Venezuela: Mucho más que un pueblo en pie contra el fascismo

La comuna 23 de Enero me ha dejado imágenes y enseñanzas de hondura. Las decisiones y el trabajo transformador colectivo es el genuino poder del pueblo, el más consciente y autoorganizado, porque deciden en asamblea qué hacer y desarrollar en sus barrios.

Venezuela: Mucho más que un pueblo en pie contra el fascismo

Autor: Wari

Por Concepción Cruz Rojo

La visita a Venezuela a raíz de su proceso electoral me ha dejado muchas enseñanzas. Como en los comicios electorales anteriores, Venezuela invita a veedores, observadores internacionales, de todo el mundo, para que puedan mostrar este proceso desde la perspectiva de sus lugares de origen. En el pasado proceso electoral del 28 de julio, los veedores han alcanzado la cifra de casi mil observadores del mundo de la política, de la ciencia o de la cultura. Ha sido todo un honor haber sido invitada en esta histórica ocasión como veedora a participar y constatar todo el proceso, a estar en diferentes lugares de votación y vivir las multitudinarias marchas a las que nos tiene acostumbradas el partido del Polo Patriótico. Más allá del análisis político [1] que nos ha movido tras los acontecimientos y reincidentes ataques a la Revolución Bolivariana, esto solo quiere ser una reflexión personal ante la experiencia vivida.

Antes que nada, habría que decir que todo el proceso electoral es responsabilidad del quinto poder, el Consejo Nacional Electoral (CNE), independiente de los otros cuatro poderes que rigen en Venezuela: el poder legislativo, el ejecutivo, el judicial y el poder moral. No podía ser de otra manera, dado que, desde la llegada de Hugo Chávez, los múltiples procesos electorales realizados en la nación bolivariana se han caracterizado por la transparencia y la calidad de los datos.

Pero esta visita a Venezuela no se ha caracterizado por enseñarme su proceso electoral, transparente, de gran avance tecnológico que permite identificar al o la votante doblemente, mediante la identificación de la persona que vota con su cédula de identidad y con la huella dactilar. Cuando la máquina valida la identificación por esos dos medios se activa la segunda máquina donde se realiza la elección. Una vez se realiza la votación en la máquina, ésta emite el comprobante con la persona elegida y lo mete en la urna. Además, tras el doble proceso de identificación y votación, la persona termina firmando y poniendo de nuevo la huella dactilar en el libro de actas. Libro de actas que son comprobados por todos los partidos participantes cuando se cierra el centro electoral.

Las famosas actas por las que dice la oposición que se ha cometido fraude. Los resultados electorales se obtienen rápidamente de las máquinas que transmiten la información, que por cierto han intentado sabotear, pero solo han conseguido enlentecer el proceso; si ha habido fraude ¿por qué sabotean la transmisión de las máquinas? Los libros de actas de todos los centros también son validados habitualmente en un 55% de los centros; hay un plazo de un mes para realizarlo. Ante la calumnia de fraude, el presidente elegido, Nicolás Maduro ha presentado un recurso de amparo y pedido al CNE que se revisen todos los libros de actas, ¡el 100%! y se cotejen con los resultados que dan las máquinas. ¿Existe algún país que valide el 100% de las actas? ¿Existe algún país que tenga 16 formas sucesivas de comprobación del voto? ¿Existe algún país que tenga cinco poderes, dos de ellos claramente incompatibles con la democracia burguesa?

Como decía, esta visita no se ha caracterizado por enseñarme su proceso electoral; ya conocía de la calidad y control tecnológico de los procesos electorales de Venezuela, uno de los mejores del mundo, sino el mejor. Pero también el más atacado y vigilado del mundo, auspiciado por los imperialismos, especialmente de Estados Unidos, no porque no sepan que sus sistemas electorales son impecables, o que su gobierno y el pueblo están superando el robo de activos, amplios bloqueos económicos, sabotajes de todo tipo y pagos a los guarimberos, sino porque los imperialismos desean codiciosamente las enormes riquezas del país (petróleo, oro, piedras preciosas, selva y agua en abundancia).

Pero también desean que las revoluciones, como la bolivariana, no sean exitosas, y si lo son, que la población europea, incluido algunos sectores de izquierda, crea que sigue habiendo hambre, miseria y dudas sobre su gestión. Dudas promovidas históricamente sobre la capacidad de los gobiernos de izquierda; ya pasó con Salvador Allende antes del auspiciado golpe fascista militar. La idea es tratar machaconamente de manipular las mentes de la población de los países imperialistas y del propio país afectado, que los pueblos del sur y de izquierda no pueden, o no saben gobernarse; con un racismo recurrente sobre dichos pueblos.

Esta visita, y la anterior a raíz de las elecciones por el Esequibo venezolano [2], sí me ha enseñado un país que pese a tener aún desigualdades sociales y económicas causadas por las duras sanciones socioeconómicas, científicas, sanitarias, etc., impuestas por el imperialismo desde 2015, hasta en los rincones más humildes de Caracas que visité en varias ocasiones, la gente tiene comida, a los viejitos les dan raciones y jugos de frutas, tienen los imprescindibles servicios sociales, como vivienda, educación, incluida a los mayores, sanidad y pensiones. Las viviendas de esos barrios se van arreglando, incluido el saneamiento y agua potable. Estos avances han sido posibles por toda una red popular creada, primero en la clandestinidad y después, desde la llegada de Hugo Chávez al poder, con los Consejos Comunales y sus miles de comunas, así como la creación de las Misiones. La Misión Identidad permitió a más de seis millones de personas, más del 25% de la población venezolana, ser sujetos de derechos sociales y de todo tipo, que no tenían antes. La Misión Alimentación o Barrio Adentro, entre otras, canalizó la participación de una parte importante del pueblo venezolano en la reconstrucción y mejora de sus condiciones de vida.

Todos estos logros han costado luchas, sacrificios, muertes, nadie les ha regalado nada, ha sido el propio pueblo bolivariano el que las ha construido con su conciencia y heroísmo. También ha sido esencial la solidaridad e internacionalismo que han tenido países como Cuba, que desde un principio ha ayudado al pueblo hermano en los importantes aspectos sanitarios y educativos, entre otros. Destaca también la ayuda desinteresada de Irán, que en los momentos más duros de bloqueo llevó por barco suministros energéticos imprescindibles a Venezuela. Estos y otros países antiimperialistas han ayudado en las mejoras socioeconómicas que ha alcanzado el gobierno de Maduro con su pueblo.

Relacionado con lo anterior, este país me ha enseñado una estructura muy organizada en lo cívico militar (Alianza cívico-militar), compuesto de hombres y muchas mujeres. Desde el personal militar, policía municipal motorizada, personal de seguridad, donde las mujeres eran en algunos casos mayoritarias. Pero también el personal civil que organiza los consejos comunales, de barrios y muchas otras misiones que velan por la gestión y funcionamiento de todos los aspectos de la vida de sus habitantes. Una democracia protagónica, como lo llaman los y las venezolanas, que tiene un nivel cualitativo superior a la dirigencia política representativa del país. Sin embargo, dada la tremenda guerra imperialista contra el pueblo venezolano, todas las vías de gobierno son muy necesarias y se refuerzan y conjugan para la defensa del país y la revolución bolivariana.

También me ha enseñado un pueblo alegre, sencillo, pero a la vez complejo y rico en sus formas de autoorganización y, como era de esperar, muy orgulloso y consciente de sus hazañas, de su independencia y de sentirse protagonista de la vida de su país. Un pueblo que sale a la calle masivamente por la revolución bolivariana y el polo patriótico. En los siete días que estuve en Caracas, no vi ninguna movilización masiva de la derecha; sí vi una impresionante manifestación en apoyo del polo patriótico y de Nicolás Maduro. Sí vi la marcha frente al palacio de Miraflores tras los violentos ataques de la derecha, materializado por delincuentes que quemaban y formaban barricadas a cambio de dólares o drogas.

Venezuela me ha enseñado un pueblo que lucha contra las drogas, donde ni siquiera las bebidas alcohólicas son populares, aunque se puede comprar cervezas y licores, como los rones venezolanos, rones que como país caribeño son los mejores del mundo. No vi personas alcoholizadas y borrachas que, lamentablemente, sí veo mucho en mi ciudad a poco que salgas por la noche, se ve gente drogada y alcoholizada. En todos los paseos que di por Caracas de día o de noche no llegué a ver ninguno, solo puedo hablar de mi experiencia corroborada por otras experiencias que reconocen la misma verdad.

El tema de las drogas es un grave problema que tenemos en los países imperialistas y sobre el que hay que tener una lucha sin cuartel, como está realizando el gobierno venezolano; no olvidamos que Venezuela tiene más de 1.000 kilómetros de frontera con Colombia, la mayor productora de cocaína del mundo, que se llenó de bases gringas para “luchar” contra ella. Aunque, como era de esperar, no han resuelto el problema. De esta forma, también han intentado la entrada de drogas y carteles en Venezuela para desestabilizar el país, cosa que no han conseguido.

Venezuela me ha enseñado un pueblo con un alto nivel intelectual y político. También muy religioso y cristiano, muy respetuoso con todas las religiones, que, como atea que soy, respeto profundamente. Igual que respeto la religiosidad que existe en mi país, la religiosidad de la gente, no a la elite de la Iglesia Católica que ha apoyado históricamente al fascismo y a la reacción. Pero, más allá de la religión, como decía, el nivel intelectual y político es de destacar, cómo se analiza la situación política nacional e internacional, cómo argumentan los hechos políticos con una profundidad que ya más quisiéramos tener la izquierda de nuestros países. En las poblaciones europeas, la ignorancia es una consecuencia creada por el poder mediático burgués y por la capacidad alienadora del Capital, que se ha encargado de difundir la superficialidad y los análisis simplistas de los acontecimientos políticos y científicos, muchas veces con mentiras descaradas o sutiles que manipulan psicológicamente los cerebros de la gente.

En estas reflexiones he querido narrar mis impresiones, que no dejan de tener su parte subjetiva, desde mi posición política de izquierda y revolucionaria. Siempre decimos que consciente o inconscientemente somos sujetos políticos que tomamos partido, por activa o por pasiva. Que la verdad, aunque no es absoluta (precisamente porque es subjetiva y por ello debemos ser conscientes de ello) es siempre revolucionaria. Las personas que consciente y explícitamente toman partido por una posición política determinada, son las que muestran sus cartas sobre la mesa, son al menos más fiables que aquellas que se declaran apolíticas, que dicen que no toman partido, pero en la realidad se dejan llevar por las doctrinas y mensajes manipuladores del poder establecido, y, por lo mismo, terminan apoyando, activa o pasivamente, las políticas imperialistas y otanistas.

Para ir terminando, donde creo que más he aprendido, en lo práctico y en lo teórico, ha sido en una de las comunas más emblemáticas de Caracas, la situada en uno de los barrios más autoorganizados y chavistas de la ciudad; también de las más luchadoras en los periodos de dictaduras al servicio del imperio estadounidense. La comuna 23 de Enero me ha dejado imágenes y enseñanzas de hondura. Las decisiones y el trabajo transformador colectivo es el genuino poder del pueblo, el más consciente y autoorganizado, porque deciden en asamblea qué hacer y desarrollar en sus barrios. Desde la producción alimentaria y otros productos necesarios de uso, las industrias de transformación, escuelas y centros de ocio y deportivos, hasta la mejora de su barrio y viviendas. En un concepto práctico comunal y transformador, comunista, que tiene como horizonte integrar el poder comunal en todo el país, junto a las miles de comunas urbanas y rurales, para alcanzar un poder supracomunal donde es el pueblo, en sus decisiones asamblearias, el que dirija el destino de la nación.

En definitiva, nada mejor que visitar Venezuela y empaparnos de sus enseñanzas vitales pasadas y presentes, que nos de energía y nos ayude a seguir luchando en nuestro país, y fuera de él, para continuar con más fuerza si cabe en la tarea de transformación y autoorganización popular, en el camino luminoso al socialismo.

Por Concepción Cruz Rojo

Andalucía, 4 de agosto de 2024

Fotografía: Comuna 23 de enero, El Panal. Caracas


[1] https://arborea-andaluza.org/la-guerra-contra-venezuela-y-el-papel-de-la-izquierda

[2] Desde la independencia de Venezuela, todas las Constituciones reconocen el Esequibo como parte del territorio venezolano. El gobierno británico ocupó ilegalmente ese territorio de la Guayana Esequiba desde 1814 sin título alguno. La riqueza de petróleo, gas, uranio y oro del territorio ha hecho que Guyana entregue ilegalmente concesiones a petroleras de Estados Unidos en aguas aún no delimitadas y en territorio marítimo que pertenece a Venezuela. Guyana busca que un tribunal internacional legalice el robo del Esequibo, para seguir saqueando dichos recursos que van en un 66% a las empresas petroleras y solo un 33% al Estado de Guyana.

Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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