¿Y a quién le importan los cabros chicos del Sename?

Están fregados desde la cuna. Son esos a los que no los favorece esa esquizofrenia moral que mientras pide mano dura para ellos, naturaliza el que un ladrón como Jovino Novoa o un abusador sexual como John O´Reilly "no deban" pasar por una cárcel por delinquir. Son los flaites, los choros, a los que sí les sale por curaos, a los que el ex senador Carlos Larraín les habría hecho una ley para encarcelarlos de por vida si hubiesen atropellado a Martín.

¿Y a quién le importan los cabros chicos del Sename?

Autor: Daniel Labbé Yáñez

Tenía que alguien hacer el funesto cálculo de que en 10 años se han muerto 185 niños y niñas en los centros del Sename para que se comenzara a reconocer que parece que algo no anda bien ahí. Lo paradójico es que algunos de los que se han dedicado en las últimas semanas a santificar sobre los derechos de estos niños y niñas han sido, principalmente, parlamentarios de derecha.

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¿No ha sido acaso ese mismo sector el que se ha esforzado históricamente para conseguir disminuir la edad de discernimiento de los chicos y chicas que delinquen y aumentar las penas para éstos? ¿No son ellos quienes a través de personajes como Alberto Espina o entidades como la Fundación Paz Ciudadana han conseguido perpetuar una mirada miope del problema, convirtiéndolo irremediablemente en uno de seguridad, obviando que se trata de uno de educación y desigualdad?

Javiera BlancoLa derecha, a través de la interpelación a la ministra de Justicia, Javiera Blanco -quien, por cierto, continúa inexplicablemente en su cargo a pesar de lo ocurrido en el Sename y en Gendarmería- lo único que busca es ponerle otro clavo al ataúd que con mucho esmero se ha ido diseñando la propia Nueva Mayoría, a meses de las elecciones municipales.

El gobierno, por su parte, nombra a la fiscal Solange Huerta como nueva directora del organismo, quien ha sido pública y duramente cuestionada por su rol en los casos Tsunami, Nutricorp ADN y Basura y por haber sacado de la investigación por las platas desviadas a campañas políticas desde SQM, a los fiscales Gajardo y Norambuena. Una maniobra cuyo absurdo no puede sino explicarse como la forma que encontró el Ejecutivo de bloquear una investigación por la muerte de los 185 niños y niñas, ya que esta podría significarle un costo político muchísimo mayor al que está pagando hoy por dicho nombramiento.

¿Y los medios de comunicación? ¿Qué ha ocurrido con los medios de comunicación tradicionales que, de un momento a otro, han pasado de inquisidores a una suerte de defensores de los niños y niñas del Sename? ¿No son acaso estos medios los que permanentemente criminalizan a esos mismos menores de edad, convirtiéndolos en los protagonistas de sus noticiarios centrales, exponiéndolos públicamente, poniéndoles nombres, apellidos, chapas, marcándolos como “delincuentes”, “antisociales”, “lumpen”, siendo incapaces de darle una vuelta de tuerca al tema y hacerse la pregunta básica de por qué estos chicos llegan a delinquir?

Pacos

¿A quién le importan en verdad los cabros chicos y cabras chicas del Sename?

A la clase política que hoy alharaquea y a esos medios de comunicación les interesan en la medida en que su tragedia es funcional a su rating. Si esos niños y niñas votaran, la violencia, la vulneración de derechos, las violaciones, los suicidios, los asesinatos al interior de estos centros se habrían enfrentado hace 20 años atrás y no ahora con la calculadora de la política en la mano.

¿Alguien puede creer que esa clase política no conociera lo que ocurría ahí adentro si es sabido que los puestos en el Sename son cuoteados y que es la Democracia Cristiana la que se lleva la mejor parte de esta torta de funeral? ¿Sabe usted lo que le respondieron sus ex camaradas de la DC al diputado René Saffirio -uno de los pocos que se ha atrevido a denunciar la catástrofe que se vive allí- cuando quiso juntar las firmas para la creación de una nueva comisión investigadora?…

René Saffirio (DC)

“La mayoría de los diputados de mi partido se negaron. ¡¿Quiere saber la razón?!: Consideraban que era negar la posibilidad de una próxima candidatura parlamentaria de la ex directora del organismo, Marcela Labraña (DC). ¡Mayoritariamente mi bancada puso el interés de una militante por sobre la preocupación de los niños y niñas del Sename!”, reveló el propio parlamentario a El Mostrador.

Pero no solo no les importan en verdad estos muchachos y muchachas porque su rango etario está impedido de sufragar, o porque su mala vida no les había generado hasta ahora costos políticos. Hay otra razón que, por cierto y lamentablemente, es probable que sea compartida por una parte no menor de la población: no les importan porque antes que niños y niñas, son pobres, delincuentes y anónimos.

Tan poco les importan en verdad estos chicos, que -como han denunciado desde el propio gobierno- catorce de ellos habrían sido ayudados a fugarse recientemente desde el centro del Sename de Arica. Los están usando, perversamente los están usando. No son más que los dardos con los que intentan darle al Blanco.

Andrea Silva

Foto: Andrea Silva

Son chicos y chicas que están fregados desde la cuna. Son esos a los que no los favorece esa esquizofrenia moral que mientras pide mano dura para ellos, naturaliza el hecho de que un ladrón como Jovino Novoa o un abusador sexual como John O´Reilly no deban pasar por una cárcel por delinquir. Son los flaites, los choros, a los que sí les sale por curaos, a los que el ex senador Carlos Larraín les habría hecho una ley para encarcelarlos de por vida si hubiesen atropellado a Martín.

Quizás resolver el problema del Sename en el corto plazo pase por tomar las medidas para evitar que más chicos sigan muriendo. Sin embargo, ninguna de estas decisiones será tan efectiva como entender que aquellos que delinquen desde pequeños son la cosecha de un sistema profundamente desigual, donde la violencia vomitada en un portonazo es producto de aquella tragada día a día en las poblaciones pobres, marginadas y en donde ni siquiera los golpes de la policía marcan de manera tan brutal a sus habitantes como la mala educación, la falta de oportunidades y la discriminación.

Por Daniel Labbé Yáñez


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