha perdido el control total que tenía sobre el petróleo y los demás recursos naturales de Venezuela. Y más aún: existe la invitación a Venezuela a ingresar a los BRICS, lo que significaría el aumento del poder de Rusia y de China en la región, además del intercambio comercial con monedas nacionales y no con dólares.

Petro Caribe es un acuerdo energético firmado por 18 países de El Caribe. Su objetivo es contribuir a la Seguridad Energética, al Desarrollo Socioeconómico y a la integración de los países de El Caribe mediante la utilización soberana de los recursos energéticos, basándose sobre los principios de integración de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Estos principios son la unión, la solidaridad, la cooperación, la complementariedad, la integración, desde una visión desde el Sur. Esto significa la independencia del poder del Norte, pues sus principios constituyen la antítesis de la dominación política, económica y cultural proveniente del capitalismo, como lo explicitó crudamente Elliot Abrams.

Hugo Chávez también impulsó varios otros organismos regionales sin la participación de USA: Unasur (Unión de Naciones Suramericanas); Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños); ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). ALBA es relevante porque propone la integración tendiente a la construcción del socialismo y la resolución de los problemas sociales que afectan a los pueblos. Se diferencia sustancialmente de los acuerdos de integración de los países imperialistas que siempre apuntan a la integración de los mercados en favor de las transnacionales y de las grandes potencias.

En 2005, en Mar del Plata, Argentina, se impuso el NO AL ALCA. Fue éste un momento simbólico trascendente para superar la política de dominación de USA. No se puede desconocer el genio de Chávez y menos aún de Fidel Castro. Ambos han marcado la historia de la humanidad por sus contribuciones con nuevos métodos de cooperación internacional. Ellos hegemonizaron la oposición a otros procesos políticos neoliberales del Consenso de Washington de los años 90 del siglo XX. Un nuevo orden social recorrió a América Latina, que había sido la cuna del neoliberalismo ensayado por las dictaduras militares genocidas.

Venezuela ha optado por poner sus recursos a disposición de los países de la región y por un proceso de desarrollo armonioso de los mismos. De esta manera ha desafiado los términos de intercambios desiguales y la lógica competitiva que favorecen la dominación, la explotación y el subdesarrollo de los países del Sur Global. Esto le ha valido padecer las sanciones impuestas desde USA y sus asociados, además de las políticas de desestabilización, lo que ha desembocado en otros conflictos internos: se ha limitado la política oficial para atender las necesidades de la población y enfrentar los problemas estructurales, tales como la falta de diversificación productiva y financiera debido a la preeminencia del petróleo y de la tendencia a la dolarización de la economía. Esto ha llevado a construir un bloque social que se ha alejado del originario objetivo socialista. En consecuencia, ha habido ausencia del sujeto popular en la construcción de una nueva institucionalidad, lo que ha desanimado las formulaciones del “Socialismo del siglo XXI”. Secuelas de lo anterior es la falencia ideológica que ha llevado a la disminución del entusiasmo popular y a la fuga de los apoyos políticos de organizaciones que son críticas del gobierno de Maduro pero que sí continúan adhiriendo al “proceso chavista”. El descontento social ha animado a la derecha a recuperar espacios.

Inevitablemente, se ha presentado la contraofensiva reaccionaria en América Latina con “golpes blandos” en Honduras, Paraguay, Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú. Ha habido elecciones que han revertido las políticas antineoliberales, como en Brasil de Bolsonaro y en Argentina de Macri y Milei. Han estallado movilizaciones populares en Colombia y en Chile. Ha habido un cambio moderado en México de Andrés López Obrador. Están claras las dos tendencias ideológicas y valóricas en pugna y allí está el núcleo de las elecciones de Venezuela. Pareciera exagerado, pero no lo es: es el concepto de ser humano y el destino de la humanidad lo que se está jugando en Venezuela.

IV

La figura de Maduro ha sido deformada y distorsionada por la prensa internacional dominante. Se le llama dictador, autoritario, etc… sin reconocerse el modelo de democracia participativa o democracia directa existente en Venezuela y que están definiendo si los pueblos de América Latina podrán o no podrán decidir sus destinos, sin imposiciones de USA y sus satélites, como ha sucedido hasta hoy. Allí radica la relevancia de las elecciones de Venezuela y así se comprende la rabiosa reacción de las derechas del mundo. Se trata de la continuidad de la esperanza a favor de la liberación de los pueblos o de una renovada ofensiva política del neoliberalismo, ahora con el nombre de “anarquismo libertario”. También está en disputa hegemónica el “sentido” del capitalismo contemporáneo. La prensa dominante anticipó el fin del chavismo y la aceptación del resultado de las urnas. Pero cuando se vio que el resultado no fue el esperado, se desesperaron y hablaron de “fraude”, lanzando un nuevo programa ideológico para socavar la prolongación de Maduro. Lo mismo hicieron los gobiernos subordinados a la política exterior de USA. Incluso han convocado a la intervención militar, local o externa, para favorecer a un eventual gobierno de derecha.

El 30 de julio, el Secretario de Estado de USA, afirmó que “USA está del lado de las aspiraciones democráticas del pueblo venezolano y apoya su derecho a expresar sus opciones libremente y sin represalias”. El 1 de agosto, sin conocerse el escrutinio oficial de las elecciones, el mismo Blinken endureció su discurso señalando que “existen pruebas abrumadoras que demuestran que González logró la mayoría de los votos”. Días más tarde, Maduro advirtió que si continuaban las presiones de USA, Venezuela dejaría de venderle petróleo y lo vendería a los países BRICS. De inmediato, USA afirmó reconocer la mayoría de votos para González, pero no lo reconocería como Presidente de la República sino cuando se conociera la decisión oficial del organismo pertinente. Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo. USA es el país con mayor consumo de gasolina y otros derivados del petróleo en el planeta, de tal manera que de 100 barriles de petróleo que consume, 60 son importados. El petróleo lo importa desde Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. El traslado significa 40 o 45 días. En cambio, la importación de petróleo desde Venezuela significa sólo cuatro o cinco días. El resultado de las elecciones de Venezuela es importante para USA y sus satélites ¿por la defensa de la democracia o por el petróleo?

A modo de moraleja: “Los intereses de la burguesía se convierten en valores; la existencia del privilegiado viene a ser sagrada; su posesión un derecho; los privilegiados se llaman ‘la élite’; los privilegios superioridades; su conjunto la civilización. La masa, en cambio, es nada. Y entonces puede afirmarse que la desigualdad satisface la justicia” (4).

Por Hervi Lara B.

Santiago de Chile, 8 de agosto de 2024.

NOTAS

  1. Informe de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal). (5-12-2013). ↩︎
  2. Elliot Abrams integró el Consejo de Relaciones Extranjeras y encargado por Trump sobre Venezuela. Ejecutó el golpe contra Chávez en 2002. Fue asesor de Ronald Reagan en derechos humanos, temas laborales y asuntos interamericanos. Fue condenado por el escándalo Irán-Contras. Fue indultado por George W. Bush, de quien fue Asistente Adjunto de Seguridad Nacional con ocasión de la invasión a Irak y supervisó la política de USA en Medio Oriente. En diciembre de 1981, fue el instigador y responsable de la masacre de El Mozote, El Salvador, ocasión en que el ejército ejecutó a todos los habitantes de ese pueblo, más de 1.000 campesinos, salvándose sólo una niña pequeña que pudo esconderse. El Batallón Atlacatl fue felicitado por Abrams. Aún no se ha hecho justicia por este genocidio. ↩︎
  3. Elliot Abrams ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de USA. (9-6-2019). ↩︎
  4. Simone de Beauvoir, “El pensamiento político de la derecha”. (Gallimard, 1956, pág. 152). ↩︎
Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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