¿Volveremos a vivir en peligro?

Ante la presidenta de la República, el Ministro de Defensa y otras altas autoridades, el Comandante en jefe del Ejército, Humberto Oviedo, realiza un acto prohibido por la Constitución

¿Volveremos a vivir en peligro?

Autor: paulwalder

Ante la presidenta de la República, el Ministro de Defensa y otras altas autoridades, el Comandante en jefe del Ejército, Humberto Oviedo, realiza un acto prohibido por la Constitución. Su intervención en la ceremonia de Jura de la Bandera el pasado nueve de julio no puede sino considerarse como un acto de deliberación.

 

El militar expresa críticas, observaciones e interpretaciones respecto de las escasas sentencias judiciales en casos de violación de derechos humanos perpetrados por uniformados durante la dictadura.

 

Al justificar sus dichos afirma que en esos juzgamientos no se ha atendido el contexto en los que  soldados “se vieron impedidos de objetarlas (las órdenes) o representarlas y que incluso, habiéndolo hecho, fueron obligados a cumplirlas”.

 

¿Desconoce el Comandante en Jefe que las FFAA basaron su acción golpista en un contexto político generado por una guerra económica  impulsada y financiada por la CIA, con apoyo de la ultraderecha y sectores del Partido Democratacristiano, estimulado  por la prensa opositora de la época, falseado por documentos como el Libro Blanco y urdido por terroristas que sembraron el pánico, la escasez y el desgobierno?

 

¿Justificará algún contexto, guerra incluida, actos deleznables como fusilamientos sin juicio, desapariciones forzadas,  torturas bestiales, lanzamiento de seres humanos al mar atados a rieles, degollamientos e incineraciones?

 

Y si de contextos se trata, ¿qué coyuntura justificó el robo de 17 millones de dólares perpetrado por Augusto Pinochet, su familia y altos oficiales del Ejército? ¿O qué razón explica el sinnúmero de procesos judiciales en que uniformados se han visto vinculados a robos, exacciones ilegales y estafas que no sea la debida a la comisión de delitos?

 

Resultaría interesante conocer el contexto en el que Humberto Oviedo fue también un “militar de menor graduación”. Aunque el sitio web del Ejército no es muy preciso, es posible saber que fue ascendido a subteniente el año 1978, sirviendo en la escuela de Infantería y a teniente el año 1983, ejerciendo en la Escuela Militar.

 

Las declaraciones de Oviedo son un peligro para la democracia porque dejan en entredicho el sometimiento castrense al poder civil. Y aunque el Ministro de Defensa afirmó que no hay contexto que justifique violar los derechos humanos, el general sigue en su puesto.

 

De la presidenta de la República no se ha sabido de alguna reacción acerca de los dichos descomedidos de su subordinado.

 

La Agrupación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos hizo patente su molestia por la vía de preguntar al Ministro de Defensa si la conducta de los conscriptos  Michel Nash Sáez y Carlos Carrasco Matus, asesinados por sus superiores por negarse a obedecer esas órdenes, “¿…fue un acto estúpido, falto de valor patrio, cuando la lógica era obedecer cualquier orden de un superior?”.

Finalmente, como se trata de un hecho grave, cabe preguntarse si la ocasión y lugar, el contexto en el que el general hace sus equívocos planteamientos son casuales u obedecen a alguna táctica.

 

Como se sabe, el sistema político hace agua. La solidez de otrora ha dado paso a la incertidumbre. Sin un horizonte estratégico ni cuadros de relevo y definitivamente evaporada la mística de los primeros lustros, con la economía en caída, habiendo bajado la calificación de riesgo país por primera vez en veinticinco años, el futuro plantea más dudas que certezas.

 

El intento por darle continuidad a la Nueva Mayoría, no prende. Si la integración del Partido Comunista imprimió un segundo aire a la Concertación, hoy no se ve algún otro catalizador que los saque de la actual inercia.

 

La derecha, golpeada por innumerables casos de corrupción, ha debido echar mano a Sebastián Piñera, cuestionado por su pasado judicial y su presente de negocios  de un gris de espanto.

 

Y en la izquierda, el Frente Amplio deja un manto de dudas en la elección primaria que elevó a condición de candidata a la periodista Beatriz Sánchez. Los números alcanzados no dan para mucho.

 

Pero con todo, la incursión del Frente Amplio, y el potencial  político de los movimiento sociales que en opinión del vocero del movimiento NO + AFP, Luis Mesina, tienen toda la  legitimidad para disputar el escenario político, podría crear un escenario nuevo

 

¿Cuál sería la conducta de las FFAA frente a un gobierno de izquierda?

 

Ser de izquierda se relaciona con una postura en la contradicción entre neoliberalismo y democracia. Y por cierto una visión de la historia que reivindique el legado de quienes en el mundo, han dado su vida por la causa de los desposeídos.

 

El rótulo de centroizquierda de la coalición ha sido solo para empavonar conductas, atraer incautos y simular éticas.

 

Por eso las FFAA han sido funcionales al modelo. Y han sabido y podido ajustar sus cuadros y conductas al desarrollo de este lapso en el que no se ha tocado lo esencial del legado pinochetista. Decir que hubo transición es adjudicarle méritos que no tiene al período que media entre la entrega del mando del dictador, hasta el momento en que vivimos.

 

Entonces cabe preguntar si la alocución del general tiene por destinatario el potencial peligro que reviste la izquierda, en el formato Frente Amplio u otro por nacer, accediendo al gobierno. ¿Es un aviso ante un eventual cambio del contexto?

 

Habrá que ver si el respeto castrense por el orden vigente será lo suficientemente real  como para aceptar en el gobierno a una izquierda que no sería ni la Concertación, ni la Nueva Mayoría. Ni siquiera el Partido Comunista, que ya no representa el peligro de antaño.

 

Vale preguntarse si un futuro  gobierno de izquierda podría ser visto por los militares como un nuevo contexto en el que eventualmente se vieran impedidos de objetar o representar ciertas órdenes, aunque esa obediencia volviera a significar miles de desaparecidos, muertos, torturados y exiliados.

 

 


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